Los 7 amuletos // Obey Me fanfic

Capítulo 3 - Busca tesoros

P.o.V. Clarissa

Poco me importaba lo que Elisa me permitiera o no hacer. No parecía que mi mundo acá pudiese verse afectado por el simple hecho de convivir con demonios que son menos terroríficos que el Babadook. Pensé que podría conseguir algo de dinero en apuestas o algo así, pero esa estúpida carta dictamina que nuestra moneda no es válida acá. Supongo que podría conseguir algún empleo, pero jamás en mi vida lo hice y no pienso trabajar para alguien más.

Tenía fe en que al menos pudiesen tragarme, pero estoy segura que no cortan ni las flores de su jardín con tal de no acabar con un ser vivo. Los imaginaba con cuernos, alas o cola, pero tienen pinta de frikis, mayordomos, nerds, atletas y demás cosas comunes en mi mundo, así que no estoy para nada sorprendida.

La academia realmente se ve más grande por dentro de lo que se ve por fuera. Recuerdo que uno de esos tontos mencionó que es más peligroso afuera y por ello era más seguro alojarnos en ¿House of Lamentation? Que nombre tan estúpido. No los culpo. La casa es el reflejo de sus dueños, unos tontos y adorables gremlins.

No entiendo el afán de todos por repetirme una y otra vez "No te robes nada". Que a los 13 me hayan arrestado por tomar un simple pan no significaba que lo robé, y menos que robaría por el resto de mi vida. Bueno, también tomé una cartera que estaba tirada, pero no había nadie cerca, así que no pueden culparme de tratar de hallar al dueño de esa cosa. Peor aun cuando llegan con su amenaza de lo que mi hermana podría hacerme. ¿Acaso no ven que somos trillizas? ¡Tiene la misma maldita edad que yo! ¡No tiene poder jerárquico sobre mí!

De todas formas, esas cosas que Eli había sacado de mi bolsillo no eran más que cosas que hallé tiradas. Pensaba devolverlas. El maldito reloj era de ese demonio estúpido de nombre Astonto o algo así. Las carteras las hallé tiradas y sin nombres. Regresé para saber si hallaba al dueño. Los aretes eran de Reina. ¡El maldito billete era mío! Y ese bolígrafo... me lo dio el mayordomo. Es el único que tiene un semblante amable conmigo.

Siempre que trato de hacer una buena acción, se vuelca en mi contra. Esto es completamente absurdo. A veces creo que es una especie de maldición.

- Oye, humana. Creí haberte dicho que no debes rondar por el área sola.

Volteé para ver quién se encontraba detrás de mí. Era ese demonio casi tan alto como yo, de cabello blanco y con ojos azul-amarillentos. Era irritante hasta el copete y no dejaba de estar cerca de mí desde el primer momento que llegué. Que cayera sobre él no le daba motivos para seguirme durante todo el día.

- ¿Qué es lo quieres? Solo estoy dando vueltas por el lugar.

- Y te repito, no debes rondar por el área sola. —Aunque parecía serio, realmente no creo que lo sea.

- Ajá ¿entonces te tengo que invitar a rondar conmigo o cómo? —le respondí irónicamente—. No has dejado de molestar desde que llegué ¿tienes algo en mí contra o qué?

- ¿Yo, molestarte a ti? Si tú caíste sobre mí desde tu llegada. Con todo el peso que cargas.

- ¿Me dices gorda? —Pregunte enojada—. ¡Es musculo! ¡Y tengo más en una mano de lo que tú tienes en eso que llamas cuerpo!

- ¿Me dices débil? —Respondió—. ¡Tú deberías dedicarte a apreciar mejor este esculpido cuerpo! ¡Parezco un dios griego y tú una simple gorgona!

- ¿¡Y AHORA ME DICES FEA!? —Suficiente, este idiota no se salva—. Mira imbécil, cabello de erizo, que yo sepa... ¡NO! ¡ESTOY! ¡HACIENDO! ¡NADA! Así que... ¡DEJA DE MOLESTARME!

Narrador

Clarissa y Mammon comenzaron a discutir sobre banalidades, insultándose uno al otro diciéndose cosas sin sentido, mientras hacían un pequeño espectáculo sin espectadores a su alrededor. Los gritos de ambos se oían hasta el salón donde aún se encontraban las demás Winterhold y los otros demonios.