Prefacio

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FITZZERLOW, LOUISIANA.
29 de Agosto.

El ataúd era más grande de lo que me esperaba, seguro que con el metro y cincuenta y siete que medía Melissa le sobraba más de la mitad del espacio. En ese momento pensé lo frío que se debía sentir estar ahí dentro, sabía que ella ya no podía sentir nada pero un escalofrío me recorrió el cuerpo.
—Hablarás después de mi, ¿vale Maya?—me dijo la señora Foster con los ojos rojos y vidriosos. Me dió la sensación de que ya no le quedaba ni una lágrima más de tanto llorar.
—Claro Linda no te preocupes.

La gente estaba entrando a la sala todavía, todos iban vestidos de negro y el ambiente era frío y tenso. Se escuchaban sollozos y el señor y la señora Foster iban recibiendo a los invitados a la entrada, agradeciendo el pésame de cada uno de ellos.
Mis padres estaban sentados juntos; hacía unos dos años que no se veían en persona. Me entristecía demasiado que el motivo causante de que hubieran vuelto a verse cara a cara había tenido que ser la muerte.

La siguiente hora y media transcurrió como lo previsto. Linda ya estaba bajando las escalerillas del lugar donde se situaba el púlpito, había dado un discurso precioso y podría arriesgarme a decir que nadie de los presentes en la sala había podido contener las lágrimas al escucharlo. Me puse en pie y esta vez yo me dirigí al púlpito, llevaba el panegírico en las manos y sudaba.

La muerte de Melissa era para mi tan dolorosa como habría sido la de mi propia madre.

—Hola a todos —dije con la voz un poco entrecortada—. Hoy estoy aquí para hablar sobre Melissa, mi hermana. Un análisis médico diría que no somos hermanas porque no compartimos la misma sangre, pero Melissa me conocía mil veces mejor de lo que jamás me habría podido conocer una hermana gemela.

Melissa era de esas personas que sabes que siempre van a estar a tu lado, ella me sostenía cuando todo lo demás a mi alrededor se derrumbaba. Cuando había tenido un día horrible Melissa se colaba por la ventana de mi habitación, traía una tarrina de BEN&JERRY'S y se pasaba todo el día viendo conmigo la saga completa de Twilight —no pude contener las lágrimas al recordar todos los momentos que habíamos vivido juntas. Melissa era sin duda la persona que mejor me conocía en el universo, llevábamos siendo amigas desde el día en que nací.

Miré la sala, me había quedado callada y todos esperaban que continuara. Cogí aire y continúe leyendo: cuando no nos pasábamos la tarde entera viendo pelis y comiendo helado me arrastraba fuera de casa y me llevaba a alguna fiesta. Recuerdo el día que nos hicimos un tatuaje juntas, no nos lo pensamos dos veces, vimos la tienda y entramos como una bala —miré inconscientemente la M² que tengo tatuada en la muñeca y que Melissa tenía exactamente igual.

>>Incluso después de mudarme a Oregon nunca perdimos el contacto, nos llamábamos todas las semanas, nos veíamos cada mes cuando yo venía a visitar a mamá, y siempre nos hacíamos escapadas los fines de semana y nos íbamos de excursión a buscar alguna aventura. Teníamos una lista interminable de sitios a los que íbamos a viajar juntas.
Este año ella empezaría la universidad en Columbia y estoy segura de que habría sido la mejor bailarina que el mundo habría conocido, porque Melissa era una bomba, era una bomba que cuando explotaba arrasaba con todo a su alrededor, y si tenías suerte te arrastraba su desastre y te enamorabas de él.

Dentro de trece días era su cumpleaños, habría cumplido dieciocho y yo la iba a regalar un viaje a Islandia juntas... pero anoche a las 5 de la mañana un hombre cogió el coche habiéndose tomado dos cervezas de más y acabó con su vida, seguramente ocurrió igual de rápido que cuando soplas una vela, y en una milésima de segundo acabó con todo lo que Melissa era y con todo lo que podría haber sido.—sollocé— ¡Y no es justo! me la arrebataron demasiado pronto, demasiado... -mi mente se nubló y ya no podía pensar con claridad, solo recordaba a Melissa-porque yo...—rompí a llorar— yo no sé cómo seguir sin ella —no pude continuar leyendo porque las lágrimas no me dejaban ver ni pensar con claridad.

Cuando seamos humoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora