Tal como habían dicho, a las seis de la tarde yo ya no estaba en la habitación, estaba en una silla con ruedas ya que no podía caminar y me estaban llevando a uno de esos monstruos de metal y plástico. Durante todo el trayecto grité a todo pulmón que no quería ir, pero nadie parecía tomar mi opinión en cuenta, agregando que no entendían nada de lo que les gritaba. Cuando ya estaba en el medio de transporte, que descubrí que se llamaba auto, simplemente me dediqué a mirar por la ventana y observar el mar que me llama a sumergirme en él y desaparecer. De vez en cuando podía ver por el rabillo del ojo como Joaquín me miraba con una cara preocupada. Se le notaba que estaba preocupado por algo y yo pensaba que era por tener que cuidar de mí. A mi parecer nadie me podía querer en ninguno de los dos mundos. Siempre iba a ser repudiada e iba a estar sola. El trayecto no fue muy largo, no más de media hora y llegamos a una vivienda enorme de humanos que tenía un bosque por un lado y por el otro estaba el mar. José me ayudó a bajar del auto y a sentarme en la silla de ruedas y me empujó hasta la entrada.
La vivienda era espaciosa, de colores claros y muchos ventanales que daban tanto al bosque como al mar. Había un patio trasero; por el lado del bosque, enorme con animales en él, tres perros y dos jaulas grandes de conejos. Por un costado del patio se podía ver un camino que yo supuse llevaba al mar ya que la casa estaba en altura y el mar se encontraba casi bajo esta. Joaquín me llevó hasta el lado de la casa que tenía la mejor vista al mar y me adentró en una habitación, me ayudó a sentarme en la cama y se fue. La habitación tenía una decoración muy simple por lo que supe inmediatamente que no tenía un dueño específico. Tenía un gran librero que cubría la mitad de la pared y estaba hasta el tope de libros. Como pude me acerqué hasta este y tomé uno de encuadernado duro y de color rojo que había llamado mi atención. Al principio pensé que no entendería nada de lo que estaba escrito, pero el título de la obra lo pude leer tan claramente como a las corrientes del mar. "Moby Dick". Me apresuré a llegar nuevamente a la cama y sumirme en la lectura. Los libros que tenía en mi hogar eran distintos, hechos con piel de algunos animales marinos, el encuadernado más difícil de encontrar era el de tiburón blanco, las hojas eran mucho más duras o mucho más suaves, dependiendo de si eran de coral, alga o arenilla compactada. La escritura se realizaba con baba de caracol para los libros más simples y tinta de pulpo con sangre de cualquier animal muerto para los más elegantes. La escritura era toda hecha a mano por lo que cada copia era única y usualmente se usaba la cola de una manta raya o huesos de animales trabajados. En cambio, este era muy parejo en todo, la tinta era completamente negra, no media rojiza o morada, las páginas de todos los libros que toqué se sintieron iguales y el encuadernado estaba pegado, no cocido con piel y pegado con baba de caracol marino. La textura de aquel libro era diferente, pero al fin y al cabo cumplían el mismo objetivo, entretener y eso era lo que necesitaba, entretenerme y distraerme de todo lo que me estaba sucediendo.
No me tomó mucho tiempo terminar mi lectura, la costumbre había logrado que fuera bastante rápida al leer. Al terminar no quise tomar otro ejemplar así que me levanté de la cama y salí por la puerta para explorar la vivienda humana en la que, al parecer, me quedaría por bastante tiempo. Era muy espaciosa y bien iluminada. En todo mi recorrido no me encontré a nadie por lo que no tuve vergüenza alguna de caminar sujeta a las paredes para no caerme. No avanzaba muy rápido y me tropezaba con mucha frecuencia, pero prefería intentar caminar ya que algo me decía que necesitaría poder hacerlo bien. Todo era grande, los adornos, las ventanas y las pinturas. Era muy distinto a lo que yo conocía. Fui revisando una a una las habitaciones hasta que llegué a la cocina donde me encontré con Joaquín.
- ¿Qué haces fuera de tu pieza? Necesito que no salgas de ahí hasta que te valla a buscar. Antes de que mi esposa y mi hija te vean prefiero hablar con ellas para que estén al tanto de todo. Vuelve por favor, ¿necesitas ayuda?
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Los Secretos del Mar
FantasyPortada por: Constanza Gallardo Todos los derechos reservados