— "Nada más que un beso" —
Monasterio
Observaba como todos disfrutaban, hasta Tokio, quien era la persona que nos había reunido aquí. No conocía del todo bien los sentimientos de Tokio en este momento, pero sabía que se estaba desmoronando por dentro; lo sabía porque me había pasado. Solte un suspiro escuchando la risa de Cincinnati, el pequeño jugaba con su madre y de vez en cuando me sonreía.
Martín se había acercado más a mí, en su mayoría para contarme sobre su relación "para nada personal" con Helsinki. No opinaba al respecto, ya que sabía que me dolía el hecho de que jugará con mi amigo y que el amor de mi vida se estuviera enamorando de otra persona, pero finalmente tenía miedo de ser rechazada.
— Portland, ¡tía! —escuchó a Nairobi llamarme, logrando que me gire y la mire.— Ven, tienes que ver a esta cabrita.
De alguna manera estaba acostumbrada a esos hermosos animales, desde que vivía en el monasterio, los monjes me pedían ayuda para alimentarlos y Andrés nunca se rehuso de que lo hiciera. Creo que era la única cosa que me dejaba hacer de verdad.
Me acercó con una sonrisa en mis labios. Me siento delante de las dos chicas haciéndole caricias a la cabra, Nairobi me mira.
Tokio le estaba dando leche a la cabra de un biberón, aquel acto me hizo reír:— Mira, parece que no ha roto ni un plato —Tokio suelta una risa acariciando al animal.—, que mona eres. ¿Que están haciendo esos dos locos? —pregunto mirando a Sergio junto a Raquel haciendo algo.
— Ni idea —respondió Tokio sin mirarme.
— Han estado así toda la tarde —continua Nairobi posando su mirada sobre ellos y colocando sus brazos sobre sus piernas.
Se guardó un silencio tranquilo en el aire, un silencio que poco a poco iba consumiendo mi mente y haciendo que pensara en lo peor durante esos escasos segundos de silencio. Tenía miedo.
— Chicas, ¿están listas? —cuestione. Ambas me miraron para después mirarse entre si.—, el atraco será complicado.
— De ahí salimos todos, Portland, todos como el equipo unido que somos —Nairobi toma mi mano dándome una sonrisa.
Me límite a sonreír, entonces la cabra corre hacia mis brazos pidiéndome que le diera unas caricias, ya que lo había dejado de hacer. Me río en voz baja. Observó a mis compañera sonreírme sinceramente.
— ¿Y como os fue en vuestros destinos?
Nairobi se rió:— Bien, Helsinki es todo un amor. Nos la pasamos bailando, es muy divertido ser su compañera —asentí.
Observó a Tokio, la mujer guarda silencio; entendía como se sentía, era complicado todo lo que estaba sucediendo y su situación no era la mejor en aquel instante. Tenía miedo de perder a Río, tal y como yo tuve miedo de perder a Andrés.
— Todo estará bien, recuperaremos a Río —prometo tomando su mano.
Conocía a Tokio lo suficiente para decir que ella no podía vivir en una puta isla caribeña al medio de la nada, ella necesitaba de la fiesta y de la ciudad para vivir, sin importar si no estaba con el amor de su vida.
— ¿Y a ti cómo te fue, Portland? —pregunta Nairobi mirándome.
— Eh, bien. Francia es hermosa, agradezco que Sergio me dejara ir ahí. Hay tíos buenísimos, me distraje mucho —sonrío.
Tokio me mandó una mirada picarona haciendo a Nairobi reír:— ¿Y no te enamoraste de alguno? —niego soltando una carcajada.
— ¡Claro que no! —alcé las cejas sonriendo.—, tengo los ojos puestos en alguien más.
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𝙿𝚒𝚜𝚝𝚘𝚕𝚊𝚜 | 𝙿𝚊𝚕𝚎𝚛𝚖𝚘
FanfictionEstaba al borde de la muerte, pensando en mi vida,en lo rápido que puede suceder algo y en lo rápido que nos podemos ir. Tomando la mano de la única persona que quería a mi lado en este momento y el resto de la vida. ~ Aveces la muerte es la mejor o...