Buenas noches.

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Buenas noches, otras... no tanto.

A papá, por hacer de mí una princesa y a mamá, por hacer de mí una mujer tenaz y dedicada.

Y a ti Gabriel, por haber existido lo suficiente.



Llegué a casa y lancé mi chamarra a una de las sillas del comedor, me quité los zapatos, y caminé hasta el refrigerador, no había nada, más que el litro de leche que había comprado ayer, hice una mueca, y luego me encogí de hombros para dejar abierta la puerta en lo que tomaba un vaso, saqué el cartón, vertí el líquido en el vaso para volver a guardar esta endemoniada cosa.

Me encontraba sentado en la mesa de mi cocina, no es un espacio muy grande pero es mi hogar y me encanta lo mucho que tiene de mí, sin embargo, mirando las fotos de mis seres queridos en el refrigerador con imanes, me sentía tan solo, tan vacío, en esa mesa con mi vaso de leche enfrente, había estado tomándola, unos amigos me dijeron que con eso tal vez podría dormir en una de las tantas conversaciones sobre mis marcadas ojeras, no sabía cómo llenar ese vacío, no sabía porque llevaba semanas sintiéndome así, quiero decir, hay días malos y días de mierda, pero hasta hace estas semanas había sobrevivido a todos ellos, para bien o para mal, aún no me había quitado el sueño.

Una de mis mañanas pude observarme en el espejo, me veía cansado, desmejorado, con lunas bajo mis ojos, y sentía una sensación de culpa constante, sin embargo, todavía no puedo deducir a que se debe, creo que es por lo procastinador que me he vuelto, me explico, antes no podía llegar a la fecha límite para entregar algo, no dejaba las cosas para el último y le ponía más intención a mi apariencia, ahora llego a todos lados tarde y como si acabaran de apalearme la noche anterior, siento esta cosa, a veces hace que mis manos tiemblen y mi orgullo se quiebre a la mitad de una conversación al preguntarme si lo que dije realmente fue gracioso o correcto, si las personas solo sonríen o ríen por cortesía, me está matando.

Tenía mi teléfono a un lado, quería poner música, toleré 1 minuto de canción cuando en medio de la frustración decidí pausarla y bloquear el aparato, puse cara de disgusto, había dejado de disfrutar también las melodías que solían parecerme deliciosas, con las que bailaba en ropa interior, las que repetía una y otra vez hasta sentir que disfrutaba realmente, no podía más con esto.

Tomé mi vaso de leche, sin ganas, personalmente jamás he disfrutado de su sabor en lo más mínimo, por lo que el primer trago siempre era como con la esperanza de que esta vez supiera diferente y al darme cuenta de que no era así, trataba de beberla rápido en los menos tragos posibles, odiaba el sabor que dejaba en mi boca, como a muerto, si los muertos tuvieran sabor, estoy seguro de que sería ese, siempre terminaba azotando el vaso en la mesa haciéndolo sonar pero nunca romperse, era tan desagradable tener esa cosa en la boca, pero lo estaba intentando porque realmente necesitaba volver a dormir, había dejado incluso las otras bebidas que amaba, el café, el tequila, los mojitos preparados con tequila, los "caballitos" de tequila, EL BENDITO CAFÉ.

Levanté de mala gana el vaso de la mesa y lo dejé en el fregadero junto con los trastes que se habían juntado de hace 3 días, no solo me había vuelto descuidado con mi persona, sino con mi casa también, ¿en qué puto momento pasó todo esto y por qué me percato de ello hasta unas semanas después?

Miré mi entorno, vasos y platos sucios, mi ropa colgada en las tres sillas restantes en mi mesa, no me había dado cuenta de que eso ya era una rutina de todos los días, llegar y solo lanzar lo que tuviera puesto donde mejor se pudiera, ¿en qué me estoy convirtiendo?

Mis pies descalzos parecieron reaccionar por lo que busqué unas pantuflas y decidí que asimilar todo esto era demasiado para una noche, todo esto se estaba siendo demasiado para mí.

Caminé a mi habitación, y me sorprendí de nuevo a mí mismo al encontrar un desorden peor que el de mi cocina, ropa en el piso, zapatos por doquier, colillas y ceniza por todos lados a pesar de tener un cenicero perfectamente funcional en la mesita de noche al lado de mi cama, pude ver en ese momento todo lo que estaba haciendo mal, todo lo que estaba haciendo y lo que dejé de hacer, lo mucho que ha cambiado mi vida en tan solo unas semanas y peor aún, lo mucho que lo he permitido.

Negué con la cabeza, pero no quería tirarme a llorar, ya era bastante malo llegar con ojeras y que todos preguntaran el por qué, peor sería llegar con el rostro hinchado e hicieran comentarios también sobre eso y peor aún que hicieran preguntas, a veces no sabía si se burlaban de mí o realmente era preocupación, varias veces me ofrecieron ir a pasar la noche a casa de mis amigos, pero siendo honesto, no sería agradable mirar el techo mientras ellos dormían plácidamente, me ofrecían salir más y por miedo decía que no, aseguraba tener otros planes a pesar de que me quedara en casa viendo algo en internet mientras añadía comida basura a mi cuerpo.

Me puse el pijama y también cepillé mis dientes, como dije, el sabor de la leche en mi boca me causaba un asco insano e inimaginable, al llegar a mi cama me senté en forma de indio y tomé de nuevo mi teléfono, bastó tan solo con desbloquearlo para que todo se viniera abajo, es curioso como una simple barra de notificaciones en un celular puede cambiar tu estado de animo de un momento y de una forma tan drástica a otro, no es justo, en mi enojo decidí lanzarlo a las sábanas, no era tan estúpido como para arrojarlo contra la pared, digo, no defeco dinero.

Estaba tan molesto, tan harto, tan lleno de rabia que podía sentir como mis ojos comenzaban a arder, me rogaban dejarlos llover, lo necesitaba, pero en lugar de eso pasé saliva, me dolió hacerlo, como si hubiera algo en mi garganta que me lo impedía, como una especie de nudo, realmente cada segundo que pasaba me sentía más y más cerca de una especie de colapso, en dónde ni siquiera tenía la mínima idea de porque había llegado a afectarme todo de esta manera tan abrumadora. 

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