Llovía.
Llovía a cantaros.
Llovía a cantaros para ser verano.
Una silueta caminando en la lluvia se aproxima a un auto estacionado cerca de una tienda de ropa de segunda mano. La silueta se acerca a la luz que desprenden los faros del auto y puede notarse que tiene el vientre enorme, esta embarazada.
— Pudiste haberme ayudado — dice ahora la silueta que gracias a luz de las farolas del coche tomo forma de una chica.
Una chica de no más de 24 años.
— Perdón, no quería mojar mi nueva camiseta — responde el conductor de auto. Un muchacho que parece ser mucho más grande para su edad.
— Como sea — la chica se pone el cinturón de seguridad y rueda los ojos, harta de la actitud del joven a su lado.
" no es el mismo ahora que cuando lo conocí" piensa la muchacha y suelta un suspiro.
— ¿Alguna sugerencia de nombre? — el joven intenta romper el silencio, prestando atención al camino pero echándole una mirada de reojo a su acompañante.
— No. Solo quiero acabar con esto de una vez — responde con indiferencia.
— Yo tenía numerosos nombres, pero todos eran de niño — ríe el joven tratando de amenizar el ambiente.
— Ya sé, Fausto — la muchacha, que tenia la mirada fija en la ventana, voltea y le dedica una mirada al joven — Se que querías un niño, pero no siempre puedes tener lo que quieras en esta vida, así que deja de recordarlo — regresa su mirada a la ventana.
— Aruma, yo solo hice un comentario; pero seamos sinceros, las niñas no son buenas para nada. Yo quería que mi niño jugara al fútbol, llevarlo a juegos de fútbol, comprarle camisetas de su equipo favorito. Llevarlo a la playa, hablar de sus peleas en la escuela, enseñarle a boxear, ya sabes, cosas de chicos.
— No puedo creer que digas eso — lo mira perpleja. — En serio que eres increíble — el sarcasmo de ella se podía notar a leguas.
— No te enojes, estoy jugando.
Aruma ignoro su último comentario y se dedico a mirar por la ventana, las gotas de lluvia se acumulaban en el vidrio, lo que hacía más difícil admirar el mar; estaban saliendo de la zona centrica de su pequeña ciudad, Manzanillo, el cual era el municipio más extenso y poblado del estado de Colima en México.
Una ciudad de la cual Aruma nunca había salido.
Fausto manejo por 10 minutos más hasta que se estaciono en una calle que daba hacía el mar.
— Llegamos — dijo y se bajo del auto sin siquiera preguntarle a Aruma si ocupaba ayuda. Ella sin embargo ya no esperaba nada de él, así que no llegaron los sentimientos de tristeza que sentía con anterioridad.
Cabe mencionar que la lluvia había desvanecido a mitad de camino, lo cual Aruma agradeció en su interior al bajar del auto. Camino a la casita que tenía frente a ella, poniendo una mano en su espalda baja y la otra tocando su vientre. De pronto un dolor intenso se apodero de ella.
— ¡Fausto! — gritó — Creo que ya viene.
Para su sorpresa, Fausto le tomo en brazos y la llevo dentro.
No tenían dinero para ir al hospital y toda su colonia lo sabia, así que una señora de edad avanzada se había ofrecido a asistir el parto para que,ni la madre ni la pobre criatura que llevaba en el vientre, murieran.
Todo el proceso se llevo a cabo en la casa de Fausto, que a regañadientes había aceptado.
La lluvia comenzó de nuevo.
— Aruma, sé que dije que como iba a ser niña no me importaba el nombre, pero si no tienes ninguno pensado me gustaría sugerir uno — Fausto se arrodillo en la cama donde la pronta mamá estaba recostada.
— ¿Qué nombre? — pregunto curiosa.
— América — dijo él — Como las todopoderosas "águilas del américa", mi equipo favorito — añadió.
Aruma lo miro con horror. — No le pondré así a mi hija. Ya tengo un nombre pensado
— ¿Ah si? ¿Cuál?— arqueó una ceja.
— Ya veras cuando nazca — dijo ella y se acomodo en la cama. Pero era mentira, no tenía ni la más mínima idea.
(...)
Una bebé fuerte y robusta nació aquella noche, bajo la luz de las estrellas y el sonido de las olas del mar rompiéndose a lo lejos.
— Es una niña preciosa — comentó la señora que había ayudado en el parto. — ¿Ya tienes el nombre?
Fausto miro desafiante a Aruma, esperando su respuesta. Sabía que ella no tenía ningún nombre y que solo quería arruinar su felicidad, como lo hizo desde el momento que le había dicho que estaba embarazada.
Mientras tanto, la mente de Aruma daba vueltas, no quería que su hija llevara el nombre de América, se le hacía de muy mal gusto.
Miro alrededor para buscar algo de ayuda en algún objeto o cosa, de pronto se detuvo a mirar las cortinas moradas de la ventana; recordó que ella había sido quien las llevo a casa del ahora padre de su hija al iniciar el verano.
— Lila — dijo — se llamará Lila.
Fausto rodó los ojos, pero a final de cuentas no le interesaba tanto. — Es un buen nombre, no mejor que América pero servirá.
Procedió a inclinarse hacia la nueva mamá y sostuvo la cabecita de la recién nacida Lila que se hallaba en el regazo de su madre.
Aruma sonrió.
Y por un momento esa parecía la escena de una familia feliz.
"las cosas por fin mejorarán" dijo para si Aruma.
Qué grave error.
ESTÁS LEYENDO
Grandes esperanzas
RandomPara Lila de 9 años, las grandes esperanzas solo existían entre las paginas de los libros.