Capitulo 1: Luna Roja

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Narrado por Ismael.

Nunca pensé que llegarían dos personas a mi vida que me la cambiarán por completo.

Primero la conocí a ella. Isabela Romanof. La chica extrovertida que conquistó mi corazón en un segundo.

Fue una noche muy fría. Había una luna llena inmensa. Algo muy lindo de ver.

Yo estaba trabajando de mozo en un restaurante que había abierto hace muy poco. No iba mucha gente.

Esa noche que la conocí recuerdo que un compañero del trabajo me dijo: "Mirá, hay luna roja, hoy vas a encontrar al amor de tu vida". Supongo que solo fue un decir, pero no se equivocó... Aunque con el tiempo resultaron ser dos.

A la hora de arrancar mi horario laboral me tocó atender a una chica que estaba sentada sola y un poco alejada del resto de las personas. Estaba solitaria.

Me acerqué. La miré a los ojos y le dije: "Hola". Me quedé por un segundos sin decir nada más. Me puse totalmente nervioso. En mi mente solo pensaba "Que linda es".

Ella me respondió: "Buenas noches" y se me quedó mirando, como esperando a que diga algo más. Pues claro, ella quería ordenar su cena y yo todo atontado solo la miraba sin decir nada.

Me puse serio. Le mostré la carta y le recomendé el plato del día. Me dijo que ya sabía que pedir. Solo pidió una porción de papas y una gaseosa.

Sabía que no podía perder la oportunidad de conocer a esa chica, pero esa noche ni siquiera me animé a pedirle el número o algo.

Por suerte para mí, empezó a venir de seguido al restaurante. Ya era su lugar de costumbre para cenar. Ya era mi trabajo favorito cuando aparecía ella.

Cada noche que venía al restaurante la atendía yo y poco a poco le empezaba a hablar más. Mientras la atendía o en momentos libres me acercaba a su mesa y conversábamos.

Siempre me contaba de sus viajes por Europa. Me decía que le encantaba viajar y conocer diferentes culturas. Me contó que una vez en Amsterdam pasó una noche en la comisaría por culpa de su ex. Era muy extrovertida y a medida que íbamos hablando, más me contaba.

Un día tomé coraje y la invité a salir. Me dijo: "Obvio, estaba esperando que me lo digas".

Entonces la llevé a un bar cerca del restaurante. Un bar chico. Poca gente. Especial para estar tranqui y charlar.

Era nuestra primera cita y nos quedamos charlando hasta que cerró. Después me invitó a dormir en su casa. Esa noche fue dónde comenzó nuestro romance.

Nos hicimos inseparables. Tratabamos de vernos en nuestros ratos libres y hace muchas cosas juntos.

Yo, además de trabajar en el restaurante también estudiaba arquitectura en la facultad. Ella amaba pintar, estaba en una escuela de artes y además trabajaba de secretaria en una empresa.

Nos divertíamos tanto juntos, que nunca queríamos separarnos. Siempre merendabamos juntos en "Alice's tea house", dónde hacían los mejores té de la ciudad. Ambos eramos fan del té. Después cada uno retomaba sus actividades y algunas veces nos volvíamos a ver a la noche.

A medida que pasaba el tiempo y nos conociamos más empezamos a planear muchas cosas juntos. Eramos una pareja bastante intensa en ese sentido. No sabíamos como iba a ser nuestro futuro, pero planeabamos estar juntos siempre.

Después de varios meses juntos y ya más formalmente conocí a su familia al igual que ella la mía. Ambas familias nos adoraban. Les encantaba vernos juntos. En algunas cenas salía el típico comentario: "¿Para cuando el bebé?". Bueno... no, todavía es muy pronto.

Como en todo pareja también teníamos nuestras discusiones y desencuentros, que se dieron cuando ya llevábamos varios meses juntos. Al principio todo siempre es amor y paz. Pero igual nunca llegaron al punto de que pensemos en separarnos ni mucho menos. Una sola vez ella se enojó tanto que despareció por tres días. Me bloqueó de todos lados y no quería verme. Luego volvió un día y me dijo: "Perdón amor, tuve una crisis y te odié por tres días, pero ya se me pasó, te amo". Me abrazó y no volvimos a hablar más de ese tema.

Yo en particular no era de enojarme. Solo algunos minutos y después todo bien. Quizás soy un flojo en ese sentido, pero no me gusta enojarme. Un poco celoso quizás, pero ni lo demostraba y ella nunca se daba cuenta. Eramos una pareja bastante liberal con ideas de hacer cosas que hagan crecer la relación y no arruinarla.

Cuando cumplimos un año de estar juntos le pedí que se venga a vivir a mi depto. Ella no tenía planes de convivir todavía así que lo dudó, pero luego accedió y de a poco se iba quedando más tiempo hasta que prácticamente ya vivía conmigo.

Ahí empezaron algunos problemas típico de la convivencia y el tiempo que llevábamos juntos.

Con el tiempo empezamos a sentir que algo que se había apagado en nosotros, pero igual seguíamos bien juntos.

Necesitábamos reforzar un poco la relación, nada más. Quizás darle un poco de aventura.

Fue entonces cuando lo conocimos a él...

Té para tres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora