Un Rumor, ¿será cierto?

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Cómo una dulce presa, debemos ponerle una dulce carnada.

Desde hace meses he vivido aquí, pero hay algo que me tiene muy inquieta.

Una pequeña obsesión que fue creciendo conforme pasaron los meses.

Una obsesión que lleva el nombre de Piper.

Piper Henderson, mi vecina de al lado.

Esta pequeña obsesión empezó dos días después de mudarme, era un día muy soleado, salí a comprar a la tienda, a esta altura todos sabían de la existencia de mi familia, era un pueblo pequeño, por lo tanto todos se conocían, una señora de uno 40 años paso por la calle justamente cuando venía de la tienda.

—¡Buenos días! —me saludo amablemente

—Buenos días —le devolví el saludo por educación

—¿Eres nueva verdad? —preguntó deteniéndose enfrente de mi

—Si...

—¡Pues bienvenida!.

—Muchas gracias.

—Me llamo Rachelle, vivo a dos cuadras de aquí, en una casa verde limón, por si un día gustas ir a cenar.

—¡Oh muchas gracias!, Mi nombre es Drew y pues vivo en la casa de por allá —señalé la pequeña casa color melón.

—Vives al lado de Piper —susurró más para ella misma.

—¿Piper? ¿Quien es Piper? —hablé extrañamente confundida, ella al ver que mencioné el nombre me tapo la boca de inmediato y me llevo a un callejón muy descuidado.

—Ten cuidado —dijo en un tono de advertencia

—¿Por qué?.

—Lo único que te puedo decir es que te alejes de ella y tengas el menor contacto posible -sin que dijera algo más salió del callejón dejándome sola con muchas preguntas.

Salí del callejón tratando de acomodar mis ideas y tratar de responder a las múltiples preguntas que rondan en mi mente.

Me pare enfrente de mi casa y voltee a ver la casa de la tal Piper, pues si que daba miedo su casa, parecía de esas que a simple vista tienen un letrero de letras grandes y mayúsculas con la advertencia de "NO ENTRES, PELIGRO".

Todas las cortinas estaban corridas así que no se podia ver el interior, estaba ligeramente descuidada.

Entre a mi casa y me fui directo a mi habitación, al entrar deje las Sabritas que había comprado en la mesita que reposaba al lado de mi cama, me tendí en el cómodo colchón con la mirada en el techo, me quedé ahí sin apartar la vista, tratando de calmar mis pensamientos, algo confundida me puse la almohada en la cara suspirando con frustración.

Gemido.

Me quite la almohada y me senté para escuchar mejor.

Otro gemido.

—Pero que Mier... —muchos gemidos empezaron a sonar en mi habitación.

Empecé a buscar de dónde provenían aquellos gemidos, cada vez eran más fuertes.

—Mierda, mierda, Mier... ¡Ajá! —encontré mi celular debajo de la mesita.

—Pero que carajos —era una llamada.

—Se podría saber porque mi celular tiene gemidos de tono —le reclamé contestando la llamada

Se escucho unas carcajadas de su parte—. Hay hermanita no seas aguafiestas.

El Oscuro Secreto de PiperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora