Tenía la mirada perdida, se veía con miedo, su respirar era muy agitada y sus manos eran tan frías, al verle en ese estado, en esa forma tan aterradora mi corazón se aceleró al mil, no podía entender como aquel hombre de grandes riquezas se encontraba en un estado tan deplorable. Como si huyera de algo, ahora se que corría de si mismo y de sus pecados, me hinque de frente a el y solo pude tomar sus manos, las acerque a mi boca y empecé a darle un poco de calor, yo era tan pequeña y frágil a un lado de él, que lo único que pude hacer para ayudarlo era calentar un poco sus frías y ásperas manos, las cuales tenían unas garras enormes y de la nada el me acaricio la cara, sentía como si fuera la oportunidad de ser feliz con el primer hombre que sentí haber amado, como si por fin se hiciera realidad. Con lágrimas que soltó mi corazón de alivio lo volteé a ver, sentí mi cara roja de lo sonrojada que me ponía que solo le sonreí de la manera mas gentil que pude para decirle que todo estaba bien, que ya lo había perdonado.
- Sylvia, siempre fuiste tu….
Después de decir eso la luz de la luna desapareció, la cara de un lobo la cubría por completo, el aire empezó a soltarse de una manera que los arboles empezaron a crujir de casi caerse y del suelo empezaron a sobresalir manos de personas, no se alcanzaba a ver muy bien si eran de mujeres o de hombres, empezaba a oler a azufre, a muerte y sobre todo a sangre y cuando vi a Adolfo él se llenó de cuervos que volaban sobre de el hasta que lo cubrieron por completo, el cielo y el olor a sangre se hicieron tan penetrantes que empecé a escupir sangre, las manos del suelo empezaron a tirar de mis brazos y de mi vestido, cuando se escucho el grito de un animal enorme, era un grito de dolor. Los cuervos estaban lastimando a Adolfo, así que empecé a tratar de soltarme, pero las manos eran tan fuertes y quemaban al tocarte que empecé a sangrar más de la boca, hasta el punto en el que caí al piso.
Lo ultimo que recuerdo haber visto fue la cara de un esqueleto de mujer frente de mí, sentí como mi cuerpo se sometía a ese esqueleto y así, decidí cerrar mis ojos. Pasaron como 10 segundos en el que sentí como mi alma estaba siendo jalada y cuando mi alma toco al esqueleto esta se detuvo y empezó a tomar un tono naranja y después llego a rojo mediante iba creciendo, sentí un inmenso poder mientras mi alma iba creciendo y cuando llegué al tope de su estatura empezó a consumir todo lo negro, toda la maldad en fuego. Era un fuego muy violeto, pero a su vez se sentía lleno de justicia, era tan cálido y daba tanta paz, daba confort mientras luchaba contra los cuervos y quemaba todos los esqueletos, cuando el lobo noto mi alma desplegada en todo ese fuego se sintió terror y los esqueletos y cuervos empezaron a gritar, ese mismo lobo desapareció y todo el mal que había se empezó a salir de control, así que mi alma con las llamas las empezó a enredar a ella creando un tornado, este giro y giro hasta que se hizo una explosión y todo desapareció, entonces mi alma regreso a mí, mientras yo permanecía hincada.
Cuando recobre la noción de mi y el control de mi cuerpo vi a Adolfo por fin en forma humana, estaba a punto de caer, así que lo sostuve y lo puse sobre mis pernas, estaba lleno de cortadas, sus uñas repletas de sangre y su cara tenia un todo tan pálido, que solo lo tome y empecé a calentarlo. No recuerdo mucho, solo se que vi mi cabello brillar, mientras del suelo salía humo color oro, el cual hizo un circulo para cubrirnos, no sé cuánto tiempo dure así, solo pare hasta que Adolfo reacciono y cuando despertó sus marcas habían desaparecido y su cara ya no estaba palida.
- ¿Dónde estoy? ¡Ah! Mi cuerpo… Es humano… Pero, ¿Cómo? De una persona no se puede lograr esto.
- Adolfo… - Toca su hombro –
- ¡Por todos los cielos! ..... ¿Sylvia? ¿Cómo estás aquí?
- Ammmm bueno, tu llegaste aquí y…
- ¿Llegue así o….
- No, ammm tenías otra forma cuando llegaste.
- Agggh ¿Cómo paso? Todo se salió de control – Se da cuenta de que Sylvia sigue ahí – Ah, pero me alegra que tu estés bien. Me da tanto gusto volverte a ver.
- Si, a mi también. Aunque eso significo…. – A su mente llegan las palabras de Matthaios que jamás lo volverá a ver -
- Al parecer, el mundo sabe que debemos estar juntos, ¿No es así?
- Yo…. ¿Crees eso?
- Por supuesto que sí, por algo vine hasta a ti en esa forma en la que yo estaba. Sylvia, ven, toma mi mano. Mira, sé que todo empezó mal y se que no puedo componer lo que hice o lo que dije. Pero esta vez lo hare mejor, porque se que es contigo con quien debo de estar.
Cuando Adolfo dijo todo eso, no tuve el sentimiento de felicidad que pensé que tendría. Todo lo que estaba ocurriendo en ese momento fue a un costo muy caro, había perdido a Matthaios para siempre, mi corazón estaba tan roto, pero ya no podía hacer nada, solo vi a Adolfo y decidí que viviría con mi elección, no podía arrepentirme de lo que yo misma había elegido para mí, aun cuando sabía que el costo había sido muy caro. Ni siquiera me había permitido llorar, no me lo merecía, sentía que, si lo hacia me convertía en una persona tan despreciable, no tenia derecho, yo misma lo hice, yo lo lastime, lo pude ver en sus ojos y aun así lo hice.
- Vamos, tenemos que ir a mi casa. Donde todo empezó, empecemos todo de nuevo.
- Si, como tu digas.
- Toma mi mano.
- (Sylvia se queda viendo fijamente su mano)
- Se que te falle, se que me fui. Se mas que no merezco que me perdones y que confíes en mí, pero te prometo y te digo de verdad, desde el fondo de mi corazón que esta vez estoy aquí por ti y que ya jamás me alejaré.
- ¿Cómo sabes que es verdad?
- Mira, pon tu mano en mi pecho. Sylvia, mi corazón es el que está hablando en este momento, todo lo que te estoy diciendo desde ahora y para siempre es verdad porque es mi corazón es el que habla, porque eres tu quien lo hace halar, porque eres tu quien hace que este sentimiento nazca, porque esto es verdadero.
Tomé su mano y nos dirigimos hacia su casa, empecé a reconocer el camino y los recuerdos de mi caminando hacia ese lugar llena de ilusiones vinieron a mi cabeza, como es que mi cabello bailaba con el viento, como es que corría para acortar lo mas posible el tiempo y por fin verle. Mi cabeza llena de sueños, por un momento había pensado que voltear a ver al cielo no era doloroso y que por fin podría agradecer el dolor. Pero, tal vez, solo tal vez ese no era nuestro momento, ese no era no nuestro lugar ni nuestro ahora, por eso tal vez había vuelto y quizás este era nuestro momento. Ver su espalda guiándome y su mano tomando la mía me confirmaba mi decisión, lo que yo misma había fijado para mi vida y era mi momento de vivirlo y hacerlo bien, así que solo sonreí y dejé que aquel hombre de aspecto gentil me guiara.
Después de unos cuantos minutos pude ver la gran puerta de esa gran casa, sentí que la respiración me faltaba, retrocedía el tiempo donde yo estaba tirada en el piso, llorando y sintiendo que la vida en ese momento no tenia el color que yo le había impuesto, que siempre fue negro y debía de rendirme ante la injusticia, la soledad, el miedo y dolor, pero no lo hice. Seguí adelante conmigo misma y luche por respirar, aunque doliera, seguí caminando, aunque cada paso matará y seguí el camino, aunque el sendero fuera de espinas, porque si seguía aquí tenía hacer que valiera. Di un suspiro muy fuerte y entre a esa casa que en algún momento albergo primera felicidad, mi primer gozo con el deseo que ellos siguieran ahí por mí.
- ¡Señor! Volvió…. - Dijo el mayordomo cuando abrió las puertas -
- Oh vamos, no es como si... Como si yo no fuera a regresar… ¡Ah! Y vine con Sylvia, espero la recuerdes y que la trates como nuestra primera invitada en mucho tiempo.
- Pero señor, ¿Qué dirá…
- ¿Dirá quien qué? – Dijo Adolfo enojado mientras volteaba a ver a Sylvia –
- No, nada. Que la……. Usted es bienvenida si así es como lo ha decidido el señor.
- Esta bien, yo solo vine a acompañarte y a asegurarme de que llegaste con bien.
- Claro que sí, tu estas aquí y solo por eso, desde ahora estaré bien. Mientras no me dejes, ¿Verdad?
Es gracioso como las personas le temen a que las traicionen, a que las hieras, a que las abandonen, cuando es lo que ellos hacen exactamente. Le tienen miedo a lo que ellos son en verdad, le temen al destino que ellos han ido forjando, lo que los a perseguido. Pero yo no lo veía así en ese momento, o tal vez, simplemente era más sencillo no verlo, solo quieres creer en esa persona, solo esperas que todo salga bien, jamás esperas que el momento en el que más sangres sea porque te hirió quien amabas.
Adolfo pidió que se preparara un gran banquete como celebración de que tanto el como yo habíamos vuelto, así que me dirigieron a aquella habitación donde creí estar en el cielo al despertar después de esa tempestad aquel día de diciembre. Tocar esos muebles y aquellos vestidos hizo que reviviera la fantasía, como si yo solo quisiera ocultar lo sucedido, así que deje que las mozas me limpiaran y arreglaran para estar presentable, de nuevo trenzaron mi cabello y sintiéndome una muñeca baje a ese salón donde le vi por primera vez, donde mi corazón salto de felicidad, donde sentí que cualquier cosa era posible y entonces lo vi y comprendí que ese era el lugar que yo había elegido, sobre cualquier otra cosa.
Cuando voltee a ver el salón me percate de que las paredes tenían rayones y de que algunos cuadros estaban cubiertos, es entonces cuando todo viene a mi mente. Aquella señorita corriendo por el salón, con esa espada de nuevo rompiendo, gritando una y otra vez que ella es quien se debe de quedar con él, que ella es la prometida, ella y nadie más. Esa visión se termina con el salón lleno de sangre y la joven empapada de esta, el cuerpo lo recogen y lo llevan a la zanja donde ella termina de morir. Mientras esta tirada un ser lleno de oscuridad la esta viendo, no siente nada, esta feliz de ver a esa joven muerta, se regocija en su cometido, era como si fuese el mal encarnado en un monstruo, encarnado en un conde. Las gotas de sangre de mi nariz cayeron por mi boca que se mezclaban con las lágrimas, fue ahí cuando volví en sí, volteé a ver a Adolfo y lo entendí, era él, así que solo me desvanecí, recuerdo un golpe fuerte en mi cabeza, esta reboto al caer al piso. Solo cerré mis ojos y me desmallé.
“Estoy tratando de que tus inseguridades y falta de juicio no me consuman contigo. Eres todo aquello que jamás he querido ser, eres esa parte de mi vida que me da vergüenza recordar. Tienes que dejar de ser el monstruo de los sentimientos perdidos.”
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EL MONSTRUO DE LOS SENTIMIENTOS PERDIDOS
Teen FictionSylvia es una joven con cabello rojo de 16 años que vive en uno de los pueblos más olvidados por el llamado Dios. El único mundo que conoce es uno lleno de dolor, olvido, sangre y desesperación, hasta que conoce a un conde que le brinda un poco de c...