Nos despertamos un día en el reino de la hipocresía, creyendo tener el poder de tener solo un punto de vista, permitiendo que los demás nos dañen y echarles culpas. Todos tenemos la culpa, por no entender que solo tenemos conciencia de nuestra propia conciencia, y aunque la redundancia se adueñe del párrafo, es la verdad. El día que abramos la mente a la verdad de los demás, los problemas de comunicación cesarán, mientras tanto estaremos cayendo al precipicio de los malos entendidos, alejándonos de los que amamos por culpa de nuestra terquedad.