La Sala de Mujeres era un lugar muy bonito y lleno de color, la reina nos miraba con una sonrisa mientras platicaba acerca de su Selección; pero no como la mostraban los medios, si no como de verdad había sido todo para ella. Me pareció un poco parecida a mi pues al igual que yo, ella había llegado al palacio después de haber estado en una situación un poco pobre.
Casi al instante de que la reina nos dejara solas un guardia se asomó con delicadeza.
-El príncipe Axel solicita la presencia de la señorita Marie Jane- dijo con ese tono de voz tan educado que sólo los guardias del palacio saben usar.
Marie se levantó de un salto de su silla y casi corrió hasta la puerta, tenía una sonrisa radiante y salió con paso decidido de la habitación.
Suspiré. Me sentía muy fuera de lugar en esa habitación llena de chicas perfectamente educadas, hermosas y de buenos modales; mientras yo apenas y había logrado una pequeña formación y claro, contrabajos y ocupaba los cubiertos de plástico.
Miraba el reloj y conforme las horas pasaban el príncipe pedía la presencia de una chica diferente hasta que por fin llegó la cena.
No pude evitar notar que el príncipe y su familia me miraban constantemente, y cómo no, si Anne me tiraba los cubiertos metálicos cada dos por tres y hacían un ruido tremendo. Yo sólo la miraba con el entrecejo fruncido y volvía a mi plato. No podía esperar para irme de ahí, y cuando me pude retirar, casi salí corriendo del comedor.
***
Mis doncellas, un poco acosadoras debo decir, me miraban mientras me ponía la pijama para dormir. Lo más decente que pude encontrar fue un camisón que llegaba un poco más abajo de mi rodilla. Sinceramente me hubiera sentido más cómoda con un pantalon y una playera pero no se puede obtener todo en la vida, ni siquiera en un palacio súper lujoso.
Al poco rato escuché como alguien tocaba mi puerta, tres golpes. Me puse un bata y fui a abrir la puerta esperando encontrarme con una de mis doncellas que quería quedarse ahí por la noche.
En vez de eso el alto y fornido cuerpo del príncipe apareció ante mis ojos. Levanté una ceja e intenté poner cara de incredulidad.
-¿En serio?- pregunté, mi voz salió cansada y me froté uno de mis ojos con el dorso de la mano-. ¿Conoce la palabra "dormir"?
-Por supuesto- respondió, abrió mucho los ojos y puso la mirada en el suelo. Me dio un poco de pena, pero no puedo decir que esa sensación durara mucho tiempo; se notaba que ese muchacho estaba acostumbrado a conseguir lo que quería cuando lo pedía.
-Espero que usted esté conciente de que este es el peor momento que pudo escoger- dije un poco irritada. El suspiró y me miró como un borrego al que iban a degollar. No podía creer lo que estaba por hacer; suspiré resignada y salí de la habitación.
-¿Sí?- preguntó incrédulo y con la sorpresa impresa en la tierna voz. Yo sólo me encogí de hombros y le hice un gesto con la mano para que avanzara-. Me gustaría que me llamases Axel, si no te importa- dijo con con total naturalidad mientras íbamos por el pasillo
-Prefiero príncipe, y hablarle de usted- espeté sin mirarle. El príncipe se quedó callado y continuó. Al poco rato intentó entablar conversación.
-Espero que su estancia esté siendo agradable- dijo con timidez-, es algo muy importante para mí
-Eso debería preguntárselo a otra persona- repliqué sin retirar la vista del frente. Sabía que estaba siendo muy hostil con él, pero tampoco quería que pensara que me la pasaba bien ahí-. ¿A dónde vamos?, si puedo preguntar
-Quería mostrarte- carraspeó un segundo-, mostrarle, mi lugar favorito del palacio- sonrió un poco, era obvio que quería mantener un poco el misterio
-¿Por qué a mí?- le pregunté con algo de sorpresa y su sonrisa se amplió, fruncí un poco el ceño y dejé de insistir.
Unos segundos después el príncipe se detuvo, abrió una puerta de metal y con un gesto caballeroso me invitó a pasar. Subimos más escaleras y sentí un ráfaga de viento frío al salir; me abracé a mi misma y levanté la cabeza.
