EL GUERRERO Y LA ESCLAVA XIV

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El sentimiento de descubrir una nueva tierra no se compara con ningún otro, un olor nuevo, una tierra nueva, las texturas y sobre todo el paisaje. Tan solo el descubrir que hay mas que la tierra en la que uno nació y en la que siempre ha estado me da toda la felicidad que necesito y el saber que he nacido libre fuerte me da toda esperanza para alcanzar todo lo que deseo, en estos momentos no quiero nada mas que seguir conquistando y descubriendo riquezas. Aunque, me gustaría no tener que llenarme tanto las manos de sangre, pero, si ese es el precio que debo de pagar por ser libre y seguir descubriendo preferiré mil veces el ser yo a uno de ellos.

- ¡Gisli, hermano! ¿Pero que crees que estas haciendo? Si sigues ahí parado no podrás escoger a una esclava y todas son muy hermosas, yo ya elegí tres.

- ¡Ah! Hermano, es que, solo ve este paisaje. ¿No te maravilla todo lo que aun podemos descubrir de este mundo?

- Si, claro. Pero me gusta mas todas las mujeres que puedo descubrir y mas si llegan a servirme. ¡Vamos o te quedaras sin nada!

Después de cada saqueo matamos a algunas personas, a las que se resistan a nuestra llegada y las que no alcanzan a escapar o sobreviven siempre no los quedamos como esclavos, eso nos hace sentir con aun mas poder, no nos llevamos a todos, solo a los hombres que parecen útiles y a las mujeres, en su mayoría hermosas, pero todas esas cosas no me importaban, lo único que yo deseaba era viajar y sabes que otros lugares podía conocer.

- ¡Carajo! ¿Has visto Gisli? Ya no quedan casi chicas, tendrás que conformarte con la que este menos fea.

- No importa, de cualquier forma, no tenía pensado elegir un esclavo.

- Agggh, hermano. Siempre es lo mismo, nunca eliges esclavo, es por eso por lo que cuando regresas tienes tanto trabajo en esa granja. Ve, ni siquiera has podido casarte.

No podía importarme menos el llevarme mas humanos a un lugar donde ya había bastantes, además, enseñar tradiciones y nuevas lenguas siempre era muy estresante. No podría agradarme menos la idea de llevar a alguien desconocido a mi casa y que tocara mis cosas, que le confiara mis animales y mi tierra y mucho menos cuando ni siquiera podría hacerlo como a mi me gusta. De igual manera se interpuso un, pero, siempre hay un, pero en todas las oraciones y en la mía era una de las ultimas esclavas que tocaba por elegir. Una chica demasiado delgada, tanto que podía ver como se resaltaban sus huesos, con el cabello más seco y áspero que había visto en mi vida, color marrón y ojeras tan negras como el carbón, era tan pálida que sus venas resaltaban tanto que podía contarlas. La primera vez que la vi solo pude sentir lastima, aun así, yo no sería la persona que se encargaría de ella, nadie podía entenderme más que yo, así que en mi día a día una persona conmigo lo único que haría sería estorbar.

- AJAJAJA ¿Qué carajos? Es la mujer mas fea que he visto en mi vida, tiene la cara toda marcada de pecas, no sirve si quiera para verla. - Gritaban algunos vikingos en burla mientras aventaban a aquella chica, así fue por un tiempo, entre empujos y golpes se divertían con la pobre joven, hasta que uno de ellos con un escudo la golpeo de la espalda cuando intentaba parase después de que la empujaron al piso y con la boca y nariz llena de sangre esa joven se levantó, los vio a todos y con una mirada fría levanto la cabeza y dijo - Puedo caer al fango puedo escupir sangre, pero jamás me postraría ante ninguno de ustedes cobardes-

Y así los vikingos que se encontraban ahí, enfurecidos empezaron a golpearla sin descanso hasta que parecía que ya no se movía, pero después de pocos segundos la joven bañada en sangre y con toda la ropa rota se volvió a levantar, esta vez tardo más, ya que sus pies ya no podían siquiera responder y mientras alzaba su cabeza uno de los vikingos le grito maldita y con hacha pretendía terminar con su vida.

EL MONSTRUO DE LOS SENTIMIENTOS PERDIDOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora