3

241 26 23
                                    

No sabía con exactitud cuánto tiempo había dormido, mas su alma se sentía renovada. Miro a su alrededor encontrándose con un lugar tan blanco y brillante incluso era posible observar su reflejo. Agradecía que su apariencia no cambiara mucho, sus rasgos faciales eran idénticos, las cejas eran únicas y su piel seguía blanca cual porcelana. Los bellos amatistas que volvían loco a su octavo guardián, estaban intactos, la mayoría de sus características físicas estaban iguales como solían ser tiempo atrás, exceptuando el color de cabello que ahora era de tonalidad aguamarina. No le dio importancia al percatarse de que resaltaba sus ojos.

Caminó sin rumbo fijo hasta que se topó sin querer con una puerta igual de blanca que el resto del lugar. Estaba confundido, aunque la curiosidad fue más fuerte y sin pensarlo dos veces la abrió para observar lo que podría haber del otro lado.

Se encontraba en la habitación de la casa de escorpio.

¿Cómo lo sabía?

Fácil, la conocía como la palma de su mano. Cada noche que compartía con su amante era un deleite, tanto que guardaba en su memoria cada detalle por muy insignificante que fuera.  

°°°

—Mírate, estas igual que hace años… No tienes idea de cuánto esperaba verte nuevamente— acaricio con ternura su mejilla—.

El tacto se sentía frio y cálido a la vez. Una caricia que erizo la piel del griego, quien dormía profundamente.

—Perdóname, sé que ahora estas sufriendo mucho por mí. Cariño no tengas miedo porque siempre estoy contigo, te he amado por mil años y te amare por mil años más. Necesito que seas fuerte para afrontar la realidad, nunca olvides cuanto te amo. Te encontré… cumplí la promesa que te hice.

Inclino su rostro para depositarle un beso.

—Despierta…  

❄❄❄

Desperté con un horrible dolor de cabeza, tal parecía que el tomar una siesta era mala idea ya que mi cuerpo pesaba y dolía de sobremanera, y para colmo mis sueños eran cada vez más extraños.

—Me siento solo… Cam, cuanta falta me haces.

Hacia el fin de la noche cuando todo el mundo está durmiendo me quedo despierto y pienso en ti. Después de dar vueltas en la cama me levanto, camino hacia la ventana y anhelo en una estrella que en donde sea que te encuentres tú también estés pensando en mí. Porque estoy soñando contigo cada noche. Cada día que pasa abrazo fuerte los recuerdos que tengo a tu lado, como si mi vida dependiera de ello… y no hay lugar en el mundo donde preferiría estar que aquí en mi cuarto con tu presencia.

Soñando de ti y de mí.

—Desde tu partida estoy tan destrozado que siento que ya nada vale la pena…

Espero que sigas cuidándome.

—¿Si miraras en mis ojos podrias ver mi dolor?

¿Aún te importaría?

Tal vez suene infantil, pero espero el día en que los Dioses me permitan mirarte una última vez, ruego a cuanta deidad cruza por mi mente que me conceda el deseo de tenerte nuevamente entre mis brazos. Para decir cuánto te quiero… cuanto te amo.

Quédate a mi lado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora