5 de octubre de 1914
Se cumplían siete meses de nuestra vida en Paris. Estar juntas nos hacía muy dichosas, pero no todo era un lienzo lleno de luz y color. A pesar de que la mentalidad en aquel país era algo más abierta, no podíamos exponernos, pero eso no era una novedad. Yo estaba hecha a la vida allí y lo tenía más fácil. En cambio, para Camino todo resultaba más dificultoso. Sin embargo, mi joven amante no es de las que se amilana. Se esforzaba mucho en aprender el idioma a la vez que acudía a las clases de arte. Más de una vez había terminado dormida mientras estudiaba. Si supiera que en todas me he sentado a contemplarla cuando sucedía.
Pero últimamente estaba extraña. Lo notaba en su mirada, en sus gestos...sabía leerla a la perfección. Por ello entendía que no me lo dijera. Aun así, no me quedé de brazos cruzados y actué en consecuencia.
Cinco meses antes
—¿Quién era? —preguntó pincel en mano
—El cartero—dije mientras comprobaba el remitente
—Últimamente recibes muchas...—su tono denotaba cierta molestia
—Es por la galería, el dueño siempre está muy ocupado y le encanta cartearse con sus socios—dije con toda la naturalidad que pude
—Claro si la galería...—suspiró. Empezaba a mosquearle de verdad aquellas cartas, sobre todo por mi actitud ligeramente recelosa cuando las recibía. No me gustaba ocultarle nada, pero era por una buena razón.
Acudí a la habitación y la escondí bajo una de las tablas junto a la cama con el resto, para leerla cuando Camino no estuviera en casa.
. . .
—Veo que no soy la única que recibe cartas—dije divertida antes de sentarme frente a Camino en aquella terraza de la cafetería a la que solíamos ir a merendar
—Al menos la mía es de mi hermano—contestó de nuevo con el tono
—¿Aún sigues con eso? No te negaré que Sophie me escribe, pero es solo por formalidades de la escuela—dije sincera
—Formalidades...—repitió mirándome por encima de la carta entrecerrando los ojos
—Sabes de sobra que solo tengo ojos para ti—susurré acercándome un poco poniendo mi mejor sonrisa
—Bueno...—contestó cediendo ante mi encanto
—Y dime ¿Qué tal están? —pregunté para desviar el tema y que recuperara la sonrisa, pero por desgracia no fue así.
—No muy bien...—dijo mordiéndose el labio—el embarazo se ha complicado y Cinta está ingresada
—Oh...—dije ligeramente sorprendida—Camino escucha, Cinta es fuerte y tu hermano está a su lado, todo saldrá bien al final—quise infundirle ánimo y sabe dios que de haber podido habría acariciado su bello rostro en ese momento, asique en su defecto rocé levemente su mano. Ella se estremeció al contacto.
—Eso espero Maite, eso espero...
15 de octubre de 1914
Me encontraba frente al espejo de la habitación adecentando mi peinado. Aquel día era importante y me levanté pronto para ultimar detalles, y menos mal, porque mi joven amante decidió que una ducha juntas era la mejor forma de empezar el día...y yo quería complacer todos sus deseos.
Me estremecí al sentir sus manos alrededor de mi cintura y la cercanía de su cuerpo. La miré a través del espejo. Aún tenía el pelo ligeramente mojado. Varias gotas cayeron sobre mi camisa blanca. Me mordí el labio, en sus ojos podía verse ese brillo de quién quiere hacer una travesura.
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Tu felicidad es la mía
RomanceMaite y Camino están en París, viviendo su vida de ensueño. Pero no es oro todo lo que reluce, vivir en la capital francesa supone dejar cosas atrás. One shot Maitino Los derechos de los personajes no me pertenecen, les corresponden Acacias 38 y bo...