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Vive el ahora, con un futuro incierto, pero con ganancias para toda la vida.


La luz del sol penetraba con fuerza el rostro de la chica que se encontraba frente a la ventana. Con un quejido decidió alejarse de ahí para dar un paseo por el lugar.

De nuevo en aquella oficina.

Pensar que en tan sólo un año su vida había dado un giro, cambiando sus metas e ideales. E innegablemente, su forma de ser.

Kang Seulgi ya no era tan humilde después de todo.

Vestía de marca todos los días, trabajaba como gerente en su campo de estudio, comía regularmente en costosos restaurantes, asistía a múltiples pasarelas y, sobre todo, residía en la zona más rica de aquel lugar. Y todo gracias al haber contraído matrimonio con Irene y adquirir todo lo que le correspondía por herencia.

Jodete familia.

En el fondo de su ser, odio haber hecho eso, pero no negaba que tenía una buena vida. Con todo lo que soñó y, aunque le costara un poco de su libertad; admitía que vivía bien y el amor que una vez deseo, quedó en segundo plano.

Primero yo, después yo y por último yo.

Pero nunca olvidaba hacerle la vida de cuaditos a su pareja. Sí, su esposa. No había amor en esa relación, quizás un poco de cariño pero, ellas sabían el porque estaban juntas.

Poder y, quizás un poco de sexo.

— ¿Qué quieres, estorbo?

Sonrío falsamente y se sentó en su butaca, alzando su vista para ver a la chica que llegó sin preguntar a su oficina. Irene conocía las mañas de Seulgi, asi que no se inmutaba por verla ahí, aunque si era un cadillo entre sus planes.

— Sí, hola a ti tambien Unnie. Necesito que me acompañes a un lugar muy lejos.

Se sentó en el escritorio frente a ella, cruzando sus piernas, dejando en visto un poco de sus muslos. Un vestido demasiado corto, pero a Seulgi le gustaba enseñar su lindo y trabajado cuerpo, además de provocar a los demas.

Sobre todo a Irene.

Nego riendo, pero sin gracia, al ver la acción de la chica y posó una de sus manos en su rodilla subiendo hasta llegar al dobladillo del vestido. Irene sabía lo que trataba de hacer y, podría funcionar.

— Convenceme cariño.

Un clic y las ventanas se cubrieron de negro, avisando con un pequeño foco rojo a la recepcionista que la jefa estaría ocupada.

Irene y Seulgi sabían que juntas eran poderosas, fue difícil llegar a ese punto, pero; logrando destrozar todos los muros de Irene sobre trabajar en equipo, supo con exactitud que fue bueno dejar a un su orgullo y disfrutar un poco de ello, del sexo sobre todo. Y Seulgi...

Ella seguía siendo la misma a la vista de todos, pero con un poco de crueldad y dinero en su cuenta.

Querían dinero y no amor.

Y eso ellas tendrían, después de todo, al fin  sabían compartir la corona.





Fin.

Greedy | Seulrene.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora