Capitulo 3

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Despierto toda sudada y agitada. El recuerdo del hombre del gimnasio me atormenta a la vez que me calienta. Fue imprudente de mi parte tener sexo con un desconocido. No hay excusas que valgan.

Me meto a la ducha y siento como el agua recorre mi cuerpo a la vez que pienso en la manera en que me toco.

Me descubro a mi misma preguntándome quién es. ¿Lo volveré a ver? ¿Sabra quién soy? Sacudo mi cabeza. Es imposible que el sepa quien soy.

Doy por terminada mi ducha y me seco pasando la toalla por mi cuerpo. Me mareo un poco y culpo a el vapor que se formo en el baño gracias a mi ducha caliente.

¿Será posible que lo vuelva a ver? Niego con la cabeza ya que soy consciente de que me estoy obsesionando con él. Me visto y salgo del apartamento luego de haberle dado de comer a mi perro. Me detengo en el primer parque que encuentro y me siento en una banca. El fresco aire de primavera inunda mis sentidos y despeja mis pensamientos.

Veo a las familias reir y divertirse. Por un momento me llena de melancolía el no haber disfrutado de todo eso en mi niñez. Es ese el momento el que me lleva a desear tener un hijo al que querer y demostrarle lo mucho que lo quiero, enseñarle sobre las pequeñas cosas de la vida y que no importa lo que pase siempre tiene que perseguir sus sueños. Me levanto de el banquito y siento nauseas y de repente todo se vuelve negro.

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Me pierdo entre la consiencia he inconsiencia y siento el impulso de abrir los ojos. La tipica luz brillante me ciega por lo que tengo que volver a cerrarlos no hay que ser muy genio para adivinar que estoy en un hospital gracias a el olor ha desinfectante y la luz mas cegadora que los focos de luz en una sesión de fotos. Lo único que me aturde es la razón de mi presencia en un hospital, la cual es desconocida para mi.

Vuelvo a abrir los ojos a pesar de que me molestan gracias a la iluminación. Luego de que se adapten miro a mi alrededor y no me sorprendo al no enontrar a nadie. Que tonta! Como si fuera a haber alguien. Estoy sola. Ese pensamiento me trae un leve dolor al pecho pero decido ignorarlo. Hay dolores con los que debes aprender a vivir.

Observo un poco mas y me entran ganas de ir al baño. Me levanto con cuidado y siento otro mareo. Luego de esperar un momento a que se me pase me levanto y me dirijo al baño. Luego de terminar mi asunto escucho como abren la puerta de la habitación y una voz rasposa, masculina y terriblemente conocida me llama.

- Señorita, su estado es un poco delicado. Necesita reposo.- dice esa voz tormentosa luego de tocar la puerta dos veces. Como no puede ser el? El recuerdo de esa voz me ha atormentado desde el día en que nos conocimos.

- Salgo en un momento.- le digo y me mojo un poco la cara para salir de mi aturdimiento. Abro la puerta lentamente y mi atencion se centra en el hombre parado en la habitacion con lentes y una bata de medico.

El al escuchar la puerta abrirse comienza a hablar.

- Yo soy el doctor Rodriguez y voy a estar atendiéndola por el día de hoy. Sus niveles de hierro están...- se calla al levantar la vista.- Tu? Eso si es algo inesperado.- dice para si mismo.

-Sobre lo de la ultima vez, quiero decirle que fue un completo error. Así que deseo que no mencione nada sobre ello.- le digo mirándolo a los ojos.

- Estoy de acuerdo con usted. Ademas no hay porque mencionar algo que no es importante y no significo nada. - me dice mirándome a los ojos.

Suelto un suspiro de alivio. Eso no fue nada mal.

-Debo decirle que su 'enfermedad' le durará aproximadamente 8 meses pero nunca podrá deshacerse de ella o él.- dice el doctor.

Luego de unos minutos realizo lo que el esta diciendo.

-¿Quiere decir usted...que estoy embarazada?- es en ese momento en el que realizas que tu vida es un completo cliché. Debería escribir un libro, tal vez se convierta en un New York Times Bestseller.

Miro al doctor y el muy cabrón comienza a reírse.

-No se de que te ríes si en todo caso tu eres el padre.- y veo con satisfacción como se pone pálido y todo rastro de risa se borra de su cara.

-No, no estas embarazada. Solo quería hacer una broma. Con eso no vuelvo a jugar. Dios me libre. Para tu información le puse el gorro Frankie a si que es imposible -si estuvieras embarazada- de que fuera mio.- ¿Frankie?

Suspiro de alivio pero se me calienta la sangre por el mero hecho de que el intentara jugar con algo así.

-¿Una broma? Voy a conseguir que te despidan. No se juega con un asunto tan serio.-

- Realmente eres infantil. No hay manera de que logres hacer que me despidan.- el dice con sorna

-Creo que no me conoces, lo que quiero lo consigo, siempre.-le digo muy segura.

-Siempre hay una primera vez. Te reto a que logres hacer que me despidan.-

Salgo de la habitación sin importarme nada y le pregunto a una enfermera por el director del hospital. Luego de recibir las direcciones toco la puerta de la oficina. Escucho un ronco adelante antes de abrir la puerta.

-¿Buenas, es usted el director de este hospital?- le digo suavemente al hombre sentado tras el escritorio.

Su pelo es de un castaño claro que se puede confundir por rubio, lo lleva cortado al estilo militar. Lleva un traje que se ajusta perfectamente a su cuerpo bien formado. Sus ojos son grises como el color de las nubes en una tormenta. Labios carnosos, hombros anchos y brazos bien formados. Su mirada parece como si pudiera ver a través de mi alma.

-Temo que no, ese seria mi hermano. ¿Hay algo en el que la pueda ayudar?- me dice educadamente.

-Quiero presentar una queja sobre un doctor que hizo una broma de mal gusto. Me temo que esa clase de doctores no deberían trabajar aquí.- le digo tratando de mantener la mirada en sus ojos que parece como si pudieran leerme.

-Se puede saber que tipo de broma hizo y cual es su apellido.- me dice escribiendo algo en un papel.

- Insinuó que yo estaba embarazada y luego admitió el que fuera una broma.- le digo y veo como frunce sus cejas- Es el doctor Rodriguez.- el me mira sorprendido.

-Me temo que mi hermano no podrá despedir al doctor Rodriguez- me dice lentamente

-¿Porqué no si se puede saber?- le pregunto mirándolo directamente.

-Mi hermano no se puede despedir a si mismo.- me dice. Al mirarlo puedo ver una pizca de diversión en sus ojos.

Y ahí entendí todo.

-Siempre hay una primera vez. Te reto a que logres hacer que me despidan.-

Ese cabrón.

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