02:Formas de sobrevivir

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La brisa chocaba contra su piel tersa, suave y blanquecina que relucia en el frío invernal de Moscu.

Se preguntaba ¿Que hacia allí?

Luego de aquel baño donde se ahogó en llanto se decidió por salir de la casa después de 2 años sin embargo ¿A donde?

Se encontraba a medio metro de la puerta principal del edificio donde vivía, observando las calles nevadas y la gente transcurriendo su vida con normalidad en su vestimenta invernales, como siempre, como si tal vez, el tiempo no hubiera cambiado nada.

Llevaba más de 12 minutos ahí, parado estático observando las calles de Moscú con anhelo, esa tal vez luego de tanto tiempo era la primera emoción real que transmitían sus ojos verdes.

Por fin había logrado recaudar el valor suficiente para salir a la calle. Podría sonar absurdo pero en esos 2 años jamás había salido de su apartamento por cuenta propia, siempre que salía era obligado por Yakov con la excusa de  hacer exámenes médicos o terapia de rehabilitación, que llevaba haciendo 2 años consecutivos.

—¡Vamos Min ho! La pista de hielo abrirá pronto!—Grito uno de los niños que pasaba correteando por el mismo lugar donde Yuri se encontraba.

¿Pista de hielo?

De repente una extraña y molesta necesidad se fijó dentro suyo.

Queria ir a la pista de hielo.

Sin pensarlo mucho su cuerpo comenzó a andar por si mismo siguiendo a ese par de niños entusiasmados ¿Cuando habría sido la última vez que se había sentido así de emocionado por una practica?

¿A los 14? Tal vez a los 16 cuando realizó el triple Axel.

Si, esa fue la última vez que se emociono por la pista.

Un rápido pensamiento lo hizo detenerse abruptamente.

Por como estaba vestido lo iban a reconocer fácilmente, los patinadores solían recurrir la pista todo el rato, sería mejor taparse el rostro sino quería ser reconocido.

Dejando de seguir al par de niños se metió a una tienda de accesorios, que de casualidad estaba allí en las calles principales de Moscú.

Tomo unas pinzas de cabello, unas ligas, un gorro, lentes y un barbijo negro, con eso seria más que suficiente para que nadie, absolutamente nadie pudiese saber su identidad.

Aún con el cuerpo temblando con el helado clima se sentó en una banca cercana, allí se tomó el tiempo de recoger su cabello como en el pasado.

Tal vez estos últimos años se lo cortaba con menos regularidad, ahora lo traía con 2 o 3 centímetros de más. Termino por hacerse la trenza y luego la ató en una cola, ya con el pelo recogido lo oculto dentro del gorro de lana que había comprado, por último se puso los anteojos y el barbijo negro.

Estaba 120% seguro que su identidad estaba cubierta, prácticamente vestía de negro. Podía verse sospechoso, de hecho lucía sospechoso pero por lo menos no se parecia a su viejo yo.

Viejo yo eh, sonaba extraño pensar que ya no era la misma persona que solía pero así era, la gente debía cambiar. Para bien o para mal, cambia.

Antes, el soñaba por encima de un cielo gris, ahora el era ese cielo gris.

Con las manos en sus bolsillos siguió el camino que hace minutos atrás los niños habían recorrido, ahora ellos debían estar anotándose en la pista.

La gente lo observaba a medida que pasaba, ciertamente su aspecto seguía siendo sospechoso. Un chico de tamaño pequeño, contextura delgada vestido de negro con gorro, lentes y barbijo negro no era algo discreto pero tampoco es como si fuera a hacer algo malo.

Saname •Otayuri •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora