Lila

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— ¡Mamá, llegue a casa!- se escucho como la puerta se abría estrepitosamente y unos pasos ansiosos que corrían a través de la casa.

— Lila, cuantas veces te he dicho que no corras en la casa— una pequeña figura encorvada y arrugada salió de la cocina con una cuchara en la mano.

— ¡AHHHHHH!—gritó la niña— Lo siento señora Catalina, no sabía que estaba usted aquí.

— Claro que estoy aquí, ¿Quién más podría estar?— Refunfuño y volvió a la cocina.

La señora Catalina, una viejecita cuyo marido era un pescador que trabajaba todo el día, cuidaba de Lila mientras su madre trabajaba por largas horas. 

Lila rió para sus adentros por el comentario de la viejecita y camino silenciosamente a su habitación que únicamente estaba conformada por una cama, una mesita de noche con una lampara, un mueble para guardar su ropa y una gran ventana donde podías mirar casi todo el puerto.

Dejó su mochila, se quito su uniforme escolar, rebusco entre sus cajones hasta encontrar su bañador, se lo puso y encima de el se coloco un pantalón y una camiseta para que la señora Catalina no viera que tenía el bañador encima.

—¿Cómo te fue en la escuela?— preguntó la viejecilla una vez que se sentaron a comer.

— Bien, lo mismo de siempre— respondió Lila con la boca llena de comida. 

Cuando terminaron de comer, recogieron los platos y Lila que ya estaba por irse fue detenida justo en la puerta.

— ¿A dónde vas?— Lila volteó y pudo ver a la señora Catalina de brazos cruzados 

— A jugar fuera— respondió de lo más natural.

— Si reviso tus cajones y no encuentro el bañador ahí, estarás en problemas, te lo advierto- acuso con su dedo.

La niña sonrió y cerro la puerta a toda velocidad mientras corría a bajar los escalones, ya que al vivir en una zona alta, la única forma de llegar y salir de ahí era bajando escalones empinados. 

Una vez bajados todos los escalones, Lila camino por el centro de su pequeñita ciudad, rumbo al puerto donde todos los barcos llegaban. 

— Pero miren quien llegó— Un niño de aproximadamente quince años dijo al grupito de niños que estaban con él.

— Cállate, hago más dinero que tú— Respondió Lila mientras se quitaba la ropa que tenía encima del bañador.

El puerto de Manzanillo, Colima es un lugar turístico y la plaza central, que cuenta con un mirador hacía el mar y los barcos, es un perfecto lugar para sacarle a los turistas unas cuentas monedas. 

— Eso lo veremos, no me gustaría tener que rescatarte como la vez pasada que no podías salir del agua. — se mofó.

— ¿Podrías olvidar eso? tiene más de un año que pasó— Lila se impacientó. 

— Tito, déjala — la voz de otro niño se hizo audible—No vale la pena que peleen por eso, los clientes se van. — señalo con su dedo a un par de turistas que veían el agua que se volvía turbia gracias al viento que hacía.

Tito miró mal al niño y luego a Lila, quien ya se había adelantado y ahora intercambiaba palabras con los turistas —Bien.

— Ustedes pueden lanzar una moneda al mar y yo con gusto la vuelvo a sacar— explicaba Lila a una familia cuando Tito se acerco a ellos. 

— Pero, ¿No es muy peligroso?— comentó una señora con un gran sombrero en la cabeza y lentes de sol que la hacían parecer una mosca. 

— No lo es— dijo Lila

— No lo sé pequeña, luce peligroso para una niña de tu edad— confirmo el señor que estaba junto a la señora mosca a la vez que sacaba de su bolsillo una moneda grande y brillante. 

— Le aseguro que no lo es, Lila tiene diez años y nada mejor que cualquiera de nosotros— Dijo el niño que anteriormente la había defendido. 

— Y si algo pasa, estoy aquí para supervisar—Tito hizo una sonrisa maliciosa. Lila rodo los ojos.

— Esta bien- señor mosca lanzó la moneda al agua. 

Al ver esto, Lila se arrojo al agua. 

"Esta muy fría" pensó 

Abrió los ojos para poder localizar la moneda mientras caía, al verla aun descendiendo la tomó con una mano, salió a la superficie y levantó la mano en señal que tenía la moneda.

Escucho los aplausos de la familia mosca que se veían asombrados por tal "hazaña" que había hecho una niña de diez años.

— Eres muy buena jovencita— la señora mosca se acerco cuando Lila salía del agua.

— ¿Trabajas haciendo esto?—señor mosca también se había acercado.

— Solo cuando salgo de la escuela, porque mi mamá trabaja siempre— respondió aguantándose la risa, porque sabía que los turistas daban más dinero cuando contabas alguna historia conmovedora. 

— Javier, pobrecilla, démosle algo más— susurro señora mosca al hombre. 

— Aquí tienes jovencita, lo haces muy bien— el hombre le tendió un billete de una cantidad considerable.

— Oh, son ustedes muy buenos- hizo pucheros— Espero que con esto mi mamá pueda descansar un día de tanto trabajar, gracias— dejo de parpadear por algunos segundos para que sus ojos se aguaran.

La familia mosca se dio la vuelta para marcharse y Lila escucho al hombre decirle a sus hijos: — ¿Ya vieron? sean agradecidos con lo que tienen.

Ella rio a la vez que movía su mano para despedirlos.

— Tontos. 





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⏰ Última actualización: Jan 07, 2021 ⏰

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