❝𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐣𝐮𝐧𝐭𝐨𝐬❞ -𝑷𝒍𝒂𝒏𝒄𝒆-

u n o

Hoy había pasado de nuevo, aquella rutina extraña que hacía el moreno cada 27 de Julio. Lance dejaba cualquier broma de lado y aunque su actitud risueña no se iba, esa pequeña faceta de seriedad y melancolía podían verse por breves momentos.

Pidge hace mucho que llevaba este seguimiento con el castaño, al principio pensando que era una clase de manía o un ritual extraño pues porque todo lo que rodeaba a Lance Mcclain era extraño. Sin embargó está vez había decidió ir más allá que solo observar, asi que se puso a investigar.

¿Que fenómenos rodeaba aquel 27 de julio? Nada relevante, hasta donde ella sabía. ¿El lanzamiento de una novela, la finalización de una serie, el día opuesto?
Nada de le ocurría.

Conocía que ese día, Lance conservaba su dispositivo personal—una tecnología Alteana que asemejaba las funciones de un celular—siempre en su mano, este lo veía cada 2 horas. Primera pista
Ahora, este dispositivo que les proporciono la princesa fue dado a cada paladín de modo de entretenimiento o de utilidad, la oji-miel era muy obsevadora así que deducía que utilidad le daba cada uno de sus compañeros en la nave sin necesidad de preguntar, pero otra vez, la extrañeza rodeaba a Lance y a él era el único al que no podía adivinar que usos le daba. Y así, de vuelta al principio.

El día 27 estaba por acabar, el oji-azul había cumplido —raras veces—sus tareas asignadas a tiempo, de modo que reviso por última vez su celular y pareció sonreír con pesar; en la cabeza de Pidge, la pequeña científica del grupo, no cabía cómo era posible ese cambio de actitud tan repentina, le preocupaba que cada año que llevaba siendo una obsevadora, esa sonrisa se viera más rota.

La oji-miel estaba corriendo contra reloj; las misiones y tareas respectivas habían sido completadas por todos—si, aunque Pidge estuvo observando al moreno, también se mantenía atenta a su tarea— ahora lo que seguía era otro sencillo entrenamiento para vincularse cada uno con su león y por ultimo estaba la  cena que servía Hunk, exactamente a las 9, una hora después del entrenamiento para darles chance a los chicos de asearse. El paladín amarillo odiaba los retrasos, así que ahí eran todos puntuales y uno a uno se retiraba por su parte para dormir; Keith fue el primero, volvería a entrenar sus disparos, Shiro se fue con Allura para planear estrategias, Hunk lavo los trastes utilizados y se retiró dándoles una sonrisa ambos paladines. Pidge fue entonces que se sintió incómoda, no por estar a solas, si no porque algo en su pecho dolía ahora que veía bien ese rostro moreno. Pecas y algunas ojeras eran pasadas por alto por el color oscuro de la piel de su amigo.

—Si no te gusta, solo deberías decirle a Hunk, sabes que no se va a molestar—saco de sus pensamientos aquella voz calmada que jamás espero escuchar de parte del moreno.

Más misterioso rondaban por el oji-azul y estaba segura de que no era solo relacionado con ese día.

La castaña recordó entonces las situaciones en las que ella y Lance quedaron solos, después de que revelará el que era una chica. Recordó que el cambio en la actitud del moreno hacia ella había cambiado, no  de manera negativa, de hecho le agradaba un poco ya que él parecía estar más conciente de que era una chica y por lo tanto la trataba con un poco de más respeto, pero el sentimiento de "colega" quedaba ahí y era en ese momento que Lance olvidaba cualquier género y se acercaba a ella para jugar el lanzamiento de un nuevo videojuego galáctico que rodeaba por el universo.
Recuerdos y situaciones así de pequeñas fueron que ayudaron a Pidge a darse cuenta que tenía un poco de más conexión y confianza con Lancé que con otros.

—No es eso, ya lo acabo—dicho eso, no tardó y ya estaba de pie junto a Lance saliendo juntos de la cocina.

A decir verdad, el paladín verde quería seguir en cautela a su compañero, pero aún debía saber si está fecha era algún acontecimiento importante y un feo presentimiento la orillaba a saberlo si o sí.