En mi mente todas esas cosas son como dagas, el sangrado no para y no deja de doler. Diste la vuelta, te fuiste y me quedé ahí. Ya no te podía ver, sentirte y volteaste tu cara.
Cada vez que vuelves me haces daño, y lo acepto como un tonto, pero está vez no será así.
Es difícil comprender que ya no te podré ver, ni sentirte… así que mejor vete, camina lejos y dame la espalda, y no voltees ni un solo momento…