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Las personas nunca suelen leer las instrucciones del producto antes de utilizarlo.

El reloj marca las siete de la tarde. La hora de su llegada. Acomodó su atuendo, palmeando en los lugares correctos esperando ver todo en orden y tomó su bolso saliendo del lugar. Aliso por última vez su flequillo antes de subir al automóvil que la esperaba en la entrada. No mucho después de que subiera el auto arrancó.

Un suspiro y una mirada, Irene la miró de pies a cabeza asintiendo hacia Seulgi sobre su atuendo y giró la vista a su bebida. Hoy debía ser perfecto y no esperaba más de la belleza de su acompañante. Aunque nunca lo admitiría, era muy hermosa. Por otra parte Seulgi la observó sin ningun sentimiento y la examino. Su tez blanca en contraste con la vestimenta negra la hacia ver más luminosa. Sus piernas al descubierto. Sí, era linda pero no tanto para hacer a Seulgi cabecear. Y por último su rostro sin ningún maquillaje cargado solo esos ojos peculiares deliniados con un negro intenso.

Quema.

La mirada felina de Seulgi siguió penetrando por completo a Irene, quien muy fácilmente la ignoró y posó su vista a su champaña nueva. Aun con el dolor de su alma comenzó a hablar, debía rebajarse a su nivel y mostrar que ella aceptaba todo lo sucedido. Aunque no fueran mas que falacias.

— Ahora dime Irene, ¿me darás lo que quiero a cambio de mi cuerpo? — subio su entrecejo al ver obtenido la atención y sin preámbulos se hinco. Estaba a merced de ella y eso lo confirmo al ver el brillo en sus ojos, le gustaba. Seulgi supo en ese instante que su orgullo debía esconderse durante la velada para que todo fuera perfecto. Suspiró y acarició lentamente las manos de ella — Porque si vamos hablar de hacer me la vida una mierda, al menos quiero divertirme por unos momentos.

Convierte en el mejor aliado de tu enemigo y verás como caen sus muros.

Seulgi sabía lo que hacía, había estado planeando esto desde hace días y esperaba diera resultado. Y no deseaba más que ver a Joohyun hundida en sus garras, porque después de todo, Seulgi sabía jugar con los demonios.

Pero después de todo, nunca se debe confiar tanto. Irene sonrió abruptamente entrelazado una de sus manos con las de ella y bajo la mirada confusa de Seulgi la tomó del mentón para susurrarle al oído:

— Cuidado con lo que deseas. ¿De verdad eres tan fuerte como crees?

Greedy | Seulrene.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora