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Me sentía... Destrozado.

Dejé de golpear su puerta después de que mis manos me dolieron tanto que ese dolor físico me impidió seguir sintiendo el de mi corazón.

Mi cuerpo cayó al suelo y terminé apoyado contra la pared del frente de la habitación de pete.

Escuché absolutamente todo, sabiendo muy bien que me merecía ese castigo por lo estúpido que había sido.

Amaba a pete, lo amaba con cada fibra de mi ser y si bien nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, mi tonta creencia de poder superar el vacío que me dejó terminar mi relación con simples mujeres que nunca me llenaran el corazón terminó apartándome de quien realmente amaba.

En este caso, muchas personas podrían creerse Dios para poder juzgarme por la infinidad de errores que había cometido y seguro lo merecía, pudrirme en el infierno, ser castigado por romper lo único que me mantenía firme y feliz.

Pasé mis manos por mis cabellos repetidas veces, sintiendo como las lágrimas volvían a deslizarse por mis mejillas. Creí que en algún momento dejarían de caer pero no pasó, cada que se detenían, solo debía agudizar mi oído lo suficiente para escuchar a pete siendo follado por alguien más y todo mi mundo se desmoronaba de nuevo.

De hecho, llegué a pensar que morir sería menos doloroso que todo eso que me taladraba el espacio donde imaginé debía de estar mi corazón hecho pedazos.

Supuse que una persona normal lo que debería hacer era aceptar su derrota, marcharse e iniciar su vida desde cero, pero no, no lo hice, me quedé exactamente en ese lugar hasta que la puerta de la habitación de pete se abrió y de dentro salió un hombre alto, delgado y con un rostro tan desagradable que sentí nauseas solo de mirarlo de re-ojo.

-Oh. -dijo. Mostrándome la sonrisa más torcida posible, causándome más nauseas de las que ya tenía de solo imaginarlo con pete , en la cama que alguna vez también compartimos él y yo.

- ¿Así que este es el chico? -Apreté mi mandíbula lo más que pude, escuchando los pasos de pete detrás de los suyos.

- ¿El que golpeaba la puerta y nos molestaba?

Escuché también la fría risa de pete y de nuevo mis ojos se llenaron de lágrimas.

Alcé la mirada otra vez, observando como el asqueroso chico se giraba para verlo. Pete tenía los cabellos desordenados, la ropa apenas bien colocada y el tipo no estaba en mejores condiciones de él.

-Mientes. -rio de nuevo. - ¿Qué no dijiste que nos detuvimos porque te cansaste?

-Cierto. -Dijo el sujeto. - ¿No te diste cuenta? Tener a alguien escuchando me excita mucho.

Y fue todo. Junté fuerzas de no sabría dónde para levantarme y empujar mi cuerpo contra el suyo, mandándole un puñetazo directamente al rostro.

Lo sorprendí, pero él se movió más rápido y mi puño impactó contra la pared, causándome un dolor tan agudo que un gesto contraído de dolor no tardó en aparecer en mi rostro.

Una corriente de puro ardor fue suficiente para que me distraiga y él tomara mis dos antebrazos, manteniéndome quieto antes de darme un rodillazo de lleno contra el estómago.

Solté una maldición y un chillido, cayendo arrodillado al suelo, apretando mi estómago con fuerza, tratando de disminuir el potente dolor y las potentes arcadas que no tardaron en llegar.

Ni siquiera me importaba mi estómago o mi orgullo destruido para ese punto, todo dolor que sintiera era nada a comparación con el vacío en mi corazón, pero lo que más me afectó fue que pete no hizo ni el más mínimo movimiento para ayudarme.

GOOD FRIENDS (ADAPTACIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora