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Me removí entre las sabanas con pereza, quería seguir durmiendo pero debía de levantarme, el instituto me esperaba.

Abrí los ojos encontrándome con Alec a mi lado, estaba apoyando en su codo con su mirada puesta en mí.

Él se reincorporó en la cama saliendo de ella.

—¿Por qué me estabas mirando?.—pregunté confundido.

—No te estaba mirando. ¿Qué mierda crees, que estás muy lindo?.—soltó inclinándose en la mesa de noche para agarrar su teléfono.

—N-no, claro que no. Pero podría jurar que cuando me desperté me estabas mirando.—agregué mientras me sentaba en la cama.

—Eres tan patético Ethan.—soltó sin más.

—¿Q-qué?.—

—¿Creés que porque ayer me ofrecí a acompañarte algo cambiará entre nosotros?.—alzó su ceja con ironía.—No te equivoques, todo sigue igual. Tú sigues y seguirás siendo el mismo niño patético de siempre y yo seguiré siendo él mejor, cada quien por su lado, y te aconsejo que busques algo para controlar esa fobia, porque ésto no se volverá a repetir.—agregó para luego salir de mi cuarto.

—Y tú eres un idiota narcisista.—gruñí, sin importar que ya no podía escucharme.

Me levanté de la cama dando pasos fuertes, me caía tan mal.

Dios.

Cómo si yo le hubiese pedido él estúpido favor de que se quedará conmigo.

Sabía que muchas veces podía ser patético, pero no podía hacer nada.. Así era yo.

Y me sobraba con qué mi mamá me lo dijera la mayoría del tiempo.


Me metí al baño para cepillarme y ducharme rápidamente, a los treinta minutos ya estaba nuevamente en mi cuarto, terminando de vestirme.

Me coloqué un polo de color rojo, me rocié perfume, agarre el bolso y salí de mi cuarto guardado mi teléfono en el bolsillo, llegué a la sala y no había rastros de Alec, supuse que ya se había ido a la universidad, mucho mejor.

Tenía hambre, pero ya no me daba tiempo de preparme algo para comer así que comería en el instituto, antes de que lograra salir de la casa mi teléfono sonó avisandome que estaba entrando una llamada, lo saqué dándome cuenta que era mi madre.

—Hola, mamá.—solté contestando la llamada, abrí la puerta saliendo de la casa.

—Hola cariño, ¿Qué tal todo por allá?.—respondió, iba a contestarle cuando volvió a hablar.—¿Y Alec, cómo está él?, espero que te estés comportando.—agregó amargamente.

Carraspeé mi garganta.—Mmm, sí. Me estoy comportando, mamá. Alec está bien, debe de estar en la universidad.. Yo v..—Oh, que bien.—me interrumpió.—Él es muy puntual siempre, ¿Y tú por qué no estás en el instituto?, ¿No puedes aprender de tú primo Ethan?.—regañó.

—Sí mamá, yo ya voy camino al instituto es sólo que ayer...—Estoy cansada de que siempre sea lo mismo contigo.—se quejó interrumpiendóme nuevamente.—Te digo que tienes que ser puntual, que debes de ser el ejemplo de tus amigos Ethan, no entiendo por qué se te hace tan difícil hacer las cosas como se deben, estoy harta de que seas tan ineficiente, tan inútil.—comentó exasperada, y yo apreté el agarre en mi mochila.—Tu padre estaría decepcionado, no te pareces en nada a él, ni a mí tampoco.—culminó suspirando.

—Lo siento mamá, trataré de mejorar.—respondí apresurando el paso para llegar rápidamente al instituto.

—Eso lo dices siempre y no mejoras. Sabés que todo lo que te digo es por tú bien, porque debes de destacar, de sobresalir y dejar de ser un bueno para nada, cielo.—comentó suavizando su voz.

𝐑 𝐈 𝐕 𝐀 𝐋 𝐄 𝐒 - [Pausada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora