Ocho

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Los rayos de sol se filtraban entre las livianas y blanquecinas cortinas, el piso de manera rechinó ante el primer paso de Jennie, Lisa alzó la mirada y sonrió como si fuera la primera vez que sus ojos se encontraban.

—Hola—murmuró Lisa mientras acomodaba los pinceles con una sonrisa tonta en el rostro.

—Hey ¿qué tal? —preguntó la mayor entrando a la sala.

La sala era bastante pequeña, se podía sentir el calor humano, por lo que era bastante cálido.

Lisa dejó los pinceles a un lado para correr a los brazos de Jennie como si fuera la última vez; quizás lo era.

—¿Cómo estás? Te extrañé —murmuró con una sonrisa melancólica.— hoy es nuestra última sesión.

Hoy era la última sesión para que Lisa terminara la pintura.

— Sí...—murmuró Jennie con una mueca en el rostro.

Lisa prefirió no decir nada, quizás el destino las juntaría nuevamente, sin embargo, notaba a Jennie extraña, no estaba como de costumbre, sin embargo, omitió.

—Acomódate ahí —Dio la orden mientras apuntaba al tapete que estaba el centro— sí, justo ahí.

Jennie ya no tenía vergüenza alguna, ya había estado a completo merced de Lisa, y podría estarlo mil y una veces más.

Jennie se sacó la vestimenta y la dejó en un rincón, junto al caballete. Se acomodó en el tapete y esperó a que Lisa le indicara que hacer.

—Tu mano...— caminó hacia Jennie, y posó sus finos dedos alrededor de su muñeca, acomodándola a un costado.— perfecto.

Volvió a su lugar y mojó los pinceles sintéticos, para luego abrir los acrílicos y dejarlos a un lado.

Las horas pasaban y Lisa seguía pintando, sin embargo, estaba dando los retoques finales.

Estaba orgullosa de su trabajo.

—Listo, terminé.

Lisa había terminado su mejor obra de arte.

Paint me - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora