No voy a mentirte porque cuando te fuiste si sentí rabia y soledad, quise culparte de tantas cosas, cosas que no tenían nada que ver contigo y nada, el tiro se salió por la culata y la culpa volvía a recaer sobre mí.
Siempre supe que te irías, estabas destinado a ser efímero en mi vida empero, seguía intentando convertir lo imposible en posible.
Cuando te fuiste, creí que te llevabas la tranquilidad y los bellos amaneceres, a partir de momento tuve por seguro que sólo miraría los atardeceres con la esperanza de verte volver.
Pasaron los días y la monotonía de la ausencia se volvía más insoportable, entonces fue cuando repare de que ya no sentía a las inseguridades, habías tomado a una pobre chica de los brazos sacudiendo todos sus temores y tristezas.
Me habías llamado guapa tantas veces que terminé creyéndolo, ser la chica guapa me ha tomado tanto tiempo, tantas inseguridades absurdas y temores sin fundamentos. Quizás algún día nos volvamos a cruzar, así como en ese pasado cercano, cuando dos extraños que no se debían conocer, se cruzaron y se sintieron por un breve tiempo.
Dejaste tanto de ti en mí, que ahora que me miro al espejo veo tus ojos en mis ojos y tus labios en mis labios, diciendo dulcemente "¡Hola guapa!"