Cuatro

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La mente de Lisa era un caos, un caos lleno de colores. No podía dejar de pensar en la figura de la contraria, era una diosa griega. Aquellas curvas hacían que su corazón latiera con frenesí. Su centro estaba húmedo y no sabía cuanto más podría aguantar.
Jennie volvió del baño, dejó la bata a un lado y acomodó su cuerpo tal y como Lisa ordenó; sentada, su mano izquierda a un costado y su brazo derecho encima de su cabeza, la tela cubría su cuerpo sin embargo se traslucía dejando ver su cuerpo marcado, enloqueciendo a la rubia.

—Mueve un poco tu cadera —murmuró Lisa observándola desde su taburete. Recién llevaba el contorno de su cuerpo curvilíneo, era perfecto.

—¿Así? —preguntó moviendo su cadera a un costado.

Lisa asintió.

Mojó sus pinceles y los pasó por el acrílico, sacando un poco de color café para empezar a retratar el cuerpo de Jennie.
Su mirada viajaba constantemente del lienzo al cuerpo de la contraria, unos cuantos suspiros salían de sus labios.

—Me duele —Un quejido salió de los labios de Jennie, la posición le estaba cansando.

Lisa entró en alerta al escucharla, dejó los pinceles a un lado y caminó hacia ella.

—¿Estás bien? —preguntó con preocupación. Su ceño se frunció y examinó el cuerpo de la contraria.

—Sí —murmuró suavemente.

Jennie tomó la mano de Lisa y la posó en su cadera desnuda.

—Me duele ahí— mencionó.

La piel de Jennie se sentía cálida, los ojos de Lisa viajaron hasta los de ella, sentía que se derretía bajo esos ojos chocolate.
Bajó hasta sus labios, rojos y carnosos, Jennie los mordió y Lisa no aguanto más; cayó en la tentación.

Paint me - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora