Capítulo 9

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-Perséfone ya se hace tarde pero estas ebria, ¿quieres que te lleve a tu casa? – por fortuna me dijo que ahora vivía con Artemisa y Eros.

-No estoy ebria, pero me gustaría que me lleves, si no es molestia – sonrió de una manera muy boba, pero aun así parecía linda – llamare a Eros – bostezo y saco su celular – No lo encuentro – se pasó la mano por los ojos, se apoyó en el espaldar del sofá y se quedó dormida.

-Oye no te duermas – muy tarde – pues tendré que hacerlo yo – cogí el celular y marque a Eros

Después de explicar lo que paso y de aclarar que yo la llevaría a su casa y el la recibiría, calque y mire unos segundos a Perséfone, se veía muy tierna durmiendo, demasiado linda diría yo. En eso se le cayó una tira del vestido, dejando ver el escote, me sonroje un poco, no sabía si acomodar la tira o dejarla así, pero podía ser que la tira se caiga aún más y yo no quería eso. Fui por un abrigo a mi cuarto y se lo coloque encima, por dos razones, la primera era la del vestido, la segunda es que hacia algo de frio. La cargue y me dirigí con ella a mi auto, era muy liviana y se veía como una princesa, por como la estaba cargando, la coloque en el asiento del copiloto y le puse el cinturón encima. Cerré las puertas y empecé a conducir hacia el mundo mortal, no había tráfico así que todo estaba bien, además las lunas negras ayudaban a que nadie me viera con ella, pensarían otras cosas de ser así. Pase la carretera del mundo mortal y me di cuenta de que hace mucho no venía por aquí, solo venia cuando era necesario y esta vez lo era, me pregunto que estará soñando ella. Llegamos y le marque a Eros, contesto enseguida y dijo que espere un poco, ya estaba bajando para abrir la puerta, así lo hice y mientras esperaba me di cuenta de que Perséfone estaba teniendo una pesadilla, por cómo se movía, decidí acariciar un poco su cabello y ver qué pasaba, ella dejo de moverse y sonrió, esto hizo que me sonrojara un poco. En ese momento escuche la puerta de su casa abrirse y vi a Eros, me baje del auto y cargue a Perséfone como si de una princesa se tratase. Eros sonrió y luego hizo que la dejara en su habitación, para ser específicos, en su cama, la tape con las sabanas y baje las escaleras con cuidado de no hacer ruido, como me indico Eros.

-Hades – me hablo Eros – gracias por traerla – sonrió y yo también – ten – me extendió mi chaqueta, pero yo no quería recibirla, sería una buena excusa para que ella vuelva a verme.

-No, déjala en su habitación, creo que sería bueno si ella me la devolviera personalmente – me sonroje y reí un poco

-Está bien, pero la próxima vez no dejes que ella beba de mas – se rio e hice lo mismo – adiós Hades

Cuando me retire de su casa aún estaba pensando en porque él no había dicho que no cuando le dije que ella me la entregara personalmente o aún mejor, él dijo la próxima vez, ¿acaso no le molestaba que ella y yo nos veamos? No importa, si ella confiaba en él, yo también debería hacerlo, por ahora.

Cuando llegue a mi casa Menthe estaba afuera, que loca, decidí que no me molestaría en hacerle mucho caso, no la dejaría pasar a mi casa porque había incomodado a Perséfone y aunque no lo demostró estoy seguro que se sintió muy nerviosa la culpable era ella.

-Hades ¿Por qué estas con ella? ¿Adónde fuiste? ¿Dónde está ella? – Me hizo muchas preguntas respecto a Perséfone, pero no la escuche porque estaba molesto con ella – Hades no me ignores, responden ahora mismo

-Cállate, no quiero escucharte y por favor vete ahora mismo – casi lo dije gritando – no eres quien para ordenarme algo, no te interesa lo que esté haciendo con ella – cerré la puerta y solo seguí caminando hasta mi habitación, me di una ducha y me dispuse a dormir, ya era tarde como las 2 o 3 de la mañana.

Termine de hacer mis cosas para irme a dormir y en eso suena mi celular, Menthe me estaba llamando y yo no estaba de humor para aguantarla, tenía sueño así que apague mi celular y me acosté en la cama sin pensar mucho me quede dormido

Narra Perséfone

Desperté por los gritos de felicidad de Artemisa que estaba en la puerta de mi cuarto y se acercaba a abrazarme, me sentía extraña, la cabeza me daba vueltas, pero era soportable, correspondí el abrazo y en eso entro Eros con una mirada seria, parecía a molesto, pero ¿Por qué? Esa no era mi única pregunta ¿Cómo había llegado aquí? Creí que estaba con Hades, Eros me llevo pero no recuerdo haber venido, el último recuerdo que tengo en la mente es que estaba bebiendo.

Artemisa me hablo de mil cosas, pero no menciono lo de la carrera por la inmortalidad, tal vez, solo tal vez, aun no le llegaba la carta de mi madre, decidí creer en eso y mantenerme firme a la idea de que ella no se había enterado, lo cual iba en mi plan. Ella se fue y me dejo sola con Eros, cerró la puerta y se me acerco, daba miedo cuando se enojaba, pero solo sonrió y hablo tranquilamente.

-Pese, ¿recuerdas lo que paso ayer? – me miro a los ojos y espero a que contestara

-La verdad es que no, pero parece ser malo – dije mirando hacia abajo – lo único que recuerdo es estar con Hades y beber vino, luego desperté aquí.

-Tengo que contarte lo que paso ayer, así que mantén la mente en blanco – siguió son lujo de detalles lo que había pasado – y es por eso que él me dejo esto – me tendió una chaqueta negra – él te la puso para que no tengas frio y me dijo que se la devolvieras en persona.

No podía creer que yo me había emborrachado y me había quedado dormida en su casa y el había traído hasta que en medio de la noche, necesitaba agradecérselo, pero mi celular no tenía batería, así que me prepare mentalmente para organizar lo que le diría. Decidí prepararle unas galletas a modo de disculpas y aprovechando la chaqueta iría a verlo nuevamente, pero no solo por eso sino también por la carrera, ya que la seria mi mentor y tendríamos que escoger los días de entrenamiento. Aun me asustaba el hecho de estar en esa estúpida carrera pero servía como excusa para estar cerca de él, al menos moriría feliz, eso creo. Eros también confirmo que Artemisa no sabía de qué yo estaba en la carrera de la inmortalidad, no le había llegado la carta de mi madre, como yo sospechaba, pero lo que no sabía es que el la tenía, cuando regreso a casa reviso el correo y saco la carta de mi madre, para que ella no la vea, la tuvo que quemar, fue extraño que me lo dijera, por lo que ambos reímos. Agradezco tener un amigo como el en mi vida y sobre todo que él siempre me apoye aunque no esté de acuerdo, pero esta ves él me dijo que creí que era lo correcto

Siempre estaré contigo | Hades x Perséfone |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora