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Unos adormecidos ojos celestes se encontraban viendo la ventana, admirando como la nieve caía de una forma lenta y tranquilizante, cada vez estaba más cerca de amanecer. Su cabello acabó encima de sus pestañas, logrando que su vista se desenfoque, cerró sus ojos suspirando y, acompañando su cabello, oculto sus parpados con la palma de su mano.

El rechino de la puerta hizo que abriera sus ojos nuevamente, cuando miró en esa dirección se encontró con sus dos amigos azabaches, ocultos entre tanto abrigo y pequeñas gotas de nieve que se derretían lentamente. Ellos cargaban con tres bolsas rellenas de ropa, una sonrisa sincera se formo en los secos y finos labios del rubio. ― Volvieron. ― Mencionó, sentándose en su camilla para poder hablar cómodamente.

― ¿Armin? ― Habló Mikasa, llevándose una mano al pecho. ― ¿No descansaste nada? ― Preguntó la chica con obvia preocupación.

― Lo siento. ― Habló Armin, encogiéndose de hombros. ― No pude dormir nada. ― Respondió apenado, rascando su nuca ligeramente.

Levi chasqueó su lengua, algo molesto. ― ¿Era necesario ir a esta hora? ― Preguntó el azabache, viendo a la chica con el entrecejo fruncido.

― El clima iba a empeorar si no íbamos ahora. ― Habló Mikasa, mirándolo de la misma forma.

― Mikasa, son las cuatro de la mañana. ― El azabache mencionó ahora mirándola con cierto sarcasmo.

Armin rió levemente y suspiró, los dos en frente de él ahora lo observaban. ― Por fin nos vamos a ir. ― Levantó un poco su cabeza. ― ¿No? ― Preguntó, y su sonrisa creció de un momento a otro.

Levi dio unos pocos pasos y dejó la bolsa de ropa perteneciente a Armin a un lado de su camilla, junto a la llave de su casa.

― Lamento haber robado tu llave. ― Mencionó el azabache, bajando su bufanda azulada ligeramente, para que su voz pueda escucharse mejor. ― Fue para traerte ropa.

El rubio negó con la cabeza observando los ojos del chico, luego fijándose en la bolsa inmensa de ropa. ― No te preocupes. ― Desató el nudo que tenía aquella bolsa, para ver su interior.

― Nos podemos ir dentro de unas horas. ― Habló Mikasa, sonriendo para el rubio de una forma dulce. ― ¿Por que no aprovechas y descansas? ― Preguntó, incitándolo a que duerma aunque sea unos minutos.

Levi se interpuso donde las miradas del rubio y la chica se unían, quitándose su campera húmeda para colgarla en el pequeño gancho que sobresalía de la puerta de la sala. Armin asintió ante la muchacha, justo antes de acomodarse y cerrar los ojos.

Mikasa arrastró un asiento de madera hacia la camilla donde descansaba el rubio, sentándose a un lado de él mientras lo observaba con una pequeña y tierna sonrisa. El rubio, manteniendo sus ojos cerrados, sufría de escalofríos por el congelante ambiente de los afueras, que se infiltraba en la habitación.

― Creo que tiene frío. ― La chica se sintió apenada al verlo temblar de esa forma y, al terminar de hablar, no pensó dos veces en quitarse su abrigo para tapar al muchacho con este.

Levi se encontraba cruzado de brazos, mirando a la chica con una suave mirada. Apoyaba su espalda en la puerta, justo a un lado de donde su abrigo colgaba. ― Si tienes frío, no le des tu abrigo, Mocosa. ― Dijo con cierta ironía, viéndola con su inexpresiva mirada habitual al ver que ahora era ella la que temblaba.

― Estoy bien. ― Mencionó, negándose a quitarle su abrigo al rubio. ― No importa. ― Ella sonrió al ver que el rubio soportaba el frío gracias a su abrigo.

El azabache se quedó mirando a la chica unos segundos, antes de bajar su vista. Tomó en cuenta la bufanda que tenía puesta y, cerró sus ojos, comenzando a acercarse a la muchacha con pasos tranquilos. ― Entonces... ― Se quitó la prenda que cubría y mantenía caliente su cuello, enrollándola al pálido cuello de la chica. ― Aunque sea, usa esto. ― Sugirió, dándole unas pequeñas palmadas en la cabeza al terminar de darle la bufanda.

𝘎𝘓!𝘛𝘊𝘏 - ❝𝓡𝙞𝙫𝙖𝓜𝙞𝙠𝙖❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora