Una máquina del tiempo transporta a un adolescente a los años 50, cuando sus padres todavía estudiaban en la secundaria.
Pero esta vez Camila Brown irá con él...
La trama y los personajes no me pertenecen, a excepcion de Camila Brown.
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𝙲𝚊𝚖𝚋𝚒𝚘𝚜 𝚎𝚗 𝚕𝚊 𝚁𝚎𝚊𝚕𝚒𝚍𝚊𝚍
•Último capítulo•
Camila:
No era nada raro que Emmett al ser mi padre fuera algo sobreprotector respecto al tema de que yo tuviera novio, aunque fuera el hombre más pacífico del mundo siempre bromeaba que si alguien se juntaba conmigo lo iba a mantener vigilando las 24 horas junto a un arma a su lado, cosa de la que me reía y obviamente no me tomaba enserio.
De todos modos él no le haría nada malo a Marty...¿Cierto?
Él todavía se encontraba arreglando el Delorean para seguir adelante con su plan de viajar al futuro.
Marty que estaba conmigo dentro estaba algo callado, no se dejaba de tocar o acomodar el cabello inquieto y eso ya me había estresado
— Oye ya deja de hacer eso que me pones ansiosa— le sujete la mano para que se detuviera
— Lo siento es que nunca pensé que tendría miedo de hablar con el Doc de nosotros
Se acomodó en su asiento para verme mejor y yo lo imite
— Vamos Emmett no te hará nada— dije calmada pero luego hice una mueca— a menos de que no fuera broma lo de su arma
Marty trago saliva fuertemente moviéndose incómodo en el asiento y yo me reí
— Hey escucha— gire su rostro hacía mí con una mano para que me prestara atención— él no es así y lo sabes muy bien, tan sólo nos dirá lo típico que los padres dicen siempre en estas cosas y será todo
Asintió analizando mi respuesta
— Supongo que tienes razón— sonrió a medias— es sólo que no quiero perder su amistad ni lo nuestro
Me sonroje por lo último que dijo mientras mi corazón latía más rápido, después de todo era algo nuevo para mí pero nada incómodo y al contrario, eso me gustaba.
— No pasará nada de eso te lo aseguro— le di un apretón en su mano— además deja de ser dramático que a este paso te dirán: Y el premio Oscar de el dramático del año es para Marty Mcfly— dije con voz de presentador
Ambos nos reímos por ello pero nos callamos al instante cuando Emmett cerró el capo, tomó sus cosas y entró al auto junto a Einstein que se acomodó a mi lado.
Después de arrancar como era de esperarse los tres íbamos en silencio y mirando en direcciones diferentes, lo único que se oía de vez en cuando era Einstein rascándose por todos lados de su peludo cuerpo.
— ¿No van a decir nada?— cuestiona Emmett con su vista al frente— están muy callados
Cómo siempre hablé yo primero evadiendo la situación, y ya sé que es un feo defecto que tengo, lo admito.
