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Manos fuertes.



—Esto es lo que él necesita.

La sonrisa de Himuro provocaba cierta incomodidad y le traía inseguridades a Ureshi quien solo contemplaba hasta donde podría llegar esta pelea.

Yi Jien tenía sus manos algo fracturadas pero esto no es nada. El enorme hombre después de un comienzo intenso por fin decidió tomarse enserio la pelea optando por una guardia distinta a la del principio.

—Karate...

El nombre de esa arte marcial aún resonaba en su mente, para Kenzo quien es un inocente y inexperto en este tipo de mundo sólo podía emocionarse ya que sentía a su oponente estar dando el máximo ahora mismo.

—Si tú te lo tomas enserio, yo también lo haré.

Sonriendo de oreja a oreja, luego de estas palabras se lanzó hacia él, quien a diferencia de antes se mantenía quieto y en espera de cualquier acción de su agresivo oponente. Yi Jien estaba en calma, sereno como un árbol recién florecido, sin duda alguna había dado un cambio, esa tranquilidad incomodaba hasta el público pero los veteranos viendo sus combates saben que está es su verdadera forma de luchar y ahí es cuando es más peligroso.

Kenzo no sabe a lo que se enfrenta, pero él también se ha estado limitando hasta ahora, pero no hay razones para contenerse cuando su oponente por fin está dándolo todo en el combate. Según el menor, es más divertido luchar estando a la par con tu oponente. Pero esto no era lo que se esperaba.

Las palmas de las manos de Jien se atascaron en él como dagas, golpeando puntos vitales de su cuerpo, el joven se retorcido y quejo al sentir el inmenso dolor de cinco puntos vitales recibir tales golpes directos. Eran como una lanza.

Ureshi sonrió y llevó su mano al mentón.

—No hay manera en la que él pueda ganarle a Jien.—mencionó.

—El karate no es invencible, Ureshi.

—No, pero él sí lo es.—amplió su sonrisa.

Yí lien sonrió, burlesco, ver a su molesto oponente retorcerse del inmenso dolor le causaba gracia. Kenzo lo miró con el ceño arrugado, irritado y sorprendido a la vez. No se esperaba ese ataque.

—¿Qué sucede muchacho?, ¡ven, como lo hacías antes!—provocó Yí lien.

El joven no perdió más tiempo, se abalanzó como una bestia salvaje contra su enorme contrincante; una mala elección. El resultado fue el mismo, el dolor punzante en sus puntos vitales lo desvalanceo, sangre escurria de su boca junto a ese grito ahogado. El ring se tiñó de la sangre de Kenzo.

Himuro estaba espectante de la situación, pero su expresión nunca cambió. Sin embargo, Ureshi sonreía pensando en una victoria segura.

Yí lien estaba satisfecho por la humillación que le propinaba al muchacho. En medio de esa arrogancia, Kenzo se detuvo, y miró con una expresión más tranquila y curiosa al grandulon, esto sólo le trajo una mala sensación al más viejo.

—A ver... Supongo que es así...

Kenzo murmuraba algo, el contrario no podía escucharlo pero se notaba a leguas que planeaba algo. No aprovecho el momento para atacarlo ya que reconocía que su oponente es muy fuerte.

Experimento Yujiro. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora