II

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El desayuno con su familia puede ser incómodo, particularmente cuando se ve que su madre tiene algo que mencionar.

— Padre, madre. Se reclina caballeroso, dedicándole media sonrisa a su madre y un vistazo cómplice a su padre.

En esta oportunidad, Taehyung asume que el tema estelar de la mañana es indudablemente su soltería. Para la Señora Kim la idea de hacer que su hijo forme un vínculo sentimental estable, se había sembrado con bastante escrupulosidad desde hace varios días, la reciente visita de una amiga de la infancia al hogar de los Kim suscitó un sin fin de arreglos desmesurados.

Elizabeth, una jovencita del Norte de Inglaterra. Buena familia, buena educación y un fascinante aspecto femenino. Vino el martes en un landó de cuatro corceles con la excusa de querer refrescar sus memorias pasadas y escribirlas en un manuscrito que luego debería ser examinado por la Señora Kim, antes de su previa publicación. Y como era de esperarse su madre quedó encantada con la muchachita.

A partir de aquella impresión, la Señora Kim no ha desechado la ilusión de emparejarlos en cada ocasión posible.

Los platos ya están puestos sobre la mesa, así como las copas e utensilios. Comen en silencio hasta que su madre dice.

—Mi querido hijo— ¿Sabías que Lizzy adora el arte?

Taehyung respondió que no.

—Pues así es—Insistió ella.—Ha pintado lienzos maravillosos de los que estoy muy asombrada.

Taehyung alzó las cejas y la miró con admiración fingida. Elizabeth en realidad le parecía muy bonita, tenía los ojos grandes y el cabello rubio ceniza, era alta y esbelta con los brazos elegantemente finos. Sus cachetes rosas, pestañas largas y rostro simétrico la hacían un blanco perfecto para cualquier retratista ambicioso.

Sin embargo, pese a su extenso intelecto y gran variedad de dotes. Taehyung no conseguía ver una relación de carácter romántico junto a ella.

Para el era, simplemente una niña risueña que conoció hace tiempo.

— Debo concluir que su arte es el motivo por el cual usted habla referente a su persona día y noche. Taehyung limpió la comisura de sus labios con una servilleta, expectante a lo que su madre comentara a continuación.

—Querido ¡No seas tan ingenuo! Debes saber que estoy pensando casarte con ella.

—¿Ese es el motivo? Su padre interviene repentinamente, como si hubiese acabado de analizar el intercambio de palabras en ese instante.

—¡Por supuesto! Es probable que se enamore de él, por eso debes ir a recibirla tan pronto como regrese a Londres.

—Madre, me adulas. Pero no estoy interesado.—

—En tales casos, lo estarás pronto.

—No se lo garantizo.

—¿Qué significa esa respuesta?

—Significa que se me ha acabado el apetito, han de disculparme Señor y Señora Kim pero me siento bastante indispuesto.— Taehyung se levanta, inspecciona las caras sorprendidas de sus progenitores por última vez antes de finalmente retirarse del comedor.

El desánimo personal habitualmente no poseía un espacio en su biografía, pero de cuando en cuando surgían momentos en los que Taehyung se cuestionaba, se cuestionaba cada diminuto detalle de si mismo.

Hizo su camino al jardín con pasos acelerados y descuidados, echándose sobre las hojas anaranjadas y amarillas de otoño comenzó a meditar. —Estoy seguro de que lo entenderé pronto.

El viento levantó algunas hojas que se estacionaron sobre su rostro, los grillos recitaban sus loores etéreos mientras el hacía ademán de contemplar pacíficamente.

—El invierno se aproxima.

Taehyung se sobresaltó al escuchar esa voz, las hojuelas que se habían enredado en sus hebras ahora desordenadas, cayeron por su brusca reacción. Taehyung se apartó arisco.

—¿Por qué me haz seguido? Preguntó desdeñoso.

Jungkook mueve la cabeza un poco a la derecha, el en verdad no está comprendiendo. —No lo he seguido, joven Kim.

Un largo silencio.

—Mientes. Tae resopló. —He de suponer que mi madre te mandó.

Jungkook negó.

—¿Cómo es que no estás en la casa con los demás sirvientes?

—Pertenezco a este lugar. Jungkook desplegó los brazos, entretanto una ráfaga de aire elevaba su cabello, sus miradas se encontraron y un extraño sentimiento se apoderó de Taehyung. Quedó perplejo, le desconcertó que el azabache pareciera en efecto, estar viéndolo. —¿Qué ocurre?

        Taehyung se incorporó en seco. —Nada, necesito caminar.

—Uh ¿Jungkook?

       —Joven Kim.

      —Acompáñame.

      —Como usted desee.

Jungkook cuenta sus pisadas, y presta oídos a Taehyung quien habla de los distintos especímenes de árboles, de las flores más escalofriantes y de las combinaciones de acuarelas en tela, lo cual le resulta frustrante a veces al no conectar con el color ansiado. El cita frases de algún libro leído y divaga otros tantos. Jungkook solo le dedica una sonrisa fugaz. Ojalá el también pudiese ver esos colores, colores en los árboles y colores en la flores, ojalá cometiera errores al pintar con las acuarelas. Ojalá pudiera verlas.

      Ojalá es una palabra tan simple, tan distante.

    
❄️

Nota de la autora:

Cada voto es una motivación mía para seguir escribiendo, agradezco a los que hasta ahora han votado por este fanfic. (A pesar de ser un poco confusa.)

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⏰ Última actualización: Aug 24, 2020 ⏰

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El Violinista del Invierno | Taekook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora