Carta 3

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Marzo, compartiendo



Creerás que se trata de una nimiedad, del tonto juego de adolescentes que a esta edad no nos es propio, una especie de capricho nada tipo de los adultos con responsabilidades.

Pero, claramente, estaba comparando mundos completamente inconciliables. Porque, mientras la juventud despreocupada y emocionante te encuentra todavía en la línea de salida de este viaje que algunos llaman madurez, esta última halla en mi un espécimen agobiado, agotado.

Y, sin embargo, el descubrimiento de este reconfortante calor que compartes con el solo tacto de nuestros dedos, causa en mi corazón la más inocente de las aceleraciones.

Apenas un roce, y la mente de cualquier hombre seguro de sí mismo experimentara el miedo de atestiguar como las neblinas de la imaginación cubren la mente de ensoñaciones juveniles.

Ese tipo de visiones que, avergonzados hasta la muerte, los niños tienen cuando sus dedos entrelazan los de esa persona especial, única en el mundo, de quien no quieren separarse jamás.

Ojalá compartir aquel sueño contigo. El de nuestras manos unidas, fundidas en un amable apretón.

Cartas a una mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora