Presente

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Siglo XXI

Me desperté exactamente igual que siempre, pero esta vez fue diferente. Me desperté y sentí como si estuviera en otro lugar, un lugar que no conocía, como si fuese ajena a todo lo que me rodeara. Pero todo seguía exactamente igual a como lo habia dejado antes de irme a dormir. Mi techo cubierto de un blanco leche y adornado con luces de colores, mis paredes seguían pintadas de azul cielo y con los posters del universo que habia pegado en ellas hace un año cuando me mude. Mi cuerpo estaba envuelto en las sabanas de flores que yo habia comprado con mi ultimo salario y el sol se colaba por la única ventana con balcon de mi apartamento. Todo estaba igual, pero, ¿porque yo seguía sintiéndome diferente?

Debia continuar con mi dia igual que siempre, pero aun teniendo aquella sensación encima, de que algo no estaba bien. Me levanté aun un poco dormida, mi cuerpo estaba pesado como si un camión de carga me había atropellado. ¡Diablos! que sensación más extrañas, jamás me había sentido así. Era una locura, tal vez debía solamente ignorar todo aquello y seguir con mi vida, pero era muy difícil dejarlo atrás, sin embargo así intenté incluso cuando regresé a mi trabajo. Observaba la nada pensando en qué había soñado, tenía esa sensación de que había soñado algo pero que lo había olvidado, no podía recordar que era.

- Oye cariño, ¿vas a seguir así todo el día?. Por Dios llevamos apenas la mitad de la mañana y sigues pareciendo una zombie.

Voltee a ver de golpe a mi amiga Marie, me veía con su mirada de regaño y yo solo pestañeaba tratando de salir de mi trance. Acomode mi postura en mi escritorio y la mire con un gesto que decia que lo sentía.

- Lo siento, ¿que era lo que decías?
- Oh vamos Clara, estoy contándote desde hace una hora lo que pasó con Mitch y no me escuchas, me hieres sabés? Que coño te pasa?
- Oye! Que grosera -respondi mientras le lanzaba una bola de papel-. Es solo que no pude dormir bien, creo.
- Crees?, ¡Dios! Ya sabía que eras rara pero no era para tanto.
- No seas tan cruel. Vamos, sigue contando lo de Mitch, pero desde el principio -Marie volteo los ojos y soltó un suspiro.
- Ahí voy de nuevo, si no me escuchas te jodiste.
- Ajá -repique y ella me devolvió la bola de papel, solte una risa mientras la atajaba.
- Bueno, Mitch nos invitó a su fiesta esta noche. Mitch Poulter, ¡el hijo de nuestro jefe! ¿No es acaso una locura?
- Bueno, si no te acostarás con él a escondidas pues estuviera fingiendo sorpresa, pero no lo estoy.

Marie se puso roja al instante, no esperaba que le dijera aquello. Es que digamos que no soy muy buena ocultando cosas siempre las digo sin filtro y Marie y yo hemos sido amigas por muchos años, la confianza siempre ha estado allí. Me había dado cuenta hace un mes que ella se escabullía en el estacionamiento para ver al sexy hijo de nuestro jefe que también trabajaba en el edificio y que además soy su secretaria. Luego de besarse insaciablemente se iban en su auto a no se dónde, claro los vi unas dos veces y la primera vez casi se me pega la mandíbula del suelo, no podía creerlo, aunque mi amiga Marie tiene unos buenos encantos. Es rubia, ojos azules, toda una aspirante a modelo de victoria secrets.

- Eh, no sé de qué hablas.
- ¡ja, ja! Los he visto señora Poulter.
- ¡sshh! -me mando a callar con una risa-, está bien me atrapaste, ¡diablos! Tenía una buena actuación de sorpresa
- Pues pudiste ganarte un Oscar. Lo siento.

Ambas reírmos.

- Pero en serio -agrego-, ¿crees que sea correcto que vayamos? Digo, seguro invitó a todo los de alta clase y nosotras solo somos secretarias, lo único que sabemos de ellos es que les gusta mucho el café y los sandwiches sin corteza.

Marie hace una mueca. Entendí su gesto, veo que no le agrado el hecho de que haya señalado a que no pertenecemos a la clase de Mitch, no se que tipo de relación tenga con él pero espero que no sea nada serio no quiero que lastime a mi amiga porque no pertenezca a su clase social.

- Pues, la verdad Clara, quiero ir, pero no quiero ir sola. Debes ir conmigo.

La observé en silencio y miré sus ojos rogándome, bufé molesta, ya con eso había ganado.

- ¡De acuerdo! Trataremos de mezclarnos.

- ¡Si! Eres la mejor.

- Bueno, ¿como haremos? ¿Donde es?

- Pues es el hotel Cambridge, debo confirmarle a Mitch que asistiremos para que nos coloque en la lista, es a las 9pm, ¿pasas por mi a los 8? Es una hora desde nuestra urbanización.

- Vale, ahora resulta que soy hasta tú chófer, comienzo a sospechar que por eso me invitas.

- ¡Oh vamos! No seas llorona. ¿O querías irte en colectivo?

- A esa hora ni jugando, mi Volvo nos lleva.

Marie sonrió y aplaudió como una niña pequeña, sacó su celular y tecleo en el, yo me giré en mi silla riéndome mientras volvía a mi trabajo, debía terminar de chequear los documentos que preparaba para Mitch sobre las últimas ventas.

- ¡Oh wow¡ debo decir que estos hombres son muy de revista.
- ¿De quien hablas? -pregunte sin quitar mi vista de la pantalla
- Mitch cambio su foto de perfil en WhatsApp está con un amigo suyo creo, parece Europeo, ¡madre mía!

Me acercó el celular y voltee a verlo algo distraída, mis ojos se clavaron en la fotografía como dos imanes, ni siquiera note a Mitch, solo vi al hombre que lo acompañaba, un chico contemporáneo con Mitch, de cabello rubio, ojos azules y una sonrisa juguetona. Sentí una especie de deja vu como si ya había vivido ese momento o qué tal vez ya lo había visto a él.

- Clara, ¿estás bien?

Pestañee y miré a Marie algo ida.

- Eh si, el tipo es guapo.
- Si, ya note que te gustó, espero que vaya hoy y lo conozcas sin vergüenza.
- Idiota - le dije mientras reía y me voltee hacia mi computador aun con aquella sensación. Marie volvió a su trabajo y yo saqué mi celular algo indecisa. Abrí WhatsApp y busque el número de Mitch en mis contactos, observé la foto una vez más tratando de entender que era lo que conocía de aquel chico. No se me hacía familia en absoluto, nunca lo había visto por aquí. Seguro, vivía en otro país, pero de cierta forma me hacía sentir curiosidad, como si él ocultara algo.

Me reí por dentro y guarde mi celular de nuevo, desde que me levanté he estado con esas estupideces. Debería comenzar a ignorarlos o solo me volveré loca. Tengo una vida que no se maneja sola y al cual tengo que ponerle toda mi atención.

Continué con mi trabajo como si nada, Marie no dejaba de teclear en su teléfono supongo que hablando con Mitch. Yo solo no podía dejar de sentir que debía recordar algo pero no sabía que era. Este sentimiento era tan extraño que solo me daba escalofríos, intente no prestarle atención en lo que quedaba de mi jornada laboral o podría volverme loca. Si es que ya no lo estaba.

No toques mi AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora