Olor a ti - Levi Ackerman

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—Tienen una hora— Levi dió por terminado el entrenamiento, inmediatamente todos salieron corriendo en dirección a donde provenía un delicioso olor.

El capitán se quedó atrás, sentado en una de las bancas de madera que tenían en la arena de entrenamiento, sacó un pañuelo y limpió la tierra de sus botas.

—¡Enano!— le llamó Hanji muy felíz desde el otro extremo de la arena—La he conocido y es taaaan mona, ¡hasta me ha dicho que tendré postre todos los días!—

El Ackerman entendió que se refería a la cocinera, ambos comenzaron a caminar con rumbo al comedor y lo primero que hicieron fue tomar una bandeja.

—¡¿Patatas con carne adentro?! ¡El que hizo esto es un genio!— gritó Sasha, la chica patata mientras se sonaba las mejillas con dolor por sonreír demasiado tiempo.

Hanji aspiró el aroma de su comida y suspiró con gusto al llevar el primer bocado. Levi hizo lo mismo, excepto por el suspiro, no iba a negar que la comida era mejor que antes pero aquél lugar no era un restaurante y por un momento pensó en los ingresos que irían dispuestos al comedor.

Miró el vaso de agua, debió un poco y se levantó para pedir algo de té.

—¿A dónde vas?—Preguntó la castaña al aire, Levi ya estaba algo lejos de la mesa y aún qué si la escuchó, la ignoró

El Ackerman se asomó por la ventanilla dónde salían los platos y miró desde ahí a la cocinera limpiando una mesa, se veía bastante jóven considerando que todos los cocineros que habían pasado por esa cocina eran muy viejos; dió unos golpes a la mesa y la chica lo volteó a ver.

—¿Si?—Preguntó dirigiéndose a él, su voz sonaba cálida, casi aterciopelada.

—Necesito algo de té— soltó monótono, la chica asintió y tomó las primeras hojas que encontró, las metió en una bolsita y se la entregó.

—Que lo disfrutes—

Levi regresó a su mesa, Hanji ya había terminado la comida pero siempre lo esperaba haciéndose tonta con un tenedor pero hoy le dió una palmada a Levi en la cabeza y salió del comedor.

Levi dió un sorbo a su té y al segundo una mueca de asco apareció en su rostro, se notaba que trataba de no escupirlo y lo tragó a la fuerza.
Se levantó nuevamente, con una queja, se asomó por la rendija de la cocina, no veía a la chica así que tocó la mesa con rudeza, nadie, desesperado abrió la puerta de la cocina, no había nadie pero visualizó otra puerta en una de las paredes de la cocina y la abrió buscando a la chica.

Una ahorcada se quiso aproximar a su garganta cuando vió una gallina pasando por toda la habitación, saltaba soltando plumas desde un librero hasta una pequeña cama, la chica que buscaba estaba ahí al igual que Hanji sentadas en un pequeño juego de sillas y una pequeña mesita.

—Que mierda— soltó aún en la puerta, la gallina salió corriendo en dirección a la cocina y Levi sentía como la comida subía a su garganta al pensar que su próxima comida tendría algo de esa gallina.

—¡Chamoy!—Gritó la cocinera llamando a la gallina por su nombre.

—¡Enano, estábamos esperando un huevo y la espantaste!— dijo Hanji con el ceño fruncido pero con una sonrisa, la situación era demasiado divertida a sus ojos.

—Hanji, tendrás que esperar a mañana, no sé si Chamoy va a poner otro huevo hoy— la cocinera se levantó de la silla, salió por unos segundos del cuarto y volvió a entrar con la gallina en brazos.

Unos golpes rápidos y fuertes sobresaltaron a Erwin Smith en su despacho, abrió la puerta y al instante fue bombardeado con insultos por parte del hombre de corta estatura.

—¿Una gallina?—preguntó el rubio con burla— estoy seguro de que fue un despiste—.

—El té sabe horrible— contraatacó

—Exageras, hablaré con ella cuando termine unos papeles— se escuchó como tocaron la puerta con suavidad y después de unos segundos se abrió la puerta— o hablaré con ella ahora—.

—Comandante, le traje algo— dejó un panquecito en su escritorio.

—(____) toma asiento, quiero hablar contigo— obedeció a Erwin y se sentó, Levi estaba recargado en una de las paredes—¿De qué es el pan?—.

Levi lo miró con enojo, esperaba más una reprimenda.

—Avena, banana y nuez— Erwin le dió una mirada a Levi antes de dar una mordida al panecillo.

—¿Y de qué era el té que serviste en la comida?—lanzó otra pregunta.

—Pocos pidieron té, no recuerdo de que era— sobó su brazo con pena, tratando de recordar.

—No prepares más de ése té—lo miró sorprendida y asintió con las mejillas rojas—Pueded irte y gracias por la comida—.

La joven no había notado la presencia de Levi hasta ese momento, le hizo una leve reverencia y salió rápidamente.

—Chamoy, no recuerdo de que preparé el té— le habló a la gallina mientras miraba cada uno de los recipientes donde guardaba especias y hojas, recordaba un olor en específico, y tomó el frasco.

—¿Orégano?...¡Les serví orégano!— se tapó la cara con ambas manos.