La chica me miró con una ceja levantada (cosa que me era imposible hacer) e incredulidad impresa en la mirada. Su mano se movió rápidamente y me dio una fuerte bofetada, dejándome con la mejilla ardiendo y completamente sorprendido. Acto seguido, entró en el baño.
Silvia llegó corriendo hasta mí y me interrogó con la mirada.
-¿Quién es ella?- pregunté anonadado ante su repentino acto de rudeza.
-¿Qué le dijiste?- preguntó ella a su vez mientras lanzaba miradas furtivas al lavabo de mujeres por el que había desaparecido la chica.
-Sólo le pedí amablemente- recalqué esa última palabra con fuerza-, que fuera a hacer su trabajo de mucama.
Silvia no tuvo que decir palabra, sus ojos se abrieron como platos en señal de sorpresa.
Ella era una de las mujeres más responsables y serias que había conocido, en momentos era incluso más estricta conmigo que mi propia madre, y eso de algún modo me había ayudado a ser más disciplinado y tener mejores modales. Suspiró y negó con la cabeza.
-Que insolente chiquilla- concluyó finalmente y, al ver mi expresión de tremenda confusión, se explicó brevemente-. Axel, ella es una de las seleccionadas.
El alma se me cayó a los pies y sentí como mi cara se ponía roja como un tomate.
-¿Llegó Kile?- pregunté con nerviosismo; si iba a recurrir a alguien, seria a él.
-Sí, Alteza- Silvia me miraba preocupada y me puse a caminar de un lado a otro rascándome la barbilla-. ¿Quiere qué lo llame?
-Dígale que vaya a la biblioteca, por favor- pedí. Silvia hizo una pequeña reverencia, asintió con la cabeza y se fue.
Estaba por ponerme en marcha a la biblioteca, pero cambié de opinión. Me acerqué a la gran puerta de bronce del tocador y toqué lentamente. Quería ser un caballero y disculparme, pero no iba a abrir sin más, era un baño, no el comedor.
Nadie respondió...
"Bueno", pensé, "una bofetada en mucho mejor que una patada de los huevos".
***
-No me lo puedo creer- Kile se reía estrepitosamente en mi cara mientras yo tenía una expresión de angustia-. Eres un imbécil- concluyó por fin con actitud diplomática.
-Gracias- dije con sarcasmo y él me rodeó los hombros con un brazo.
-Sabes que sólo regresé antes de mi viaje para estar en tu Selección- me dijo, yo asentí con la cabeza. Kile Woodwork era como mi hermano, habíamos crecido juntos en el palacio con las recurrentes visitas de nuestra otra "hermana", Megan Leger. Él era hijo de la consejera de mi madre, Marlee, y Megan del líder de los guardias del palacio, Aspen.
Kile era un año mayor que yo, y yo uno mayor que Megan. Cuando éramos pequeños, nos autonombrábamos Los tres Mosqueteros, y hacíamos travesura tras travesura a los guardias, que solo nos aguantaban por ser nosotros.
-No es mi culpa que ella llevara un uniforme- repliqué. Suspiré al recordar su expresión de incredulidad, no podía adivinar qué estaría pensando de mí en ese momento.
-Descríbela- me pidió Kile de pronto, sonriéndome-. Quiero saber si ubico su fotografía.
-Bien- me puse una mano en la barbilla e intenté poner cada detalle de su persona en palabras precisas-. Era alta, delgada, con el pelo largo y obscuro. Sus ojos azules estaban tan... Tristes y apagados.
-Seguro la decepcionaste- Kile volvió a reír y yo lo fulminé con la mirada. Él levantó las manos como si lo estuvieran asaltando y se encogió de hombros-. Sólo sigue.
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Mi Selección: La lucha por un príncipe.
ФанфикCasarse con un príncipe es el premio, ni más ni menos. Hijo de un rey benévolo, Maxon; y una reina inteligente, America. Para la familia real las castas ya no son un problema, pero no se dan cuenta de que bajo sus pies el problema aún persiste. ¿Ser...