- Parte Única -

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❧ Aclaración ☙

Esto es un texto original. Solo una forma de desahogar mis pensamientos y sentimientos. Solo tiene una única parte y todo lo escrito aquí me pertenece totalmente a mi. Nada de copias ni adaptaciones sin mi autorización. Ojalá entiendan el mensaje que intento comunicar aquí, y ojalá, algún día seamos libres de nuestras cadenas. Sin más que decir, eres libre de seguir leyendo.



Cadenas

Te dicen que te levantes. Que sonrías, que el día está lindo, que hay sol, que hay luz. Y no mienten, sales y observas a tu alrededor a través de la ventana. Un olor dulce llega hasta tu nariz, lo respiras, lo sientes. El sol resplandece como no ha resplandecido nunca, hay cielo despejado. Hay tanta luz, tanta luz llegando a tus retinas que repentinamente todo vuelve a ser nada más que oscuridad. Que te levantes, te dicen. Que utilices tu tiempo en algo. No puedes negar que el día es divino, que efectivamente el ambiente es tan lindo y apacible. Pero no puedes. No puedes abrir los ojos. No puedes poner un pie frente al otro. No puedes salir, no puedes brillar. Cadenas te rodean lentamente, desde tus pies, recorriendo las piernas, tus muslos, la cintura, tu pecho, los brazos hasta que de pronto estás completamente sumido en ellas. Al fondo. Al fondo vuelves a caer, al fondo vuelves a ir. Al abismo. Un lugar frío, oscuro, pero tan familiar. Tan familiar que ese abismo que te envuelve lo puedes llamar hogar. Pones un pie frente al otro, saltas, corres, luchas por escuchar. Tal vez sería una buena idea, tal vez sería bueno salir de la cama, de la habitación. Tal vez sería bueno hacer algo nuevo, tal vez, tal vez. Pero esas cadenas que te asfixian tanto no hacen nada más que apretar. Aprietan y aprietan hasta volverse sofocantes.

'¿Por qué pesan tanto?' Te preguntas. '¿Qué es lo que hice mal?' Sin embargo por más que te lo preguntes y cuestiones la respuesta no parece llegar pronto. Y es que es injusto. Cada día de tu vida te levantas y luchas tan solo por seguir de pie una vez más. Cada día que pasa es otra lucha nueva. Una lucha interminable, cansada, agotadora, que tienes contigo. Tu propia lucha, la que no le pertenece a nadie más. No quieres que carguen, no quieres que te envuelvan ni mucho menos quieres sufrirlas. ¿Por qué te envuelven cadenas? ¿Por qué hoy más que nunca pesan tanto? Sabes que no puedes salir, que el mundo está sufriendo, que dentro de tu metro cuadrado es más seguro. Te estresa, pero sabes que no hay de otra, que debes luchar por todos en esta ocasión. Ya de por sí estás apresado, inmovilizado, recluido, agobiado. Y aunque esta lucha sea por todos, aun tienes que sufrir tu lucha interna, que también te atrapa, encadena, enjaula y sofoca diariamente.

5 minutos más, le dices a tu mente. 5 minutos más para que tu cuerpo repose, aunque ya dormiste toda la noche. 5 minutos más para pensar, 5 minutos más para mantenerte quieto. Quieto. Solo eso quieres. Calma, plenitud y algo de paz. ¿Pero como puedes obtener paz si tu mente diariamente suele ser lo que te la quita?, te la arrebata. La ansiedad te consume y te enerva. Pensamientos surgen y te mantienen ahí. A veces sentir te cansa. La presión, la intranquilidad. Quieres llorar, pero sabes que aun no puedes hacer nada hasta que todo acabe. ¿Y cuando va a acabar? Te preguntas.

Cuarentena. Cuarentena. Quedarse en casa para estar seguro. Seguro. Seguro quieres estar. Más si ni en tu propia mente estás seguro, que es lo que queda por esperar. A diario ves las noticias, los números subir, te asusta, te inquieta, te pesa.

 Ay, ay, ay. ¿Cuándo va a acabar la cuarentena? ¿Cuándo va a acabar el peligro? El encierro, el temor...