Un hermoso paisaje de casas y edificios con las luces encendidas se extendía ante mis ojos. No pude evitar soltar una exclamación de sorpresa al ver el horizonte. El cielo tenía unas cuantas nubes y podía verse la luna en su etapa de cuarto menguante. Las luces en las obscuridad eran como las estrellas en el cielo y parecía que estaban encendidas a propósito sólo para que fueran admiradas en la noche.
-¿Tienes frío?- preguntó Axel, hizo ademán de quitarse su estilizada chaqueta pero negué con la cabeza. Había notado como cambió de pronto a hablarme como si fuera su amiga; decidí ignorar ese detalle y darle el gusto de hablarle de tú también a él.
Tenía frente a mi la vista más privilegiada que se podía tener de la ciudad más hermosa de Ílea y me sentí muy completa, como si admirar las luces que poco a poco se iban apagando me relajara, sentía como me decían que todo iba a estar bien.
De pronto el cielo comenzó a tronar y la lluvia cayó sobre nostros como un balde de agua fría. Decidí que no valía la pena cubrirme la cabeza pues ya me había empapado. Eso debería haberme molestado pero lo único que logró fue hacer incluso más bonito en entorno, como si se tratara de la toma perfecta para una película romántica.
-Deberíamos entrar- la voz de Axel me sacó de mis ensoñaciones, se había encontrado para acercarse a mi oreja y yo poder escucharlo. Asentí con la cabeza aún con mi sonrisa en el rostro y me dispusé a bajar.
Pero claro, había olvidado que llevaba unas pantuflas que obviamente no estaban diseñadas para andar en el piso mojado así que al dar el primer paso resbalé como si estuviera en una pista de hielo. Me sostuve instintivamente del brazo de Axel y él me agarró con la misma rapidez y fuerza.
Me ayudó a recobrar la postura y ambos quedamos cara a cara hasta el punto de poder sentir su cálido aliento en mi nariz. Él rió nervioso ante nuestra cercanía, y me pregunté a mí misma si podría guardar esa risa en un frasquito y escucharla cuando sintiera que el silencio me asfixiaba.
***
Al volver a mi habitación me di un buen baño caliente y me metí a la cama. Aún sentía el calor de su aliento en mi cara y dormí con el recuerdo de su risa aún resonando en mi cabeza y con el tacto de su mano sobre la mía.
Desperté con el zarandeo de mi hombro, producto de la desesperación de Pressia, que cuando abrí los ojos puso cara de alivio y se alejó para ir con sus compañeras.
-Lamentamos despertarla, señorita- dijo algo cohíbida-. Pero se decidió hacer un simulacro justo ahora, así que debemos llevarla al refugio
-¿Quééé?- pregunté sin dar crédito a mis odios, eso si que era lo último, ¿un simulacro en plena noche? En ese lugar sí que eran paranoicos, y a pesar de mis protestas no tuve más remedio que levantarme e ir al supuesto refugio.
Era una sala cuadrada rodeada de guardias y provisiones. Me pareció ridículo al principio pero después de escuchar a Marlee, una ex seleccionada y actual consejera de la reina America hablar sobre como los ataques rebeldes cobraban vidas hace muchos años y el desastre que ocurrió con el Rey, la Reina y muchos otros incluso me recorrió un escalofrío por la espalda y me trague mis pensamientos.
Recorrí la sala con la mirada y me topé con los ojos verdes de Axel fijos en mí. Pude notar como se debatía en su cabeza por levantarse o no y al final tomó la desición de ponerse de pie e ir directo hacia donde yo estaba.
-Me alegra no haber sido el único que te despertó hoy- dijo con una sonrisa tímida y yo se la devolví. Sólo esperaba no empezar a tontear con ese pomposo
-La historia de la consejera de la reina me traerá pesadillas- comenté para completar el silencio. Axel rió bajito y sonreí ante el recuerdo del paisaje desde el techo y su risita nerviosa. Aún quería escucharla más veces, como si fuera esa canción que te relaja después de un día duro.
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Mi Selección: La lucha por un príncipe.
FanficCasarse con un príncipe es el premio, ni más ni menos. Hijo de un rey benévolo, Maxon; y una reina inteligente, America. Para la familia real las castas ya no son un problema, pero no se dan cuenta de que bajo sus pies el problema aún persiste. ¿Ser...