Ya tenian todo listo, el vino fino que cambiaron por un fernet después de la segunda copa había sido dejado de lado: aún siendo una ocasión especial a ninguno de los dos les gustaba. La noche estaba oscura y era silenciosa, Barny y Borges no se encontraban cerca porque sabian cuando hacerle un favor a alguien, ese era el doctor. Parecía que todos dormían en el patio.
Excepto esos dos, los amantes.Tampoco podíamos decir que estaban despiertos, estaban soñando con los ojos abiertos, soñándose el uno al otro y a sus cuerpos. Cosa que se demostraba en jadeos silenciosos, risas cómplices, el casi inaudible sonido de labios chocando y manos rozando sobre la ropa.
El rubio se exaltó al sentir las manos de su compañero debajo de su musculosa, acariciando uno de sus costados de forma provocativa. Sus labios pasaron por su cuello, alterándolo, queriendo más, enredo sus brazos en su cuello, afirmándose más en él. Lo sintió alejarse, intentó atraerlo de nuevo pero no lo consiguió.-Perdón...yo no...-basiló al intentar explicarse-.
-¿Que pasa?- Diosito estaba muy confundido, no entendía el cambio repentino que mostraba el preso-.
-Es que yo...-todo se quedo en la nada, en el mismisimo sentimiento de vacío. Esta vez, la noche realmente se encontraba en estado mudo-.
-Che, Patri ¿Estas bien?-lo sacudió- Patri-.
Pasó algo que nunca había visto, algo que hasta que la fecha no volvería a ver. Siempre supo cosas que la gente no sabía sobre su amigo, pero el no solía hablarlo. Aparentaba ser fuerte o superarlo, pero nunca hablaban del tema.
-¿Patri? ¿Estas llorando? Amor ¿Que pasa? -tocó sus manos, las que escondían su rostro-.
-No puedo hacerlo, perdoname pero no puedo-.-Pero no te pongas así. Che, contame que te pasa-.
-Yo...-su mano pasó por su cara, respiró y se limpió las lagrimas, volvió a unirse- Te voy a lastimar-.
Ahí fue cuando: ese momento en el que Diosito lo notó. Patricio tenía una caja de secretos, una la cual contenía todas las palabras, las situaciones, las guardaba dentro para luego olvidarlas y esconderse profundo, como vidrios rotos apuntando a su corazón. Con solo rozar una pared, aunque fuese con una pluma iba a clavarse. Y lo haría profundo.
-No, no, mirá vení. Miráme- tomó sus manos- No pasa nada, tranqui, no me voy a...-.
-Yo lo sé, te voy a lastimar, te va a doler. No... no te quiero lastimar-.
-Mirá- sus ojos le brindaron una calidez como la que le da una madre a un hijo- Esto lo tenemos que hablar, no te podés tragar todas las piedras. Pero... vamos probando ¿Si?-.
Estiró la cara hasta él, lo besó con suavidad y dejó que continuara, ya verían lo que pasaba

ESTÁS LEYENDO
El Marginal One-Shots
Hayran KurguHistorias escondidas en San Onofre. ALERTA ULTRA GAY.