Hoy hace un lindo día fuera. Te lo repiten. Pero no escuchas. No puedes escuchar. El sol brilla, te dicen, pero solo puedes ver la oscuridad. La oscuridad de tu alma, el tormento de la inquietud que traes contigo desde antes de que comenzara todo. Pero repentinamente todo empieza a caer en picada. Necesitas ayuda, quieres ayuda, ¡Gritas por ayuda!... Pero nadie acude a tu llamado. Nadie entiende tu llamado. Nadie entiende tus intenciones ni menos tus preocupaciones. Pero las cosas no han sido fáciles. Nadie las tiene fáciles, nadie nunca las tuvo fáciles. Más sin embargo todo ahora se hace tan evidente, tan shockeante. Inigualable. Todos entran en confusión, en negación, en represión. Y es que de por si nunca ha sido algo sencillo de admitir. La esperanza comienza a decaer más sin embargo aun es potente. Potente. Abundante se mantiene. Pero ahí sigues. En tu cama, observando el techo. Cuestionando el mundo y las afueras de tu hogar. Cansado, abrumado y perdido. Tal vez ahora si te vas a levantar.

Un pie frente al otro, finalmente y otra vez. Otro día nuevamente, enfrentándote al estrés. Y es que así haz estado viviendo últimamente, con tanto peso encima... Buscando nuevas actividades para hacer, o nuevas cosas que enfrentar. Y es que la tristeza abunda día a día sin cesar. Los nervios te dominan, hay mucho en que pensar. Todos estamos en esto. Todos nos cuidamos. Todos sufrimos, todos estamos afectados. Y la salud mental, que cada día se vuelve más y más deplorable nos hunde. Vuelves a sentir, como las cadenas te arrebatan, como un suspiro, con el ultimo rastro de sonrisa de tu rostro. Vuelves a sentir, como las cadenas, aprietan, tanto que marcan tus brazos, tus piernas, tus manos. Tu mente es el abismo, el mar que te atrapa. Donde nadas sin parar más la superficie se ve cada vez mas lejana. Y es que es entendible, que todos estemos mal. Es entendible, que tengamos ganas de llorar. Que lindo día hay afuera, vuelves a pensar. Que lástima que de ningún modo lo puedas disfrutar.

Tu existencia te marca, te agrede, te daña. Tus pensamientos te mutilan, te ahogan, te matan. Y es que a veces puedes actuar extraño, tratar mal a quienes amas, por culpa del engaño en el que tu cráneo te atrapa.

Ay, ay, ay. A veces solo quieres paz. Siempre has querido paz. Esa paz que nunca llega, esa paz que siempre se va. Que lastima, mundo. Que seamos muchos los que estamos así. Desde antes que todo pasara, desde antes hemos de sufrir.

Que injusto. Te dices. Que injusto para ti. Las cadenas siempre han estado presentes, presentes, dentro de ti. Y la gente se queja, de no poder hacer su fiesta, de no poder ir al cine, de no poder salir al mall. Porque, por supuesto, para ellos es mucho más importante divertirse, que darse cuenta de su realidad. Todos sufrimos, todos estamos agotados, todos, nuevamente, queremos paz. Pero para algunos, esa paz que tanto se anhela, nunca ha de llegar. Estamos rotos. Rotos, muy muy dentro. Con mentes lastimadas, corazones ya muy lentos. Queremos gritar, queremos salir, pero no a fuera, como pueden llegar a pensar. Queremos gritar, queremos salir, de nuestras mentes, de las cadenas, que mientras las carguemos arriba nuestro, siempre las hemos de sufrir.

Ay, ay, ay...

 Cadenas del alma. Inexistentes para la vista, pero no menos pesadas. Queman, mientras caminas, arden, mientras respiras. Sabes que siempre estarán presentes. Siempre colgando, siempre pesando. Y ahora atrapados en casa, mucha gente, de ellas se están enterando. Así que mundo, por favor entiende, que esta presión, siempre ha existido. Al suelo vuelves. Al suelo regresas. Al suelo caes.

Se podrá acabar la cuarentena...

Pero para muchos y quizás para ti, todavía habrá cadenas.

Fernanda Quinteros [Freshy]

– 23-07-2020

Cadenas [ Texto Original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora