Un sueño realizado

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Estoy muy emocionado, de verdad, es la primera vez que subo a una montaña rusa, sé que a mis 14 años hace mucho que debería haber subido a una, pero no mentiré, soy un miedoso en cuanto a juegos de gran tamaño se trata, por tal razón, al estar en la fila, escuchar a todos hablando, el ruido de los carros y los gritos de emoción de la gente me hace plantearme si no habré cometido una mala decisión, lo cual descarto casi inmediatamente ya que ahora tengo que enfrentar unos de tantos miedos de una vez, entre los cuales se puede encontrar el miedo a las alturas, pero si el estar estático en un lugar alto ya era demasiado para mí, el movimiento lo hacía aún más difícil, estoy formado junto a un grupo de amigos que no paran de hablar sobre la velocidad de la montaña rusa, de tomar fotos y demás cosas, esperando un largo rato, al fin llego a sentarme en un carrito del medio ya que he oído que tanto atrás es más fuerte cuando se baja y que en frente la gente se queda sin aire, me pongo el cinturón de seguridad, bajo el soporte que me sostiene para no salir volando cuando bajemos, oigo las medidas de precaución y proceden a iniciar el viaje.

Al subir tengo un panorama completo de todo el parque, veo todas y cada una de las atracciones, el traqueteo de la subida me mantiene en un constante estado de rigidez, ah, he olvidado mencionar que la montaña rusa tan solo es de subir y bajar, no hay vueltas de por medio lo que es un alivio, de repente me, no tengo idea de porqué, me llega el recuerdo de cuando aprendí a andar en bici entre los 10 y 11 años, el simple hecho de visualizarme en el parque, cuando creo que estoy siendo sostenido, pero en realidad voy solo me llena de satisfacción, de alegría, cuando caigo en la cuenta de que estoy llegando a la pendiente, me tenso otra vez, me aseguro de nuevo que el cinturón este bien, me doy cuenta de que está un poco flojo, es tarde cuando trato de ajustarlo, comenzamos a bajar, me elevo un poco sobre el asiento porque no ajusté el cinturón a tiempo y se me va el estomago a la garganta, el miedo se apodera de mí, y de la misma manera que como llegó el recuerdo de la bici, comienzo a visualizar las veces que mi maestra favorita de jardín de niños terminaba su turno del día y se iba, era mi maestra favorita de todas las del kínder y lloraba cada vez que tenía que irse, la tristeza me llena, aunque sigo sintiendo como estoy separado del asiento, luego de que recuerdos como estos  se repitieran siempre alegres al subir y tristes al bajar, comencé a dejarme llevar por la emoción, empecé a gritar, solo levanté las manos una vez, en una pequeña pendiente, y las regresé rápidamente para sujetarme al soporte, ya que sentía que salía del carrito, luego de todo eso, el viaje terminó, estaba emocionado, al fin había estado en una montaña rusa, sin espirales pero una montaña rusa al fin y al cabo, estoy muy cansado, la garganta me arde, y me tiemblan las rodillas, cuando abro el cinturón, espero a que digan la típica frase de “Salgan por la izquierda cuando el vehículo este detenido” pero por algún motivo no escucho que lo digan, había esperado escuchar esa frase que daba por terminado el viaje, hasta que me doy cuenta de algo más, aparte de que no suena ese mensaje, tampoco está el ruido de la gente le la fila, me volteo para ver que pasa y cuando lo hago me invade un sentimiento de terror.

Estoy solo en el parque.

La vida en un parqueWhere stories live. Discover now