IV

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El viento rozaba su pálida piel, los pies desnudos se acostumbraban al resbaloso tacto de hierba húmeda bajo ellos, las pequeñas y suaves piernas flaqueaban como si no tuviera fuerza alguna para mantenerse erguida y en postura digna de una Malfoy, la respiración se agitaba a tal manera de no poder controlar los leves gemidos lamentando el frío que hacía en ese obscuro lugar y sus ojos claros se posaban en un figura mucho más alta que ella como si eso fuera suficiente para esconder el miedo que poco a poco la consumía.

-Otra vez tu- la voz tan seca y llena de orgullo era también digna de suspirar. Dentro de esas hebras de dulzura descansaban puños de frialdad listos para ser lanzados con una furia que ni ella misma conocía- ¿qué quieres de mi?-

- ¿Esa es tu mejor pregunta Adhara?- bufo arrogante el de cabello negro. Sus ojos fulminantes la penetraban tan malvadamente que ella tenía que juntar fuerzas para no dar un paso hacia atrás. Escuchar su nombre de parte del desconocido era algo a lo que ya se había acostumbrado sin embargo su tonalidad y su propósito escondido aun producían miedo en la de cabello platinado.

Ella no respondió. En su lugar suspiro y cerró los ojos con la esperanza de despertar, cosa que no paso pues la risa arrogante esta vez se escuchó más de cerca, se aferró a la idea de no buscar una respuesta más acertada pues terminaría arrepintiéndose; desafortunadamente las respiraciones que antes eran borrosas ahora se escuchaban tan claras que no debía ser tan sabia para entender que aquel joven de mirada peligrosa estaba a su lado. Fue mala decisión cerrar los ojos, pero no se arrepentía, tenía más miedo cuando se daba cuenta que unos ojos negros podían ser más peligrosos que cualquier noche lluviosa en el bosque.

-Tú no eres real- murmuro después de tanto meditarlo. Tenía miedo, pero también era lo suficiente orgullosa como para aceptarlo. -Solo eres un sueño-

-Yo soy real Adhara, tan real como tu- ella era pequeña a comparación de él, sus ojos claros y la mirada obscura se combinaban en un ambiente que asemejaba a algo peor que toneladas de adrenalina contenidas en un recipiente pequeño. El joven no habló después de presenciar el titubeo de la casi peliblanca de once años, la miraba, la admiraba, la estudiaba y planeaba como ocupar cada minuto del resto de su vida ordenándole a esa niña que hacer, que robar y a quien matar.

La miro tan profundamente que no se había dado cuenta que le estaba prestando más atención de la debida, pero era inevitable. El chico no se había percatado hasta que la tuvo más de cerca; cara a cara, mirada con mirada. Era igual o más poderosa de lo que él se imaginaba a su corta edad; rió para sí mismo y poso su mano en la cabellera platinada de la niña de once años, misma que se retorció, pero se limitó a solo encogerse por protección involuntaria. No escucho palabra alguna de la voz que se caracteriza por dar miedo, suspiró exhausta al darse cuenta de que solo el frío de la piel tersa fue lo que le hizo daño.

-¿Como te llamas?- de aventuro a preguntar con la curiosidad invadiéndole el alma

El joven traía puesta una túnica negra, su bufanda le cubría el cuello completo y su cabello invadía parte de su frente. Quitó la mano de la cabellera sedosa y bufo arrogante; no era un acto de cariño lo que había demostrado con esa acción tan repentina y calmada hacia la niña. Se alejo a tal manera que pudiera ver esos ojos claros con detenimiento y tras un breve consentimiento satisfactorio dirigió la mirada obscura a la palma de su mano; brillaba y se podía ver a través de ella como toda la vida de la pequeña Malfoy se repetía tal cual una película. Adhara enmudeció.

-Tom- sin embargo, contesto. Monótonamente la miro y cerro la mano para detener el entretenimiento que resumía once años de vida en la palma de su extremidad.

Y así fue como esa sonrisa que tanto la atemorizaba también la atormentaba. Tenía miedo de él, pero muy en el fondo a contra de su voluntad sentía la necesidad de no separarse de su presencia. Era como si el miedo y la seguridad se combinaran en una sola persona y Adhara tenía muy presente que eso no era posible.

La deuda de una Malfoy (Tom Riddle) - AUTORA ORIGINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora