La tenue luz que entraba por las ventanas tintaba el cuarto de un inusual color rojo. Desde tan alto, era sencillo admirar la ciudad. O mejor dicho, lo que quedaba de ella. Las múltiples tragedias y problemas de los últimos años eran responsables de la gran mayoría de estos cambios tan drásticos, sin siquiera contar el más grande de todos.
El suceso más trágico, más grotesco y más terrible de la historia de la humanidad.
Nadie había marcado tanto al planeta como la colegiala que había comenzado la secuencia de desgracias que comenzó hace un par de años. No quedaba ni un rastro de lo que algunas personas llamarían una vida "normal". Casi todos luchaban por sobrevivir el día a día y no sucumbir ante la desesperación.
Él lo tenía más fácil que otros, pero no era por pura suerte. El lugar al que había llegado y en el que se encontraba ahora mismo se debía nada más y nada menos que a su esfuerzo y trabajo desde una edad muy joven. Si no fuera por el camino que había trazado desde hace unos años, no estaría en el puesto que tenía actualmente.
Ser el vice-presidente de la Fundación del Futuro era una gran responsabilidad, aún más cuando la única persona por encima de él tenía ideales tan... "cuestionables". Tengan una vez había sido alguien a quien respetaba profundamente, creyó que tenían mentes similares y que podrían trabajar uno al lado del otro, peleando contra la desesperación hasta acabar con ella, sin importar lo que tuvieran que hacer para llegar a su meta.
Pero se había equivocado.
Tengan era uno más del montón, muy débil para hacer lo que era necesario y muy fuerte para rendirse. Ingenuo e incapaz, aunque sumamente inteligente y experimentado ¿Por qué era que aunque estuvieran del mismo lado, sus ideales se enfrentaban el uno al otro? ¿Cuándo fue que Tengan adoptó principios tan infantiles como los de cierto joven con un talento que apenas podía ser llamado eso?
Makoto Naegi.
Era solo un niño por donde lo miraras, uno que había sido obligado a crecer más rápido de lo debido por la situación en la que se encontraba. Pero él no era el único que había pasado por algo así. Toda su generación había pasado por lo mismo de una u otra manera. Claro, los que habían logrado sobrevivir a los estragos de la tragedia. Pero Naegi era especial.
Makoto Naegi había derrotado a la desesperación definitiva, o mejor dicho, a la causante de la tragedia y la líder de la organización; Junko Enoshima. El suertudo definitivo y sus cinco compañeros escaparon del juego de matanza en el que Junko los había puesto, siendo los únicos sobrevivientes y debilitando con ello la desesperanza que cubría al mundo.
Lo que Naegi había logrado en su corta edad era impresionante, tenía una determinación como ninguna y un carisma que podía convencer hasta a la persona más cerrada. Cuando el castaño había escapado del juego de matanza, Munakata había tenido ciertas sospechas.
¿Realmente había logrado algo que parecía tan imposible? Quiso olvidar esas inseguridades una vez lo conoció más de cerca y tuvo más tiempo para compartir con él. Charlas serias y sin importancia, muchas veces intercambiaron palabras y hasta un par de risas. A pesar de su fachada infantil y lo que Munakata consideraba positivismo barato, no parecía ser alguien incompetente. O eso había creído antes de enterarse de la impactante realidad.
Makoto Naegi había salvado y escondido de la Fundación del Futuro a los remanentes de la desesperación. Lo había traicionado. A él, a la fundación y a todo por lo que habían estado trabajando durante tanto tiempo.
Así como así, como si no significara nada. Probablemente con su sonrisa despreocupada de siempre ¿Qué era lo que estaba pensando cuando decidió hacer semejante cosa? Debió saber que sería considerado un traidor, que sería castigado.
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No puedo dejarte ir [Komahina]
FanficLuego de los sucesos dentro del Neo World Program, los chicos al fin son libres. Pero no podrán descansar hasta que todos sus amigos estén de vuelta del mundo de los sueños. ¿Qué pasará cuándo Komaeda sea el único que no despierte? ¿Hinata se dará c...