"La edad no es un impedimento para amar"
Venía todos los días desde hace unas semanas. Pedía un café, se sentaba en el fondo de la cafetería, donde nadie, excepto yo le veía.
Había días en las que sacaba un libro del bolso que llevaba y se perdía durante horas en él, sumergido en la historia que contase el libro.
Otros días, sacaba un portátil y se ponía a hacer cosas en él, supongo que a trabajar.
Llegaba a la misma hora y se iba a la misma hora, ni un minuto antes, ni un minuto después.
La cafetería era pequeña, estaba en una esquina un poco escondida de la gente. Los clientes eran siempre los mismos, muy pocas veces había un cliente nuevo. Cuando no tenía que apuntar pedidos, me quedaba mirando al hombre.
Era alto, hombros anchos, voz gruesa, pelo lleno de rizos y una mirada impenetrable, hasta que él me dejó.
Había llegado a la misma hora de siempre, había pedido su café, se sentó en su mesa habitual e hizo lo de siempre.
¿Qué fue lo que pasó?
Ese día, cuando era su hora de irse, no lo hizo. Me extrañé bastante, pero al ver que seguía sumergido en el libro que tenía, pensé que se le había pasado la hora leyendo y que no se había dado cuenta.
Seguí atendiendo a los clientes que llegaban a esa hora, intercambié varias palabras con mi compañero de trabajo, me dispuse a limpiar la barra cuando, de repente, él apareció delante de mí.
Me pidió otro café.
Me sorprendí tanto que después de unos minutos, él volvió a hablarme. Enseguida le prepare el café, mientras le miraba de reojo.
Era guapo. Y me atraía. Siempre que podía le echaba una miradita.
Volvió a su mesa y se concentró otra vez en el libro.
Ese día, no se fue a la hora de siempre, sino que se fue a la hora de cerrar, unos minutos antes.
Cuando ordenamos todo y me cambié a mi ropa, me despedí de mi jefa y de mi compañero.
La noche estaba fresca, aunque era finales de agosto.
Empecé a caminar, pero me detuve después d unos pasos cuando le vi.
Estaba sentado en un banco, con los brazos apoyados en sus muslos y la cabeza enterrada en sus manos.
Bajo la luz de la farola y con la oscuridad rodeándolo parecía un hombre muy solitario.
Me acerque lentamente y cuando estaba a unos pasos de él, levantó la cabeza y su mirada conectó directamente con la mía.
Yo era una persona que siempre que podía intentaba ayudar a otras personas, no podía soportar ver a una persona en apuros o triste y no ir e intentar consolarlo o ayudarlo.
Eso es lo que hice esa noche. Me senté sin decir nada a su lado y me quedé en silencio. No sabía qué decir y cuando estaba dispuesta a decir algo, él se me adelantó.
Esa noche me contó sus problemas, estuvimos hablando de nuestros gustos, de nosotros, de algunos de nuestros sueños y de lo que queríamos.
Esa noche cambió todo.
Carlos era mayor que yo, tenía 28 años y yo 17 años.
Después de esa noche, todo parecía normal, solo que había cambiado una cosa: Carlos y yo nos empezamos a acercar poco a poco.
Hablábamos todos los días, cuando no había clientes en la cafetería, él se acercaba a mí y empezábamos a hablar de cualquier cosa.
Mis sentimientos hacia él se volvieron cada vez más grandes. Me gusta mucho y parecía que yo le gustaba también a él.
Un día, decidí arriesgarme y me declaré. Carlos solo me miró. No vi sorpresa en sus ojos porque él ya sabía que me gustaba, tampoco vi rechazo, pero sí duda.
¿Cuál era el problema?
La edad. La edad era el problema. Me sacaba 11 años. Todavía era menor de edad, y la gente hablaría.
Estuvimos varios días sin hablarnos, pero cuando Carlos volvió a ir a la cafetería, venía para arreglar las cosas.
Primero empezamos con las cotas, había veces en las que me traía pequeños detalles. Luego nos hicimos novios, nos besamos, nos decíamos palabras bonitas, llenas de sentimientos.
Muchas veces intentamos hacer oídos sordos de los comentarios de los desconocidos, de personas que nos veían en la calle y los oíamos cuchichear sobre nosotros.
Se nota a leguas que Carlos era mucho mayor que yo. Pero me importaba. No nos importaba. O eso creímos.
Mis padres fueron el mayor problema. Mi hermana había muerto a manos de un hombre mayor que ella, que la había utilizado y engañado y luego había acabado muerta. Desde entonces mis padres se volvieron muy protectores.
Cuando supieron que salía con un hombre muchísimo más mayor que yo, entraron en pánico, se negaron a conocerlos y lo repudiaron sin conocerlo.
Siempre nos intentaron separar, pero nosotros seguíamos unidos. El amor era más fuerte. ¿O no?
Cansada de sus palabras hirientes, de su repudio, decidí una cosa.
Una noche, el mismo día en el que empezó todo, después de un año, le propuse escaparnos. Huiría de casa para estar libremente con él.
Carlos al principio se negó, pero al ver lo desesperada que estaba, accedió.
Fue el error más grande que hizo.
La noche siguiente, estaba lista para irme. No sé cómo, pero mis padres se enteraron de que me iba a escapar. Impidieron mi salida, me retuvieron durante todo el rato que pudieron, me dijeron cosas feas e incluso me dijeron que si me iba nunca los volvería a ver.
Aun así, seguí luchando contra ellos, necesitaba salir de esa casa llena de dolor.
Llegué más tarde de lo que planeamos, pero, aun así, cuando llegué, Carlos seguía esperándome.
Nos montamos en su coche y fuimos rumbo a Pamplona, lejos de Madrid.
Esa noche, ocurrió la mayor tragedia de mi vida.
Un camión chocó contra nosotros.
Yo estuve tres meses en coma, tenía una cicatriz a un lado y había perdido una pierna, pero eso no fue lo peor. Ningún dolor corporal se podía comparar con el dolor que sentí cuando pregunté por él.
Porque no había sobrevivido. Había muerto.
Había muerto por mi estúpida decisión.
Lloré tanto que se me acabaron las lágrimas. Grité tanto que me quedé sin voz. Golpeé tanto que me sangraron las heridas y las manos.
Pero no me importaba, no me dolía nada a excepción del corazón.
El dolor de una pérdida, la pérdida de un ser amado.
Era un dolor que no se podía curar fácilmente.
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De todo un poco
RandomAquí expresaré muchas cosas e intentaré probar con géneros que no me gustan o que no se me dan bien o que no creí poder escribir algo relacionado sobre ello. Relatos, historias cortas, frases, escritos y más. De romance, misterio, fantasía, suspens...