Charlie.

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Salí del departamento y toqué la puerta de al lado, dentro del edificio donde vivía solo había dos pequeños departamentos ya que la parte de abajo eran negocios, Charlie y yo nos decíamos afortunados por poder arrendar aquí, ya que era barato y finalmente las únicas personas con las que tendríamos que lidiar seriamos solo nosotros dos ya que nadie más subía, ni siquiera el arrendador, Charlie y yo nos conocimos cuando llegamos aquí, siempre me ha llamado exagerado, imbécil, aunque para ser honestos para tener que lidiar solo con un vecino como era el caso de él ya era bastante difícil, a veces llamaba a su puerta en las tardes de domingo solo porque quería hablar con alguien cuando el trataba de dormir por venir con resaca de las fiestas de sábado por la noche, me recibía, claro que sí, siempre de mala gana pero lo hacía, creo que finalmente lo harté.

Al comenzar a pensar así pude ver a Annie sonriendo parada en la puerta.

-Puedes correr, pero no esconderte. –Señaló con una sonrisa llena de malicia que en mi vida había visto, me dio escalofríos, sentí más temor que nunca en mi vida, entonces Charlie abrió la puerta.

No estaba en calzoncillos como la última vez, creo que escuchó mis gritos y por eso se quedó vestido, de algún modo pareció predecir que estaría en su puerta a las 4:00 am con el cabello despeinado y las marcas de mis uñas en una de mis palmas.

Me miró expectante, quise decir lo siento, disculparme por despertarlo, pero solo pensaba en dejar de ver a Annie por lo que sin preguntar entré en su departamento, o al menos lo intenté ya que, así como iba entrando me regresó al punto donde empecé, volví a mirar, ella no estaba, parecía saber que en cualquier momento iba a volver a mi casa y sería de nuevo mi fin.

- ¿A dónde crees que vas? –Preguntó en un bostezo. - ¿Acaso tienes idea de la hora que es? –Señaló el reloj en su muñeca. –En serio estás loco, hermano. –Parecía estar medio dormido aún, pero yo necesitaba su ayuda, la necesitaba desesperadamente.

Pude ver la imagen de Charlie en medio de mi intento por recuperar la lucidez, era delgado, no lo suficientemente para llamarlo coloquialmente "flaco" pero era delgado, también alto, tenía una pequeña barba, creo que tampoco la había estado pasando bien, no se dejaba la barba bajo ninguna circunstancia, aseguraba que era de mal gusto y solo se veía como un chayote.

- ¿Puedo pasar? –Pregunté cual si fueran las 4:00 de la tarde y no de la mañana, sus ojos se abrieron de par en par y levantó las manos.

-Hermano, en serio estás loco. –Dijo en lo que parecía un tono divertido, pero no me dejó entrar, me empujó levemente y dejó emparejada la puerta para poder entrar después él, claro está, sin mí compañía a su lado.

Me señaló el piso para que nos sentáramos pegados a la pared, no esperaba esta reacción, acabo de caer en la cuenta de que esta vez no cerró la puerta en mi cara.

-Lo siento. –Dije mientras me sentaba y dejaba caer mi peso sobre mi trasero para juntar mis piernas y abrazarme a ellas.

Él vestía un pants que le quedaba bastante holgado por lo que antes de sentarse trató de acomodarlo.

- ¿Qué te está pasando? –Dijo realmente desconcertado. –Siempre has sido un chico raro... -Comenzó bromeando, pero Charlie, este no era momento para putas bromas, mi mente dolía, no estoy seguro de cuál fue la mirada que le lancé ya que de inmediato reformuló su oración. –Lo que quiero decir es que siempre tienes tus cosas en mente, pero estas últimas semanas, es como si no fueras tú.

-Han sido semanas difíciles... -Comencé y por un momento no me sentí solo. –No sé qué está mal en mí, ¿sabes? –Charlie me abrazó y a pesar de que no éramos los más cercanos o que nos contáramos todo lo que hacíamos como hacen los amigos, era bueno escuchando y lo agradecía más que nunca en este momento, me sentí por un momento en paz.

-Yo tampoco he estado de lo mejor, pero no puedes seguir así, y no puedes seguir viniendo a estas horas a despertarme, ¿no duermes o que chingados? –iba a reírme, la risa es buena cuando te ríes de tus desgracias, ¿no?

-No he podido dormir muy bien, creo que es porque he estado muy presionado...

- ¿Cuál presión? –Me interrumpió, que mal educado. –Las cosas siempre van a caer por su propio peso, no puedes dar seguir tratando de arreglarlo todo en un solo disparo, porque el que va a necesitar reparación vas a terminar siendo tú, y honestamente, no dudo que en este momento ya te haga falta, ve a la calle, sal con una chica, con tus amigos, a quienes por cierto antes no podía sacar de aquí, ve y ten sexo, maldición. –No sé porque le conté eso, en serio, puse cara de asco, no me gustaba que me hiciera mención de eso, aunque después de todo no sabía porque, solíamos ser muy abiertos en ese tema, hasta nos dábamos consejos de vez en cuando. –Te hablo en serio, necesitas recobrar tu vida, es la segunda vez esta semana que me despiertas, y ni tú tienes 5 años y yo no soy tu madre, madura un poco. –Esto comenzaba a sonar más como un regaño que una conversación de amigos, casi quise preguntarle si estaba seguro de eso ultimo sobre no ser mi mamá, pero solo lo miré, esperando que siguiera, era agradable hablar con él porque era como hacerlo con un adolescente, pero un anciano al mismo tiempo. - ¿Probaste con lo que te dijo ese chico de tu clase sobre la leche? –preguntó y de nuevo sonó a regaño, como cuando mi mamá me preguntaba si había pagado la luz y quería que le mostrara el recibo.

-Sí, sabes que me da asco, pero lo he estado intentando... -comenzó a jugar con el vello de su barbilla, tal vez se había dejado la barba (o el intento de esta) para tener con que entretenerse.

- ¿Y ya probaste tomándote unos tequilas hasta quedarte dormido de lo ebrio que estás? –Preguntó como si estuviera recordando una anécdota en lugar de hablar de mí o de mi problema, en serio, si era muy mal educado.

-No quiero volverme también alcohólico, ya es bastante malo que fume como una chimenea y tome tanto café que a veces parezca que voy a explotar. –Se rio, recordó una ocasión que tenía que entregar un proyecto y estaba fumando y bebiendo tanto café que no podía sostener mi teléfono para contestar una llamada que tuve que pedirle a él que lo hiciera.

-No puedo creer que me hayas hecho responder tu teléfono aquella vez, ¿Cuánto café habías bebido?

- ¿Honestamente?, ni siquiera lo recuerdo. –Miré al piso, esto no estaba ayudándome mucho, sé que Charlie lo intentaba y que es difícil tratar con alguien como yo, pero en serio parecía que esto parecía más un regaño que otra cosa, tal vez si él hubiera tratado de hacerme sentir bien de una forma que no involucrara que yo me metiera en más problemas de los que ya tenía como desarrollar más vicios, otra cosa sería.

- ¿Me estás escuchando? –Dijo, pero en realidad no sabía que había seguido hablando, me perdí mucho en mis pensamientos.

-Lo siento, ¿dijiste algo? –al parecer esto le molestó de más.

-No entiendo porque pierdo mi tiempo tratando de ayudarte si no te interesa lo que tengo que decir, dije que necesitabas dormir, ahora adiós. –Se levantó sin más y entró a su departamento para cerrar de un portazo, creo que gritó que me jodiera, pero todo sucedió muy rápido, bastó con que no escuchara una oración que dijo para convertirme en un imbécil, y tal vez lo era, pero no por no poder escuchar lo que decía mientras esta cosa me estaba consumiendo.

Igual y sonará estúpido, no lo sé, pero por un momento pensé en quedarme en ese pasillo, extenderme en el suelo y tratar de dormir, pero sinceramente hacía demasiado frío y también estaba descalzo, no parecía muy buena idea, que, si Charlie ya pensaba que yo era un imbécil, un chico raro y loco, también pensara que era lo suficientemente sensible para esperarlo ahí hasta que amaneciera para resolver lo que acababa de suceder. 

Buenas noches, otras... no tanto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora