★doce

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Orson

La discusión estaba a más no poder, yo sé que estoy mal, pero no me gusta que me lo digan, a nadie le gusta.

Un toque en la puerta hizo callarnos.

—Adelante.—Mi secretaria entro

—Don Antonio los está esperando en la sala de juntas.

—Gracias.
Ella salió

—Esto aún no termina orson.— Sentenció ralf

Salió de la oficina y solté un suspiro. Tengo buenos amigos pero en momentos así me exasperan. Saque mi celular y llame a Silvia.

—Hola Orson

—Hola Silvia, justo ahora tengo una reunión pero ¿Te parece si vienes en hora y media? Sirve que te invito a comer.

—Claro, yo paso a buscarte.

—Hasta entonces.—Termine la llamada y fui ala junta. Duro alrededor de una hora. Regresé a mi oficina para terminar los pendientes.

Unos gritos fuera de la oficina me hicieron perder la concentración. Levanté la mirada y la puerta fue abierta de golpe.

—Señorita usted no puede entrar.— Mi secretaria me miro apenada.—Disculpe, le prohibí la entrada pero casi me desgreña

—Gracias, yo me encargo.

Cuando nos dejó solos tenía ganas de gritarle tantas cosas, sin embargo las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.

—Solo escúchame.—Pidio Ana

—No tengo mucho tiempo, y te pido que no vuelvas a entrar así, tengo mucho trabajo

—Por favor Orson, si después de lo que tengo por decirte no me quieres ver más lo entenderé y te juro me voy

Lo pensé un poco y termine asintiendo.

—Diez minutos no más.

Se sentó frente a mi

—Quiero que sepas que mi padre estuvo detrás de todo.— Fruncí el ceño.— El día de nuestra graduación me enteré que estaba esperando un hijo tuyo

Abrí mi boca sorprendido

—¿Que?.—Senti que el aire me faltaba un poco

—No planeaba decír nada hasta hablar contigo, pero mi madre se enteró y le dijo a mi papá.—Mire como sus ojos se ponían llorosos.— Mi padre me obligó a dejarte, me dijo que si no lo hacía te iba a matar.— Unas cuantas lágrimas cayeron por su rostro.— Ese mismo día te dije eso, sabía que no me buscarías después de romperte el corazón, sabía que me ibas a odiar pero preferí eso antes que verte en una tumba, así que ese mismo día mi padre me llevó ala ciudad de México, me obligó abortar y no regrese hasta meses después.

El nudo en la garganta me impidió formular alguna palabra. Ella se soltó en llanto

—Te ame tanto Orson, tanto que fui capaz de renunciar a ti por amor, cuando regrese intente buscarte pero mi padre se enteró y me amenazó.

Sus lágrimas resbalaban sin control por sus mejillas.

Se hincó y se soltó en llanto nuevamente

—Por favor perdóname.—Dijo entre llanto.—Perdoname Orson

Me levanté de prisa y la puse de pie. La senté y me puse en cuclillas frente a ella

—Por favor no llores, no hagas eso.—Limpie sus lágrimas.—No tienes por que pedir perdón

«La Primera Vez» Orson PadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora