(AU) Desaparecido

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— Thalia, hija ¿Podrías traer la cesta con las cosas para el picnic?

La niña se detuvo abruptamente y miró a su madre ¿A caso era en serio?

Dejó a su pequeño hermano en el suelo un momento y pensó muy bien el dejarle a solas con su madre, la idea de que se hiciera cargo de él le daba terror, pero solo serían cinco minutos ¿No?

Aún se estaba debatiendo cuando cometió el error de mirarlo a los ojos, Jason tenía ESA mirada, la misma mirada suplicante que le daba siempre a la misma hora de la noche cuando aún se encontraban solos en casa y Thalía tenía que ingeniárselas con lo poco que había para hacer algo de comer.

— Bien—. Suspiró, y antes de arrepentirse de la idea le susurró al pequeño rubio—. Vuelvo en un momento ¿Si? No te muevas.

Le regaló una mirada desconfiada a la mujer y corrió regresando sobre sus pasos, cuanto menos tiempo los dejara solos mejor. No confiaba para nada en su madre, ni siquiera había querido venir, pero era la primera vez en meses que ella estaba completamente sobria y Jason se había emocionado demasiado con su pequeña "salida familiar". En verdad parecía que su madre se quería comportar esta vez, solo esperaba no arrepentirse.

Llegó al sitio en donde estaba estacionado el auto, tomó la cesta de la maleta, que había quedado descuidadamente abierta, y volvió a correr de vuelta.

Cuando volvió al lugar del picnic, ya sin aliento, lo encontró casi vacío. Su madre lloraba desconsolada de rodillas en el suelo.

No había rastro de Jason.

— ¿Donde está?— Dejó caer la cesta sin importarle en lo más mínimo. No hubo respuesta—. Beryl, ¿Donde está Jason?

Se acercó tomandola por los hombros y la obligó a hacer contacto visual, la desesperación se extendía por todo su cuerpo y la mirada inquieta de Beryl Grace no fue de mucha ayuda.

— Se fue—. Esa fue la única y simple respuesta que derrumbó el mundo de Thalía.

Todo por lo que había luchado, por lo que había soportado las borracheras y el abandono de su madre, se había ido.

Pero se negaba a dejarlo ir así de fácil.

Soltó a aquella mujer a la cual ya ni siquiera podía llamar madre y corrió, escaneó el claro buscando indicios, alguna pista de a dónde podría haber ido a parar su hermano. No encontró nada

Ese día Beryl tuvo que llevarla arrastrada hasta el auto.

Y a la semana Thalía escapó de casa.

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