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CAPÍTULO 1: VAMOS CAMARADAS

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CAPÍTULO 1: VAMOS CAMARADAS

Una niña de 10 años corría por las calles de una ciudad de la cual ni siquiera recordaba el nombre, corría empujando a la gente delante de ella sin importarle si les hacía daño o no, la gente se sorprendía al sentir empujones de repente, pero se sorprendían más al ver que una niña con heridas en el rostro y un usado camisón simplemente corría sin mirar atrás.

La niña escuchó gritos, de la mujer que se hacía llamar su madre, lo que la impulsó a correr aún más rápido, dio vueltas en callejones para despistarla, la niña era pobre pero inteligente. Iba tan rápido que casi olvida donde debía ir, dio varias vueltas más y la vio, la estación de trenes.

Espero asustada el momento indicado para saltar a uno de los vagones de carga, ni siquiera sabía hacia donde se dirigía el tren, solo sabía que se iría a algún lado, escuchó el silbato que indicaba la partida de este e inmediatamente y sin pensarlo subió al tren y cerró la puerta del vagón al mismo tiempo quedando a oscuras en un santiamén, sentía miedo, pero por lo menos estaba lejos de esa horrible gente.









(...)









El ruido fuerte del silbato despertó a la niña que dormía en el vagón, sentía como lentamente disminuía la velocidad del tren, a tientas intentaba encontrar donde abrir la puerta, pero sintió el fuerte tirón de esta indicando que alguien la había abierto desde fuera, se puso en alerta al instante.

Un hombre de unos 50 años ya, al abrir la puerta se sorprendió cuando vio a una polizona en el tren.

— ¡Tú, niña ¿pagaste tu boleto?! —.gritó enojado.—

La niña ni siquiera respondió y saltó como pudo del vagón, escabulléndose entre medio del hombre que intentaba atraparla, corría de nuevo entre la gente, ser pequeña y ágil era una ventaja en este momento, no tenía pertenencias y solo llevaba su viejo y grueso camisón, así que, el hombre no alcanzó ni siquiera a tocarle un pelo.

Corrió tanto que casi ni sentía sus piernas, incluso ya era tarde, calculó que debían ser las 6 o 7 de la tarde, en el camino robó una manta que estaba colgada, su querida trinidad era cálida pero estaban en invierno y ella ni siquiera tenía un techo con el cual protegerse, encontró un arbusto grande y supuso que podría dormir ahí, se tapó con la manta y esperó, que algún día las cosas cambien, se había alejado de las personas que le hicieron tanto daño, pero estaba sola en un lugar el cual ella desconocía totalmente.









(...)










2 años habían pasado ya, y la pobre niña de ya 12 años había sobrevivido por mera suerte, comía sobras de la basura, lo que arrojaban en restaurantes, o gente que se apiadaba de ella, generalmente la gente que vendía en el puerto era la más amable.

RUTH DOUX ━━Gilbert BlytheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora