Desde la tierra eres vista, siempre es algo especialmente hermoso, siempre es un placer verte, incluso buscamos la desolación de un desierto, o un enorme mar para que el mundo se apague, tú te enciendas y te alces frente a nuestros ojos, claramente vale la pena despegarse y desprenderse de algo tan corrompido como lo es la actual civilización y sus costumbres sólo para poder gozar de algunos minutos apreciando tu extraordinaria belleza
La ciencia dice que de no ser por todo el polvo cósmico y el brillo inigualable de las estrellas, tú fueras notada desde cualquier punto del planeta, pero
¿Para qué?
Dime, ¿para qué?
Para qué tanta luz, para qué ser tan notada si así como eres toda la humanidad está fascinada contigo...
No haces parte de las maravillas del mundo porque simplemente no eres de éste, eres mucho mejor que todo aquello mencionado.
El color café de tus ojos que simula una enorme lluvia de meteoritos que patrullan las despiadadas, decentes e inocentes miradas que a ti son dirigidas.Sólo para darnos una idea de lo magnífica, extraordinaria, excitante, impactante e inigualable que eres Andrómeda, hagamos una comparación sencilla entre tú y la luna, esa magnífica Luna que ilumina la noche de los que se encuentran solos para enseñarles algo de luz, esa increible compañera nocturna que se encuentra a alrededor de 384,400 kilómetros de distancia a la tierra y Andrómeda a unos 2,5 millones de años luz (un año luz equivalente a 9,4 billones de kilómetros), aún así vista en el cielo junto a la luna, Andrómeda sigue siendo gigantesca, sí, aun más grande que tus temores, que tus miedos, aún más perfecta de lo que creímos, porque aún a una enorme distancia, sin ningún lazo con la tierra, aún sin ni siquiera formar parte de nuestro sistema solar o planetario nos mira, acompaña y muestra su belleza cada noche.
Me recuerda a ti, que vienes cada vez que la vida se me oscurece y no sólo me enseñas la belleza que en ti se posa, también me enseñas lo preciosa que es la vida, lo fácil que es salir de los malos ratos, de los malos días, porque no sólo me alegras semanas, también me alegras la vida.
La única diferencia entre tú y la extraordinaria Andrómeda es que ella todas las noches está ahí, en ocasiones el cielo se torna oscuro por la contaminación o la lluvia, pero con un buen lente se puede encontrar que ahí está ella.
Oh no, parece que me he confundido de una forma muy horrenda, porque es exactamente lo mismo, siempre estás, aunque en ocasiones se posan entre nosotros las nubes contaminadas que se forman por la distancia, las ocupaciones del día a día y ese enorme debate de polvo estelar que está formado por el dilema de encariñarnos aún estando lejos o no hacerlos por el mismo motivo.
Tú y yo somos como la tierra y Andrómeda, estamos muy lejos.
Pero la verdad es que aunque hayan lunas a nuestro alrededor a las que llamamos amigos, Andrómeda aún estando lejos de la tierra se nota, en ocasiones, más que la mismísima luna que se encuentran a muchísimas menos millas de distancia; así somos tú y yo, a una enorme distancia pero el tamaño de ésto es tan grande que ni las nubes contaminadas del olvido y la distancia, ni el polvo estelar de la inseguridad de encariñarse con alguien lejano pueden opacar la enorme luz de ésto, mujer.
Tú y yo somos como Andrómeda y la tierra porque aunque seamos completamente diferentes, tú seas extraordinaria y yo sólo un pedazo de tierra que se deteriora exageradamente rápido por culpa de las mismas personas que tanto acojo con cariño.
Aunque tú pertenezcan a algo más allá, aunque se supone que eres inalcanzable... Joder, ésto es inevitable.
Y así estamos condenados, a contemplarnos de lejos, sentirnos cerca y estar distantemente juntos.
Aveces se me da por viajar en los meteoritos de los sueños y verte de cerca, la sonrisa inconsciente que me sale al ver lo hermosa que eres aún dormida, mientras tomo tus cabellos que están rodeados de constelaciones hermosas que deslumbran a cualquier mortal y antimateria formando agujeros negros que hacen que ya ninguno frente a ti se sienta inmortal, me mostraste un Azul más hermoso que el mar, oh Andrómeda el éxtasis de ver tus ojos llenos de satélites, planetas y bueno quién sabe qué otras maravillas se ocultan en ellos ya que eres tan poca explorada y estás tan llena de sorpresas, me intrigas más que cuando al hombre intento explorar el fondo del inhóspito mar.