»BRANDY THORNE«

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(INICIOS)
Caminar con un amigo en la oscuridad, es mejor que caminar solo en la luz”

Brandy

Mi historia... No es tan genial como otras, no es divertida, mucho menos una vida que puedas envidiar. Crecí en Noruega, en Krigsdalen, con mis padres.

Brandy (12 años)

Mis ojos estaba cerrados, mis oídos rapados por mis manos, mis labios apretados y me mantenía oculta dentro del clóset. Mis padres gritaban todo el tiempo, lanzaban cosas, se golpeaban entre ellos. Estaba asustada todo el tiempo y no tenía a dónde ir o con quién estar. Más que con mi tío, el hermano de mi padre.

–Ellos van a estar bien– Decía siempre que me llevaba a su casa en medio de otra pelea.

Aveces me gustaba estar ahí, me dejaba ver televisión, me daba dulces y todo eso. Pero un día encontramos un volante en la puerta. En esa hoja había un dibujo colorido de una niña muy bonita, con un enorme vestido. Era para un concurso de belleza para niñas.

–Te gustará, seguro puedes ganar– Dijo con alegría y aunque no estaba segura, sonaba divertido.

Fue así como gané mi primer concurso de belleza, el primero de muchos. Yo usaba eso para escapar de casa, para mí estar entre tantos gritos y golpes. Pero pronto dejó de ser un juego, mi tío comenzó a ganar dinero con los premios y la diversión se fue. Cada vez era más duro conmigo, no me dejaba comer nada que no estuviera en la dieta, no me permitía salir a la calle o practicar deportes para no lastimarme.

–Tu amas esto, te gusta– Me decía cada vez que pedía dejar de concursar.

Pero a mí no me gustaba y me sentía terrible, me sentía tan pequeña y débil que cualquier cosa podría romperme. No tenía refugio en ningún lado, no tenía amigos o familiares y todo el tiempo deseaba morirme. Hubo un tiempo en el que pasaban tantas cosas que no podía procesarlo todo y mi cuerpo ya se sentía vacío. Dejé de sentir cualquier cosa, perdí el interés en todo, no podía dormir, no tenía hambre y de solo verme en el espejo quería vomitar. Ya no me reconocía, esa no era yo.

Brandy (14 años)

Fue mucho tiempo en el que no sentí absolutamente nada. Ya no tenía ganas de llorar, no tenía ganas de reírme, no sentía enojo... Solo un vacío en mi pecho y un peso enorme en mis hombros. Pero seguía concursando, si no mi tío me golpeaba, obviamente en dónde no se vieran los golpes.

En la escuela era lo mismo, me gustaba con las tres chicas más populares, las más lindas y las más... Groseras. Eran lindas por fuera, pero una mierda por dentro y la verdad no me importaba... Hasta que algo cambió.

–Hola, me llamo Ciara, hola, me llamo Ciara– Decía esa niña que entró al salón, era nueva.

Me irritaba el hecho de que parecía muy alegre y animada, no paraba de hablar. Ahí al fin sentí algo, rabia. Quería que se callara un rato y dejara de salpicar con su vómito arcoiris mi gris y oscura vida.

–Hola, me llamo Ciara– Me saludó cuando pasó cerca.
–Oh... No recuerdo haberte preguntado– Dije rodando los ojos.

Todos en el salón comenzaron a reírse, pero ella seguía con su sonrisa.

Un día de esa semana perdí una competencia, dejé de sonreír a media caminata en el escenario y me quité los tacones que me fastidiaban. Por la tarde mi tío me golpeó muy fuerte y dejó moretones en mi espalda, también uno en mi hombro. Al día siguiente en la escuela me dolía siquiera sentarme en la banca y fui al baño.

–Vaya, si siento algo– Dije con algo de dolor viendo el espejo.

Mi labial estaba perfecto, mi cabello y el maquillaje igual.

–Con la piel de porcelana... Y el cabello de fuego... Tiene ojos de chocolate y... Labios de cereza– Susurré repitiendo esa frase que decía mi tío en los concursos.

Bajé la manga del suéter que llevaba y en el hombro tenía una enorme marca violeta, suspiré aunque no sentía nada en mí. Y de pronto de abrió la puerta, una niña de enormes ojos azules y labios rosas bien abiertos me veía.

–Oh... Por todos los cielos ¿Estás bien?– Preguntó asustada y levanté una ceja.
–¿Y... Alguien te dió permiso de meterte en todo lo que no debería importante?– Pregunté subiendo la manga.
–Brandy...– Dijo acercándose a mí, ni siquiera preguntaría cómo era que recordaba mi nombre– Si algo te pasa...

Me alejé de ella y luego dijo algo que siempre recordaría.

–No estás sola– Susurró con calma.

La miré y de la nada algo llegó a mi pecho y sentí ganas de llorar, un nido se formó en mi garganta y sentí arder los ojos. Pero no la conocía, no podía solo confiar en ella. Así que me fui.

Una semana después...

Las miradas que intercambiaba con Ciara en el pasillo, en los salones o solo en la calle, eran más frecuentes. Me sentía más calmada al verla.

Una tarde en la escuela algo pasó. En la cafetería Ciara tropezó con Astrid, la líder del grupo.

–Lo siento, fue sin querer– Se disculpó Ciara.
–¿Sin querer? Mi labial está arruinado– Dijo Astrid, ella se ponía labial justo cuando Ciara la empujó.

Ciara me miraba en busca de ayuda, pero yo solo me encogí de hombros. Al parecer Astrid lo notó y me volteó a ver.

–Brandy ¿Algo qué decir?– Preguntó Astrid y negué– Okay, muéstrale a la perdedora lo que pasa cuando me hacen enojar.

Ella pasó los ojos a la malteada en mis manos y yo levanté las cejas. No podría hacerlo, estaba rica la malteada.

–¿No lo harás? ¿O acaso también eres una perdedora?– Preguntó aprentando la mandíbula.

Todos me miraban, todos esperaban a qué hiciera algo y Astrid estaba muy molesta. De nuevo esa presión sobre mis hombros y el agujero en mi pecho. Solo lo hice, la malteada fue derramada por completo sobre la cabeza de Ciara.

–Las perdedoras como tú... No tienen amigos y todo el mundo las odia– Dijo Astrid y tragué saliva.

Pero aún con todo eso Ciara se fue con la cabeza en alto, toda llena de leche pero sin derramar ni una lágrima.

–¿Por qué?– Pregunté simplemente y Astrid sonrió.
–Para que aprenda la lección, los perdedores están solos y deben saber su lugar– Dijo ella y la odié por eso– Así como tú el tuyo, si te ordeno algo no quiero que dudes.

Me dí la vuelta y me alejé, eso había sido terrible, ya estaba cansada de que todos me dijeran lo que decía hacer. Así que fui a buscar al Ciara al baño, pero no había nadie ahí. En vez de ir a buscarla me quedé ahí, recargué mis manos en el lavabo y me miré al espejo. Tenía la apariencia de Astrid en mi, todas en su grupo nos peinábamos igual... Y yo ya no existía. Luego recordé algo de un libro que leí.

–Entonces un día te buscarás en el espejo y ya no serás capaz de reconocerte... Tan solo verás al resto de la gente– Suspiré cansada y con más manos temblorosas– Sabrás que hiciste lo que ellos querían que hicieras... Te habrás integrado... Y te odiarás porque ya será demasiado tarde.
–Poetas rebeldes... De Matthew Quick– Dijo ella saliendo de uno de los baños.
–Creí que no había nadie– Dije confundida y sonrió de lado– Quería decir que no debí hacerlo.
–No me importa, sé lo que valgo– Contestó y de pronto mi corazón se llenó de tristeza.
–Claro– Suspiré con ironía, luego me quebré– ¿Cuándo podría valer yo?

Después de varios años mi corazón latió y empecé a llorar, me sentía estúpida por hacerlo en la escuela, frente a una desconocida, pero no podía evitar sentirme miserable.

–Está bien, está bien– Dijo y me abrazó con  fuerza– Todo va a mejorar.

Después de ese día nos hicimos las mejores amigas. Ciara me enseñó tantas cosas, me mostró cómo ser fuerte y valiente, fiel a mí misma... Además mató a mi tío lo cual fue un alivio. Así y matando a su profesor de física fue que empezamos nuestro camino en el opprørs side (Lado rebelde) luego nos unimos al Squad Horror y vivimos felices ahí.

DARKNES- CLANCY'S SCAPE [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora