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Yuto notó la sonrisita boba de Wooseok, quien miraba su celular mientras tecleaba alguna cursilería

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Yuto notó la sonrisita boba de Wooseok, quien miraba su celular mientras tecleaba alguna cursilería.

—Hongseok es un gran chico, ¿no?

Rojo hasta las orejas, Wooseok palmeó el aire y rió avergonzado.

—Ignórame, soy un tonto.

—Te enamoraste— Yuto notó que el menor negó levemente. —Sí, lo hiciste. Mírate, sonríes con un mensaje tonto que tú normalmente repudias y seguro que le respondiste de la misma forma— y, en más voz más baja, concluyó: —Yo hacía lo mismo con Hyunggu.

Sentado en un banco de plaza, miró a la gente a su alrededor. ¿Cuántas habrán hecho ese tipo de tonterías por la persona que los tenía volando? Yuto lo hizo.

Gastaba su dinero en cosas tiernas, como algodón de azúcar.

Pero, si es tan bonito, ¿por qué termina tan trágicamente? Todo lo que sube, tiene que bajar; pero cuando Hyunggu lo hizo volar, olvidó las leyes de gravedad.

Ahora que lo pensaba, quizás nunca voló en primer lugar.

rome | yuki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora