Capitulo 4: Estival

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La rutina se instauró rápidamente, siendo un alivio y un tormento al mismo tiempo por las mismas razones, pues contra sus deseos de permanecer molesto, esta lo entretenía un poco y distraía de su hostilidad.

Su madre seguía dejándolo dormir; así que cuando despertaba en la tarde, la encontraba desempacando cajas o revisando papeles en la nueva mesita de centro de la sala. La saludaba secamente y luego, siendo lo más silencioso y discreto posible, se hacía un rápido desayuno (ya había comida "de verdad" en el refrigerador) y volvía a su habitación para echarse en su colchón nuevo y comer mientras leía o escuchaba un poco de música. Era algo menos que un hikikomori, permanecía la mayor parte del día en su "cueva", inauditamente limpia y ordenada, saliendo de ella tres veces al día por provisiones y mantener la interacción mínima reglamentaria con su progenitora de decir "buenos días" y "buenas noches".

Esta clase de aislamiento podría parecer difícil en el pequeño departamento, pero pareciera incluso que cooperaba, manteniéndose fuera de su camino, sin intentar llevar a cabo intentos mayores de comunicación.

Era en las noches, gracias a ese insomnio estival que nos da a todos al tener la posibilidad de levantarnos tarde la mañana siguiente, que salía de su refugio y exploraba el apartamento como los ratones de los cuáles todavía no lograba deshacerse del todo e intentaba conquistar aquel extraño territorio de a poco con su presencia, hasta acostumbrarse a él y dejar de sentirse un extranjero. 

En las noches iba al baño y lavaba los platos acumulados durante el día en su cuarto y los que hubiera dejado su madre para después (porque, ¿Qué más daba si tu primogénito adolescente, de perfectas notas y comportamiento intachable se aislaba del mundo y mostraba signos de depresión?, pero que "Dios" lo perdonara si juntaba vasos en su cuarto), limpiaba, ordenaba y desempacaba un poco. Como si fuera uno de esos duendes zapateros del cuento que mientras no recibieran crédito ni reconocimiento, se hallaban felices de ayudar.

Así, fue pasados un par de días de esta relativamente cómoda rutina que una tarde, habiéndose levantado más temprano de lo habitual y tras servirse huevos revueltos hechos a toda velocidad con algunos trocitos de cáscara incluidos y disponiéndose a volver a su habitación a seguir esquivando a su progenitora, por una vez sentada a la mesa de la cocina; que esta llamó su atención golpeando la mesa con la palma.

—Siéntate a comer aquí. —le indicó sin alzar la vista de los papeles que revisaba, apenas retirándolos un poco para hacerle sitio.

Apenas se sentaba, reflexionando sobre sus intenciones tras aquella orden (no petición, ni sugerencia) cuando ella misma las reveló:

—Mañana tienes que ir a la escuela. —dijo con simpleza, apurando un sorbo de café para poder hablar.

—¿Eh? —se sintió desconcertado. Antes de entrar en pánico hizo rápidamente la cuenta de los días, en vacaciones era fácil perder la noción del tiempo... pero no, era una falsa alarma—. Creí que todavía faltaba una semana. —con más calma, echó un poco de jarabe sobre sus huevos revueltos y también un poco de sal; no creía nada, sabía. Pero prefería no arriesgarse a iniciar una discusión por contradecirla tan "temprano" pues lucía especialmente estresada.

—El personal ya está en labores, tienes que ir a dejar tus papeles. —revolvió las pilas delante de ella, rescatando un recibo viejo y examinándolo con ojos críticos antes de arrugarlo y aventarlo al bote de basura de la cocina sin atinarle.

—Creí que tú... —empezó tranquilo.

—Arreglé todo lo posible tu inscripción por teléfono, ¿Sí? -estalló cortando sus palabras y golpeándolo con la dureza de su tono. —. También me encargué de lo de la revalidación de tu certificado de secundaria, NO-puedo-hacerlo-todo-Sam, faltan entregar tus papeles, ve mañana a dejarlos, es todo lo que te pido, ¿Puedes?

De inmediato sintió como si un el estómago se le encogiera y quisiera treparle por la garganta. Empezó a enojarse. No pensaba reprocharle nada, solo había sido un comentario, creía que lo de su inscripción estaba resuelto y se había sorprendido, solo eso, no tenía nada en contra de ir a la escuela, no había ningún ataque del cual defenderse, no tenía por qué reclamarle de esa manera como si fuera un inútil que jamás moviera un dedo para ayudarla...

Se quedó viendo sus huevos enfriarse, moviéndolos por el plato con el tenedor, el jarabe solidificándose en la cerámica; intentó comer, pero apenas pudo probar unos bocados y no se sintió capaz de tragar, la mirada ausente mientras su mente seguía dando vueltas al asunto.

<<Contéstale>>

—¿Y cómo voy a ir?  —siguió el impulso sin detenerse a pensar en las consecuencias, las palabras tan solo salieron.

—¿Eh? —le contestó distraídamente, como si el asunto hubiera sido zanjado hace mucho y cualquier cosa que pudiera decir al respecto careciera ya de importancia.

—No conozco un carajo, me voy a perder. —escupió con toda la dureza de la que era capaz sin sentir que debía cubrirse la nuca para protegerse del golpe seguro (que no era mucha).

—¿Y crees que yo sí? Estuve aquí un verano hace dieciséis años, busca la dirección en Internet, chécate las rutas de autobús o algo ¿No puedes hacer eso? —sin embargo, ella le contestó perfectamente tranquila, como si nada, incluso con tono ligeramente cansino, cuestionándole genuinamente su "incompetencia".

Su estómago dejó de trepar, lo sintió caer, hundirse y encogérsele aún más, miró su plato casi intacto con asco, en su mejilla seguía el bocado de huevos revueltos sin tragar.

—Vale. —fue lo único que dijo ahora, dándole el triunfo a su madre de aquello que para ella ni siquiera contaba como una discusión. 

Se levantó sin que se lo impidiera de ninguna manera ni dijera nada en contra, todavía sin alzar la vista siquiera, bebiendo tranquilamente de su café. Recogió el recibo arrugado del suelo y lo tiró a la basura; tomó sus platos y se dirigió a su habitación para comer en aislamiento como tantas veces solía hacer, solo que en vez de acostarse en la cama y poner algo de música como otras veces, dejó los platos en el suelo junto a la cama, escupió en la papelera el bocado de comida a medio masticar, se tiró a la cama y volvió a dormir.

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⏰ Última actualización: Oct 12 ⏰

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