La mañana era fría y asfixiante, de esas donde las nubes se volvían fuerte plegaria, capaz de partirle la cabeza a cualquiera sensible a la humedad. "Un bajón" lo denominaba Cristian mientras miraba al techo sin muchas ganas de hacer nada.
En un penal no todos los días son iguales, aunque eso parezca, él creía que un día lluvioso tenía la capacidad de acabar con la poca vitalidad que existía dentro. Los soles podían ser joda, violencia, mal humor, lujuria retenida, lo que fuera. Pero cuando la lluvia cae, los graffitis chorrean y sobre las paredes solo queda desolación.
Se dio vuelta intentando no pensar en el temporal, su angustia. Sabía que si pensaba en estar triste, le llegaría la culpa y se hundiría en la miseria de reconocer que merecía todo el padecimiento. Se merecía estar en la cárcel, que lo trataran como mierda. Más que nada merecía que los rostros borrosos de sus compañeros lo mirasen por las ventanas de sus retinas cada vez que intentase observar hacía los vidrios rotos colocados frente a él, filtrándose el agua.
Tras rodar un par de minutos sin conseguir ni conciliar el sueño ni limpiar su consciencia, su organismo le regaló un mecanismo de distracción.
"Me estoy meando" entonces pensó, y se dijo que lo único que debía hacer era levantarse e ir al baño. Aun siendo tan sencillo, a Cristian le resultaba una maniobra de varios minutos. Porque no, no era como si pudiese hacerlo con libre albedrío, primero tenía que ir, despertar a su compañero, decirle que quería ir al baño, esperar a que se levantara y demás. No le estaba permitido caminar sin compañía hacia ningún lado. Eso le daba más bronca todavía.
Encima el pelotudo que estaba a su cargo seguía durmiendo a culo abierto. Cosa que luego de notar le sorprendió, usualmente se levantaba minutos después del mediodía para molestarlo y decirle que lo acompañara a hacer algún que otro encargo diario. Sin embargo hoy no era así, el menor de los Borges dormitaba desde hacía ya más de dos horas. Tampoco es que fuese muy puntal, pero el horario ya había expirado.
Diosito no estaba drogado, no se había desvelado ni salido de joda la noche anterior, solo estaba echado ahí sin decir nada. Siquiera dormía, los ojos se le abrían de vez en cuando.
-Che- lo sacudió un poco, intentando llamar su atención.
El mayor giró la cabeza y lo miro con mala cara.
-¿Qué querés?
-Tengo que ir al baño.
Se quedó recalculando unos segundos, como si no hubiese entendido lo que acababa de informarle. Tomó la sabana y se tapó un poco más.
-No me rompas las bolas.
-Dale Diosito, me estoy meando.
Hoy a los malos tratos sí que no se lo bancaba, no andaba de buen humor. Además, en lo que se había quedado reflexionando sobre si preguntarle o no, ya le urgía ir.
-Vení, Moco, sentate acá.
Frunció el ceño, creyendo que le tomaba el pelo. Se acercó hasta la cama del otro y se sentó a los pies.
-Vos ya medio que me conoces, contame que te parece que me pasa- lo cuestionó con los parpados caídos, perdido en su tranquilidad.
-Que sos un pajoso, nomas no querés hacer nada.
Habría esperado que se levantara de una, dándole un sopetón. Más eso no fue lo que pasó, apenas se estiró. Aquello lo preocupó. Diosito podía ser un gil, pero era su único compinche y lo apreciaba. También comenzaba a conocerlo mejor, temía que esa fuese una de las épocas en las que el rubio se entregaba a la dejadez.
-No sabes lo lindo que es hacer fiaca en la cama.
No entendía a qué se refería con eso, cuál era su propósito al comentárselo justo a él. En medio de la confusión, atinó a ignorarlo y mirarlo con cara de culo.
-Marito dice que la forma correcta de llamarlo no es hacer fiaca, sino modorra. Tener modorra... Él y sus palabras de viejo choto- se río.
-¿Pero sabes que es lo mejor de ociar en la cama unas buenas horas? ¿A pesar de no tener sueño, no estar cansado? ¿Hasta con algo de lija?
Mutó. Hacía mucho que no se sentía así, como un alumno al que el maestro lo agarra distraído, preguntándole qué carajo pasó en mil ochocientos y pico cuando vos te habías quedado en el vago presente de la lista.
-Te estoy haciendo una pregunta, pendejo.
-No- respondió simple y llanamente.
-Hacerlo con otra persona.
Parpadeó varias veces sorprendido, ¿De verdad se estaba poniendo así de íntimo con él, filosofando sobre el amor? No lo dejó responder.
-Que te abrace y proteja, hablar pelotudeces sin estar hablando, escena matera matutina muda en una obra de teatro, solo se escuchan silenciar.
Estático, Cristian observó.
-¿Vos consumiste algo?
-No, solo son pensamientos. Me salió lo poeta, ¿No? Che, yo también pienso- dijo riéndose algo lúgubre.
Otra vez, el silencio reinó en el aire, mostrando lo tristes que ambos se sentían.
-Yo con él... Nunca pude hacer esto de mañana, porque estábamos en el patio y si nos veían los guardias nos agarraban a batazos ¿Vite? Pero a la tarde en vez de levantarnos a tomar en banda, hacíamos modorra.
-¿Y por qué no lo hicieron cuando se agarraron el pabellón?
-Porque él ya no estaba acá.
Un tiempo atrás, uno largo, había escuchado un rumor que al no afirmarse se alejó y convirtió en susurro del viento. Ahora reaparecía insistente, dejándolo ver dos cosas que antes nunca había visto en su entorno. Sentimientos e historias que quedaban enterradas bajo la arena, cosas que él no podía comprender. Sobre todo, le quedaba claro que el mundo no había comenzado al el ingresar allí, por supuesto, cada cual seguía su propio curso.
-¿Sabe'? A veces solo me quedo así, imaginando que está conmigo. Nos abrazamos sin necesidad de notarnos. Pero la presencia es real, no calor del colchón. Así lo siento más cerca.
A pesar de estar teniendo un día de mierda, el corazón se le aceleró de la conmoción. Seguía sin respuesta, todo lo que pensaba decir sonaba estúpido en su cabeza.
-¿Ahora entendés mi paja?
Tragó saliva.
-Sí.
-Bueno, no me rompas las pelotas y pedile a Barny.
Esa sonaba como la mejor opción. Se levantó de los pies de la cama, sin musitar una queja.
Antes de irse echó un vistazo más a ese chico tirado allí. Pensó en una caja de sorpresas, tanto bufón también escondía una realidad. Lo detuvo la intención de interrogar, acción que suprimió al verlo descansar contento.
Se preguntó quién sería, como se vería y donde estaría, más se contuvo. De todos modos, no tenía vela en ese entierro. Solo esperó muy dentro que existiese un pequeño porcentaje de oportunidad para Diosito, que lo volviera a encontrar, y pudieran modorrear, quitándose la tristeza a abrazos mugrientos.
Holaaaa.
Ya sé. Veinte años y un capitulo re vago.
DISCULPEN.
Entiendan que no pensaba en volver a actualizar, pero al ver que seguían comentando y apoyando la historia dije: bue, vamos a ver que onda :((. Así que prepárense para nuevos capítulos beibis.
Desde ya, perdonen si no les convence el cap...Lo hice en el día, en símbolo de compromiso.
Paso a agradecerles ya que estoy todo el apoyo y los comentarios (los cuales, como ya les dije, son esencialmente la razón por la que sigo escribiendo esta cosa), me rio con varios de ellos.
Los quiero :)
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El Marginal One-Shots
FanfictionHistorias escondidas en San Onofre. ALERTA ULTRA GAY.